sábado, 27 de diciembre de 2008

Narcotizado

El domingo 21 de diciembre ocho militares fueron asesinados por el crimen organizado en el estado de Guerrero. No sucedió en el trascurso de un operativo o durante un enfrentamiento frontal. Al parecer, se trató de distintas emboscadas conocidas como levantones y el posterior ajusticiamiento, en este caso marcado por el degüello de las víctimas. En el fondo un acto de humillación al Ejército en una guerra que no sigue códigos previsibles ¿Por qué es esto? Posiblemente signifique una urdimbre entre instituciones y delincuencia que a falta de ocultar sus valores entendidos comienza a apestar.

El martes 23, un grupo de delincuentes es detenido en la zona metropolitana de Guadalajara, Jalisco, encontrándose con ellos una joven bella que recién había sido declarada Miss Sinaloa, esto es, reina de la belleza 2008 de ese estado. Posteriormente se supo que la muchacha era novia de uno de los delincuentes detenidos. La prensa al otro día presentó las dos caras de la joven: la de sensual alegría y la de triste inculpada. El caso en sí es indicativo de hasta dónde el crimen organizado ha logrado permear en la sociedad.

Son acontecimientos que afirman lo que ha sido el año de violencia de parte de una delincuencia que se ha entremetido en el tejido social más allá de lo que las autoridades están dispuestas a reconocer. El país está narcotizado por la corriente de dinero mal habido que infiltra a la economía, a la política y a la sociedad. Y no se tiene el dato exacto, tal vez tampoco el valor, de informar a la sociedad de qué tamaño es esa infiltración.

Todavía en los sesentas del siglo pasado, el narcotráfico tenía un desarrollo de enclave en el noroeste del país, la región serrana que sirve de vasos comunicantes a los estados de Sinaloa, Sonora, Durango y Chihuahua, curiosamente los estados que suman el mayor número de muertos en asociación con la lucha actualmente desplegada por el gobierno en contra del crimen organizado. La Operación Cóndor de los setentas no desarticuló al narcotráfico, simplemente lo desplazó a otras regiones. Para los años ochentas se da la coincidencia desagradable entre liberalización y expansión del crimen organizado. Llegamos al siglo XXI con un mal que adquiere dimensión nacional. Ese es el punto.

La delincuencia, por desesperación si se quiere, está dispuesta a demostrar que puede dar golpe por golpe, hacer daño a costa de exhibir las limitadas capacidades del Estado para someterla. Lo que hace más difícil la situación es la recesión económica que será combustible para mantener al alza la actividad delictiva, según declaró el procurador de justicia del Distrito Federal, el Lic. Carlos Mancera. Por eso precisamente las definiciones en materia económica tendrán un componente importante en materia del combate a la inseguridad no tanto por el presupuesto que se disponga directamente para tal efecto, sino por su capacidad para generar empleo y retomar el camino perdido del crecimiento económico.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Regresos

La densidad del pesimismo se palpa en la opinión publicada de los últimos días. La pugna entre el calderonismo y el foxismo sigue tan campante, como si no existiera crisis económica, como si el crimen organizado estuviera inmovilizado –los decapitados aparecidos en el estado de Guerrero son una demostración que niega rotundamente esa posibilidad.

Los partidos no encuentran la ruta hacia el prestigio o el reconocimiento ciudadano. El Partido Revolucionario Institucional es tuerto visto como rey. Los partidos de Acción Nacional y de la Revolución Democrática enfrentan traumáticos disensos internos. Tan pobre es el espectáculo que la nota del corazón que se arma alrededor del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto salta por todos los medios.

La política no se agota en este panorama, hay que hablar de los regresos, de quienes no teniendo cargo público y encontrarse virtualmente exiliados de los partidos, tienen capacidad de articular intereses para lo que venga. Carlos Salinas de Gortari y Andrés Manuel López Obrador.

Del primero, Fidel Samaniego ha dado un avance en El Universal, haciendo un recuento de sus apariciones en lo que va del presente siglo y no se resume en un ajuste de cuentas contra su sucesor, Ernesto Zedillo. Sus apariciones son lo de menos frente al recuerdo que han hecho los empresarios en su propuesta de reactivar la política de los pactos económicos. Los empresarios están preocupados y no ven las decisiones del gobierno con la fuerza de agrupar voluntades para el tramo incierto de la crisis, por el contrario, el secretario de Economía los desconcierta. Por eso han declarado, urge llamar a los factores de la producción para ponerse de acuerdo en los términos comunes para enfrentar la crisis económica. Se trata, para llamarlo de alguna manera, el camino elitista para enfrentar la situación actual.

Del otro lado está López Obrador, con su influencia disminuida dentro de su propio partido, asistido para efectos electorales del Partido del Trabajo y Convergencia como piso institucional que le dará juego en las próximas elecciones federales. Eso no le quita el sueño, su instinto le dicta fijar su atención en la situación económica imperante y la idoneidad de organizar a la población contra la crisis. El acento está en la movilización social que no requiere de formalidades para establecerse, es decir, no necesita pedir permiso, un desplegado otorga legitimidad mínima como plataforma de lanzamiento. Un avance de este posicionamiento es la entrevista de José Agustín Ortiz Pinchetti aparecida la semana pasada. Se trata, para llamarlo de alguna manera, de la ruta de masas para enfrentar la situación actual.

Son los dos polos, los extremos que acotarán la política dentro de la política el próximo año. Los partidos, las corporaciones, la ciudadanía interesada volteará a mirar estas dos ofertas a las que el mismo gobierno no se podrá sustraer. En todo esto, Marcelo Ebrard está en una posición peculiar. Él ha sido subordinado de Salinas y de López. Ahora como jefe de gobierno del Distrito Federal tiene la posición y los recursos para incidir en la agregación de intereses, evitar la colisión entre de las dos alternativas señaladas ¿Lo sabrá? A Ebrard su partido le pesa y no es descabellado su regreso al PRI.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Economía

El proceso electoral del 2009 es de interés de los partidos participantes pues se trata de una oportunidad para redistribuir su influencia en la Cámara de Diputados y en otros procesos de carácter estatal. Lo que no se ve claro es si estos procesos del año que viene serán del interés de la ciudadanía. La seguridad y la economía afectan el ánimo de los electores y éstos no tienen incentivos mayores para salir a votar, a excepción de que la ciudadanía decida manifestar con la abstención masiva su desprecio por los escasos rendimientos de la democracia electoral como factor de la prosperidad y de la paz social. La crisis productiva del sistema económico y el incremento de la violencia de parte del crimen organizado están cuestionando las ventajas atribuidas a la convivencia democrática.

En lo que se refiere a la inseguridad, su combate es una estrategia que verá frutos a largo plazo, pasando por el reordenamiento legal y la limpieza a fondo de las instituciones encargadas de combatir la inseguridad y producir justicia.

Lo que va adquiriendo una centralidad en la agenda pública es el curso de la economía. El gobierno no ceja en poner por delante su optimismo frente a la adversidad económica global, recurre en voz de su secretario de Hacienda Agustín Carstens, para decirnos que todavía no entramos en recesión mientras no se tenga crecimiento negativo de manera consistente durante tres trimestres.

El asunto no es de una consideración técnica en medio de la actual coyuntura económica. En el fondo está el historial de un crecimiento magro durante los últimos ocho años, cuando lo deseable sería un crecimiento de 7 por ciento del PIB. La alternancia en el poder no tuvo ese valioso acompañamiento en el comportamiento económico, muy a pesar de la disciplina fiscal y la confianza en el juego libre de las fuerzas del mercado. Independientemente de la crisis, la situación económica que ha privado en el país ha sido adversa desde antes de que se considerara irrupción de la crisis, al menos por parte de la opinión especializada.

David Ibarra, en su colaboración reciente para El Universal, ofrece los siguientes datos de la actual década perdida: “En México, el 10% de la población con las rentas más altas toman para sí alrededor de 40% del producto. En contraste, el 10% más pobre percibe apenas algo más de 1%. Cada año emigran 400 mil ciudadanos carentes de empleo. El sector informal absorbe 30% o más de la fuerza de trabajo en actividades de bajísima productividad y carentes de toda protección social. De los 70 a la fecha, los salarios mínimos reales se han deteriorado más de 60% y los contractuales alrededor de 25%.”

Si así están las cosas, qué se puede esperar para cuando la recesión sea reconocida.

Para el gobierno no hay advertencia que valga. Ya esta semana el empresario Carlos Slim señaló lo que la sociedad, no sólo la opinión publicada comenta, la necesidad de que los Bancos del sistema financiero nacional reduzcan sus tasas de interés que prevalecen hoy por las alturas si se les compara con las de otros países por el otorgamiento de créditos. Los legisladores coincidieron y apuraron una propuesta para poner topes a las tasa de interés. El presidente de la Asociación Mexicana de Bancos se opuso rotundamente a la sugerencia de Slim. El gobierno, a través de Luis Pazos, se sumó a la posición empresarial.

Lo que no han justificado los Bancos es el porqué de su decisión más allá de su consideración dogmática y opuesta a la regulación estatal. ¿Por qué no tienen voluntad para decidir ellos mismos una reducción de las tasas? ¿Por qué repartieron crédito sin considerar las capacidades del acreditado? La respuesta no es dogmática, la respuesta es perversamente pragmática. Ellos saben que si sus clientes caen en el no pago el gobierno vendrá a rescatarlos. Así hacen de su negocio un paraíso sin riesgos pues el gobierno vendrá a salvarlos con recursos fiscales, asumiéndose la irresponsabilidad de los banqueros como deuda pública.

Junto con el crimen organizado, los bancos están preparando las condiciones de una gran protesta social. Están advertidos.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Chihuahua

Qué revuelo produce la iniciativa del gobierno del estado de Coahuila para penalizar con la pena de muerte el secuestro. El nuevo alto vacio apela al bien común para justificar su iniciativa. Se desconoce la investigación que llevó a esa iniciativa que se contrapone a la Constitución. Ya en la reforma electoral reciente fue precisamente el congreso de Coahuila, junto con su gobernador, quienes se opusieron a esa reforma. A lo lejos se aprecia una iniciativa oportunista, aprovechando la indignación por secuestros fatales que han afectado a hijos de empresarios con notoria presencia pública. No se muestra un enfoque hacia la ola criminal en su conjunto por parte del nuevo alto vacío. ¿Por qué no se refiere a la delincuencia organizada de la parte que le corresponde en la región Lagunera?

Contrasta en los medios la atención que se le otorga al estado de Chihuahua, donde nada más en este año han ocurrido más de mil asesinatos. Sería morboso abundar en la precisión de la cifra. Sin contar el reporte diario presentado para darle vuelta a la página en la información sobre la violencia en Chihuahua. En el caso de éste desangrado estado no se ve que un medio nacional se haya puesto a seguir a profundidad el día a día de lo que sucede en el estado norteño. No hablemos de indignación, la solidaridad también brilla por su ausencia. Lo que sucede en Chihuahua está cubierto por el manto de la indiferencia. Que se pudra Chihuahua.

Esta última expresión es inadmisible. Los chihuahuenses se levantan todos los días a trabajar, a realizar sus actividades. Su estoicismo es más fuerte que su conversación sobre el tema del crimen organizado. Se aguantan, no estallan, sobrellevan su situación de la mejor manera posible si es que cabe esa posibilidad. Será porque no tienen el liderazgo que recolecte su malestar. El riesgo es que se desarrolle tolerancia hacia las actividades delictivas de alto impacto.

Chihuahua se ahoga en lo efímero, no hay atención mayor que la que ha reportado el Ejército y ha sido insuficiente. No hay movimiento, ni partido, ni iglesia que se apiade de los chihuahuenses. Para su mala fortuna, la recesión económica y el año electoral del 2009 seguirán relegando el drama de Chihuahua. Que nadie se sorprenda si en ése estado estalla un movimiento social.

El discurso presidencial ante sus correligionarios, la cursilería irrespetuosa de las cadenas de televisión que desvirtúan el buen propósito del Teletón (colecta empresarial para asistir a niños con discapacidad) y las disputas entre los políticos tarde o temprano tocarán tierra en Chihuahua.

lunes, 1 de diciembre de 2008

PANgobierno


El balance que se hace de los primeros dos años de gobierno del presidente Calderón está expuesto a dos grandes focos rojos, la economía y la seguridad.

Del primero habrá que decir que Felipe Calderón y sus colaboradores cercanos no quisieron anticiparse o no vieron la recesión mundial que se anunciaba desde hace dos años. La confianza excedida de que las cosas en lo económico tenían la conducción correcta hoy no parece tan firme. Contra la aspiración de ser el presidente del empleo por la vía de la oferta y la demanda, el gobierno le apuesta a la construcción de infraestructura y a una disposición del presupuesto social para sortear el difícil entorno económico.

La cuestión es si se cuenta con la administración adecuada para llevar a buen puerto el plan anticrisis. El supuesto que legitimó el arribo del PAN como primera fuerza política era su bandera anticorrupción. No se puede afirmar que esa bandera siga ondeándose, desde Vicente Fox esa bandera fue arriada, está arrumbada. Un ejercicio responsable, sin desviaciones de los recursos públicos sería ya un gran avance para enfrentar la crisis.

No menor importancia tiene para el gobierno mantener una economía orientada a garantizar la salud de las grandes empresas y la persistencia de las prácticas monopólicas para las cuales el keynesianismo de hogaño es bienvenido. No es creíble que Héctor Rangel Domene, flamante responsable de Nacional Financiera y del Banco Mexicano de Comercio Exterior, tenga el conocimiento, la inteligencia y la emoción para promover y consolidar una estructura basada en la micro, pequeña y mediana empresa, no tiene los antecedentes, su experiencia y su visión está a favor de las cúpulas empresariales. El exdirectivo de BBV Bancomer ha llegado al puesto con el mayor sigilo, a hurtadillas. No es para menos, tanto denostó el servicio público que alguna explicación debe dar por la aceptación del encargo. Si Rangel Domene está ahí es para garantizar la viabilidad de los de siempre.

El otro foco, el de la violencia del crimen organizado está más que encendido. El buen propósito de combatir al crimen organizado se ha revertido contra Calderón. Y no es sólo mala suerte, se trata de un desconocimiento en el origen de esta guerra, del grado de infiltración del aparato público de seguridad responsable de combatir este flagelo.

Violencia y recesión son el miedo de la sociedad entera, ese es el otro balance que marca a la gestión calderonista. Miedo no es debilidad, es instinto de sobrevivencia ante instituciones disminuidas, que orilla al ciudadano a gritar ¡Sálvese el que pueda!
Sería injusto hacer un balance como juicio sumario al presidente Calderón. Lo correcto es hacer el balance del sistema PANgobierno con ocho años en el poder. Son los panistas, como corriente ideológica y parapeto de grandes intereses empresariales y de corte religioso, corresponsables de los éxitos y fracasos del presente. Por eso, fuera de su papel institucional, los ha regañado el Presidente.
El pleito de familia es otro factor que hace más difícil la conducción del gobierno, que no se ventila siempre abiertamente sino por periodicazos. Es el pleito de familia, no la oposición del PRI o del PRD lo que enturbia aún más el entorno adverso.

jueves, 27 de noviembre de 2008

"groggy"

No se ha valorado lo suficiente el “accidente” aeronáutico del martes 4 de noviembre. El golpe emocional que ha recibido el presidente Calderón no ha sido superado, lo mantiene, como se diría en el habla deportiva, “groggy”. Se ve un Presidente con la mirada triste. No es para menos, perdió a su alma gemela. Por algo Juan Camilo mereció exequias de héroe, a pesar de que oficialmente se trató de un “accidente”.

La investigación tomó un camino excesivamente técnico-aeronáutico. Hasta ahora no se ha explicado por qué el ministerio público ha estado al margen, al menos mediáticamente. Y si la intervención del secretario Luis Téllez ha sido desproporcionada, con el deliberado propósito de negar el atentado. Peor es la conclusión del otro ministerio público improvisado, Salvador Vega Casillas –gris secretario de la función pública- a quien Milenio Diario le dio las ocho columnas con su declaración de que a JCM lo mató la corrupción ¿Qué es eso? Un enemigo sin nombre y apellido del cual la sociedad se tiene que defender en lo futuro. En el pasado se hablaba de negligencia, se daba nombre y apellido.

Si el joven señor Vega Casillas puede concluir que el “accidente” fue promovido por la corrupción que complete la información, que diga en qué se constituye y quién constituyó el delito, que establezca una demanda penal, si cabe. Sería muy saludable. No lo va a hacer, no tiene el valor de incriminar a la administración actual o a la pasada. La razón es sencilla, la responsabilidad entera pertenece a administraciones panistas. Sería como decir que el PAN mató a Mouriño.

Todavía más confuso resulta la gira por Latinoamérica del presidente Calderón, que más bien parecía fuga. Sin un mensaje claro, consistente. Lo dicho queda para la anécdota, no hay más trascendencia. No se entiende la gira cuando su administración es sacudida por la operación limpieza que instrumentó sobre el aparato de seguridad del gobierno. Es la hora que el ciudadano común no puede despejar la duda sobre la confiabilidad de las policías.

Para rematar esta percepción, un funcionario de la época foxista, Nelson Vargas, no se contuvo más y de plano le dijo a las autoridades que no tienen madre porque no han resuelto nada sobre el secuestro de su hija Silvia, secuestrada en septiembre del año pasado. Se trata de un insulto del cual el gobierno no se pudo sacudir.

Lo dicho, falta consistencia en la acción del gobierno, vacila y tambalea su conductor. Tiene derecho Felipe Calderón a quitar y poner sus colaboradores, pero lo que decida constituye un mensaje. Cuándo se había visto que el Presidente le diera relevancia al cambio de su secretario particular, per se una posición condenada al bajo perfil. Por qué El Yunque accede a esa posición a través de Luis Felipe Bravo Mena, acaso se agotó el grupo compacto. Será casualidad la reaparición de Vicente Fox en la revista ¡Hola! , el homenaje de la Universidad Anáhuac al señor Abascal Carranza.

Con optimismo, José Carreño Carlón barrunta en su colaboración de El Universal, un reinicio del gobierno para cubrir un cuatrienio efectivo de gobierno. Lo contradice la realidad de un gobernante “groggy”, y lo peor, la incapacidad del PAN que ha hecho de su gestión la construcción del no estado, el lugar donde la población y el territorio no están seguros.

martes, 25 de noviembre de 2008

Pasmo

La guerra contra el crimen organizado ha entrado en una etapa asaz complicada para el gobierno federal desde que se decidió tocar las cuerdas de la infiltración. Esto es, la etapa de los operativos específicos, estado por estado, encontró un rápido agotamiento, ni se sometía al crimen organizado ni, en consecuencia, la violencia de los delincuentes disminuyó. Se abrió la etapa de indagación de las autoridades que colaboran con los cárteles. El resultado previsible, el destape de la cloaca en la PGR y en la SPP. Lo que despliega una situación adversa desde lo interno, la autoridad infiltrada está maniatada de inicio a combatir a las mafias, es parte del problema.

¿Cuál es el siguiente paso? Investigar a los políticos, investigar a los militares. Volver a esquemas subterráneos de control, como en el pasado. Esto es, desjudicializar el combate al narcotráfico. También se puede recurrir a legalizar tramos del ciclo del consumo de estupefacientes a modo de lograr un mejor control y acotarlo dentro de una nueva legalidad que no descanse en aspectos puramente punitivos, los que por cierto, nunca encontrarán suficientes recursos que ayuden a alcanzar los propósitos.

La autoridad se pasma ante una realidad que no es exclusiva del país, mafias existen en otras latitudes, infiltraciones del aparato público también. En lo que nos estamos distinguiendo es en el número de muertes que se producen en el territorio nacional por causa del crimen organizado y ese es un asunto que agravia a la sociedad, máxime cuando la mayoría de reconoce al margen de la actividad delictiva. Lo que tiene que revisarse son las fallas del Estado que han contribuido a la explosión violenta por controlar este mercado que opera en la ilegalidad.

Estudiar bien el proceso que llevó del control militar al traspaso del control a las policías ministeriales, particularmente desde el gobierno de Ernesto Zedillo. Indagar hasta qué punto la apertura económica bajo esquemas monopólicos o de grandes consorcios de competencia desigual ha inhibido la actividad de micros, pequeños y medianos empresarios, incentivado los giros empresariales ilícitos.

El combate al narcotráfico ha resultado más complejo de lo imaginado a los comienzos de la actual administración federal. Más si se considera que dentro del cálculo gubernamental se estimaba una buena dosis de optimismo respecto a la evolución de la economía. Optimismo prodigado por la especie de que los mercados se autorregulan y no requieren de ningún tipo de control. La realidad de las estimaciones del PIB a la baja, el crecimiento del desempleo y el incremento si bien moderado de la inflación han cancelado, de momento, el optimismo.

Hasta ahora no está demostrado que el funcionamiento libre de los mercados sea inhibitorio de las crisis económicas, por el contrario, mercado y crisis son consustanciales, forman un ciclo.

A todo este cuadro habrá que agregar las complicaciones propias del año electoral que se tiene a la vuelta de la esquina. Y en esa materia no será suficiente regocijarse con el declive coyuntural de la figura de López Obrador. Nada más por señalar el simplismo de quienes encadenan la mejora del país con el desprestigio del lopezobradorismo, tan simple como los que creen que el Tabasqueño tiene la solución a los problemas del país. El asunto de fondo a resolver es un nuevo pacto social que aminore los efectos de la recesión, que oriente la unidad de acción del aparato público en todos los niveles de gobierno, pero de manera destacada, en la administración pública federal.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Revolución

Un movimiento vivo no puede ser indiferente. 98 años cumple la revolución mexicana y todavía es materia de debate. Es cierto que desde la llegada de la tecnocracia al poder el festejo oficial se hizo descolorido. Ni qué decir de los gobiernos del PAN, la revolución ya no vale ni un jugoso sorteo de la Lotería Nacional.
Se hacen esfuerzos por arqueologizar (sic) el movimiento revolucionario de principios del siglo pasado y se le confina a la calidad de mito. Otros, con mayor pereza intelectual, se limitan a identificar a la revolución con una colección de mentiras. También están quienes adoptan el supuesto de la resignación y ven a la revolución como un proceso difunto. Tal vez José Woldemberg ofrece, en su colaboración del diario Reforma del día de hoy, una opinión realmente equilibrada, lejana de la tentación de la descalificación como de la sacralización.
A fin de cuentas, desde su anunciación, pasando por su etapa bélica hasta sus consecuencias en la vida institucional del país, la revolución mexicana ha significado, todavía, la construcción cultural que le da viabilidad a la nación. Sin ella, tal vez hace tiempo México se habría conformado en un Estado Libre Asociado, muy a pesar del lamento de sus jibaritos.
En la actualidad se debate la revolución desde otra encrucijada, la que nos ofrece le nuevo siglo. De manera más precisa la recesión económica que se ha aposentado con el anuncio de despidos masivos. Lo que haga el gobierno actual será decisivo y esa es su principal tarea, independientemente de si se identifica o no con la revolución. La economía es el tema central de este país y mucho tendrán que hacer los gobernantes de los distintos niveles para que la crisis se apure y abra paso a un nuevo ciclo económico.

No se trata sólo de medidas, así sean una rectificación del credo neoliberal, sino de un diseño de comunicación social que no se agote en el optimismo barato de que aquí no va a pasar nada. Se requiere de una comunicación que alerte e instruya de cómo pasarla menos peor. Escuchar a las autoridades económicas, financieras y hacendarias, que nos hablen de los pormenores de la crisis y de las acciones para contrarrestarla. No como un acto de propaganda, sino como una consideración de respeto a la ciudadanía.

Y si bien la economía adquiere centralidad política en tiempos de recesión, ello no minimiza la conducción política de los asuntos entre poderes, partidos y niveles de gobierno en su relación con las demandas ciudadanas. Si el presidente Calderón se concentra en la economía, su nuevo secretario de gobernación tendrá trabajo de tiempo completo para atender la política nacional, empezando por conducir al gabinete. Fernando Gómez Mont debe estar consciente que su tiempo de gracia ya empezó a correr desde el día en que asumió posesión del cargo de secretario, y no necesariamente tiene que esperar a que llegue diciembre para hacerse presente y se conozca en peso y el tiento de su mano.

Por eso, mientras no haya una creación cultural superior, que ¡Viva la Revolución!

domingo, 16 de noviembre de 2008

Desperdicio

Ha llegado el momento, la cancelación de una etapa de la izquierda partidista que propugnaba conducirse por el sinuoso camino entre la organización formal partido y el movimiento social. El esquema que tanto éxito le redituó al Partido de la Revolución Democrática, pero a Andrés Manuel López Obrador en particular, ha quedado trunco con el reconocimiento que hizo el Tribunal electoral al triunfo de Jesús Ortega como líder máximo de ese partido. La resolución ha terminado por dividir a ese partido. El PRD, su fractura expuesta, lo pone en su mayor fragilidad después de su campaña presidencial más exitosa, la del 2006.

Qué podrá hacer el PRD con Jesús Ortega. Aliarse con ex Alternativa, renunciar a la movilización, quedar bajo la férula de Manlio Fabio Beltrones. Qué va hacer López Obrador, mantener su alianza con el Partido del Trabajo y Convergencia para reconstruir el esquema partido movimiento.

En el Partido Acción Nacional las cosas no pintan mejor después de que el accidente aéreo en el que murió el estratega de Felipe Calderón, Juan Camilo Mouriño, dio lugar al regaño público dirigido a El Yunque, sección secreta no reconocida dentro del PAN. Aunque en el PAN no es tan preocupante el resquebrajamiento de la estructura partidista si mantiene el apoyo de estructuras paralelas que han sido factor de su encumbramiento político, mismas que están formadas una por empresarios y otra por la iglesia católica.

De esta situación imperante se adelanta la especie de que el Partido Revolucionario Institucional tiene allanado el camino hacia la elección intermedia del 2009 y con ello catapultarse hacia la presidencial de 2012. Es evidente la recuperación electoral del PRI gracias a su organización local, el domingo pasado dio una prueba más, ahora en el estado de Hidalgo. También cuenta que el liderazgo de Beatriz Paredes no se ha contaminado de aspiraciones legítimas para llegar a ocupar Los Pinos. Pero el verdadero reto del PRI estará en la definición de un candidato que cuente con el apoyo de todos sus gobernadores. Esa es su mayor dificultad y no se ve la fórmula que la resuelva.

Sin embargo, toda esta especulación sobre las tres fuerzas políticas de México no tiene la relevancia de la recesión económica y del sangriento desafío del crimen organizado. Sobre la resolución de estas dos variables se encontrarán las posibilidades en el reordenamiento de las jerarquías entre los partidos.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Desafíos


Como ya se comentó, hay nuevo encargado de despacho en gobernación. Fernando Gómez Mont, panista de cepa, tomó el cargo el lunes pasado. Una decisión presidencial urgida por la realidad, fuera del esquema previsto por Felipe Calderón.

A Gómez Mont no sólo le corresponderá, si se lo ordenan, comandar al gabinete. También le corresponderá conducir la relación del Ejecutivo con los otros poderes, el Legislativo y el Judicial. Con los gobernadores, los partidos y los municipios, sin faltar las expresiones de las sociedad que incidan en su quehacer. Con eso ya tiene para entretenerse.

El perfil que se le ha dibujado, aparte de su raigambre, es el de abogado litigante, con experiencia parlamentaria, discípulo de Diego Fernández de Cevallos. Al nuevo secretario de gobernación se le reconoce ampliamente relacionado con la clase política, sin abundarse acerca de su decisión de alejarse del servicio público para dedicarse al ejercicio privado de su profesión.

Fernando Gómez Mont enfrentará, como nunca en su vida, la responsabilidad en la toma de decisiones para un México que no ha terminado de consolidar sus cambios y que por lo mismo se debate en la lucha abierta, tanto como en la soterrada, de sus élites. Ser líder sin ser protagónico, que no son lo mismo. Y lo más difícil, ser superior a su jefe sin que ello represente opacarlo.

Por qué esto último, porque Felipe Calderón ya dio de sí en sus posibilidades de actuación. La pérdida de Mouriño, al que no le ha escatimado encomios, devela que el Presidente ha perdido a su otro yo, aquél que lo motivaba a seguir adelante con alegría y coraje. Ahora se aprecia a un Presidente triste y ensimismado.

Pero poco podrá hacer el secretario de gobernación si la clase política, los empresarios, las iglesias, las organizaciones gremiales y los medios no lo secundan críticamente, es decir, disentir y colaborar. No sólo se tiene la lucha en contra del crimen organizado, también la recesión económica que no acepta metáforas de barcos de gran calado, ni de catarritos.

Aunque no haya sido su opción, si se le compara con las comodidades propias del ejercicio de la abogacía que recién abandonó, a Gómez Mont le corresponde agarrar al toro por los cuernos. Y en este mes, si acaso hasta fin de año, tendrá que demostrar de lo que está hecho.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Sentimental


Pasan los días del espantoso deceso de nueve servidores públicos. En el transcurso no se encuentra el punto de contacto efectivo entre la comunicación oficial sobre el desastre del Learjet y lo que piensa la gente sobre lo sucedido, lo que espera de la acción gubernamental. Está, sí, la recopilación de testimonios hecha por El Universal. Un registro demoscópico divulgado, el de María de Las Heras en Milenio Diario. Las conferencias de prensa del secretario de comunicaciones y transportes, Luis Téllez.

No sólo murió Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos, altos funcionarios directamente involucrados con la seguridad, sino que su deceso se desplegó como bola de fuego sobre la vialidad cercana a la residencia presidencial de Los Pinos. Por escasos dos kilómetros, y segundos, no se tuvo la puntería del atentado terrorista de 11 de septiembre del 2001 sobre las Torres Gemelas de Nueva York.

Qué es lo que se ve. Un Presidente sentimental, dolorido infinitamente por la pérdida de su amigo. Felipe Calderón ha ofrecido tres alocuciones fúnebres a su fiel colaborador Mouriño, la última el domingo pasado, ayer, donde lo que se destacó fue el regaño a sus correligionarios de Acción Nacional. El lamento presidencial con trabajos puede dar forma a una orientación institucional, la herida sentimental es más fuerte. A pesar de ello, lo sucedido, ya sea debido al azar o a la conspiración del crimen organizado, ha golpeado a la institución presidencial, la ha exhibido en su fragilidad.

Extraña que, aparte del mismo Presidente, el otro rostro que se le ha ofrecido a la opinión pública es el de Luis Téllez. No aparece el encargado de comunicación de la presidencia, tampoco están las figuras del secretario de seguridad pública, ni del procurador, se les aprecia marginados. Rogando, se confía en la investigación que conduzca a una definición técnica de la desgracia, aunque en el fondo se tengan presunciones de un sabotaje. Tal vez no se da mas luz para no alertar a los perpretadores, ni alarmar a la sociedad.

Por cuanto tiempo Felipe Calderón llevará su duelo es un asunto estrictamente personal. Lo que no se puede diferir son las acciones gubernamentales que neutralicen el ambiente de inseguridad que se ha esparcido por todo lo ancho y largo del territorio nacional. ¿Acaso habrá que esperar los once de meses de investigación que comprometió Téllez? El país no los aguanta. ¿Arrojará algún resultado el proyecto de inteligencia Plataforma México? Es de dudarse.

Y dentro de todas las dificultades que tiene el gobierno actual (la crisis financiera global, la creciente fuerza de la oposición, etc.) sólo una es directamente atribuible a su resorte: la enquistada descoordinación del aparato público que se heredó del foximo. Este obstáculo no se resuelve con regaños, ni con spots, sino con un brazo derecho capaz de cohesionar en la acción al gabinete.
Esa es la tarea de Fernando Gómez Mont, nuevo secretario en gobernación.

Por el bien del país, se le desea suerte a Gómez Mont.

jueves, 6 de noviembre de 2008

"Accidente"


El martes cuatro de noviembre, los ojos del mundo estaban puestos en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Barack Obama, el candidato demócrata, como el centro de atracción del primer presidente negro de EUA. En México, el “accidente” de un jet la tardenoche de ese martes, en el que viajaban dos funcionarios de primer nivel, el secretario en gobernación Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos, reposicionado en el organigrama de la seguridad, perdieron la vida junto con otras seis personas que venían en la unidad. Un “accidente” espectacular, parecido a la caída de un meteorito, acaecido en una zona de la ciudad de México caracterizada por el alto promedio ingreso de sus habitantes, al lado de una vialidad de mayor ocupación, el periférico norte, en una de sus horas pico.

Dos orientaciones de la opinión no se podrán modificar al respecto de esta desgracia.

Una cosa fue la idea que se formó la opinión pública de Mouriño como encargado de despacho en gobernación, una idea lejos de la admiración, todo lo contrario a lo expresado por el presidente Felipe Calderón. Si se hace una revisión exhaustiva de la prensa escrita, el puesto de secretario de gobernación fue demasiado para el joven empresario que incursionó en el redondel de la política.

El otro asunto es la interpretación de contexto que la gente en su mayoría hace. El contexto de la guerra contra la delincuencia organizada que se libra en México es la especulación favorita para ver el “accidente” como un atentado o sabotaje.

Muchas cosas se dirán y no tiene caso abundar a lo que se da con demasía.

Lo sucedido debería ser un acicate para la clase política, para constituirse en la conducctora de un México en paz y productivo. Reconstruir la imagen de la clase política que hoy se encuentra desvirtuada por las aspiraciones personales de riqueza material en oposición a la vocación de servicio.

Recurrir al Mosaico de la Torre Annunziata (siglo I a.C.), al que por otros motivos Peter Sloterdijk aborda en su prólogo de Esferas II. Una imagen tal, suponerla en la clase política, de talante filosofante, de actitud reflexiva, disposición deliberativa y prolija de armonía. Lo no visto.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Walpurgis


La política está de bajo perfil, en contraste, los avatares de la guerra contra el crimen organizado en lo que va de este año y el crack bursátil de septiembre octubre han captado la atención. La nota roja y los temas financieros quitan reflectores a los asuntos políticos. Será que los políticos siguen disputando posiciones fuera de los procesos electorales, sobre todo si de movilización social se trata o se puja para modificar la alineación del gabinete. En la clase política no se dejan de golpear, no consideran que en este momento la economía merece la mayor de las atenciones, incluso que la batida contra el crimen organizado.

La política está desquiciada en la actual coyuntura. Cosa de locos es que el presidente constitucional tenga vedado el acceso al palacio de San Lázaro donde sesionan los diputados federales. En cambio, el líder del movimiento opositor a la investidura de Felipe Calderón es recibido con deferencia para conocer sus puntos de vista sobre la reforma de PEMEX. Y no está mal que Andrés Manuel López Obrador sea atendido por los diputados, como se hizo el martes pasado por la mañana. Pero resulta aberrante que el presidente Calderón no tenga ese espacio interlocución con los diputados, que la cámara de diputados se le encarezca como zona prohibida. Es cierto que los diputados no le hicieron caso a López Obrador, la deferencia fue simulada indiferencia. Al final de la sesión votaron la reforma sin incluir el fraseo que solicitó el Macuspano. El juego que se tiene con el símbolo presidencia es el que llama la atención, pues lesiona la institución en detrimento del presidente legal, es un paso hacia un esquema de gobierno paralelo para el cual la sociedad, el país, no está preparado.

Igual de desquiciados están en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Por qué viene ahora sancionar al Consejo Coordinador Empresarial a destiempo. Todos sabemos que el CCE fue uno de los orquestadores de la campaña sucia contra López Obrador. Cuando el Tribunal tuvo oportunidad de sancionarlos en el juicio donde se deliberó el nombramiento del presidente constitucional lo dejó pasar. No contentos los magistrados, también sancionaron al PAN y al PRI por no oponerse a esa campaña sucia. Peor aun, en el tribunal electoral actúan selectivamente pues no sólo Andrés Manuel fue víctima de campañas sucias, también la padeció el candidato del PRI Roberto Madrazo a través del SNTE y su líder inmoral, Elba Esther Gordillo, mediante la utilización de una organización fantasma de la que ya nadie se acuerda. Por lo que deciden los miembros del mencionado tribunal no es extremo afirmar que están de atar.

Y no hablemos de los desencuentros que se dan en el seno de la autoridad electoral. Y qué decir de la publicidad del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, envuelta como información noticiosa. Son síntomas de descomposición política que dañan la civilidad democrática, que dan pie a usos y costumbres que de no señalarse en espera de avergonzar a quienes incurren en este proceder o toman este tipo de decisiones, el día de mañana se normalizarán hasta inutilizar la reforma política más reciente.

Sí, la política está descompuesta, pese a ello, la prioridad está en la economía, en atender la recesión que sigue al crack.

martes, 28 de octubre de 2008

Acierto


En medio de la crisis financiera global y en espera de sus efectos sobre el aparato productivo. En medio de la disputa por PEMEX. El gobierno de Felipe Calderón ha tenido, en este aciago mes de octubre de 2008, la capacidad de asestar verdaderos golpes al crimen organizado. Es un acierto que merece reconocimiento sin que ello signifique, por anticipado, un terso desenlace.

Se ha detenido, primero, a una banda de delincuentes asociados a la mafia Colombiana que estaban en plena fiesta dentro de una exótica mansión al oeste de la Ciudad de México. Después, tras tremenda persecución en calles cercanas a la colonia Lindavista, se aprehendió a Jesús Reinaldo Zambada, hermano del célebre Mayo Zambada. Días después cayó Eduardo Arrellano Félix, en la ciudad de Tijuana.

Hoy la prensa destaca la operación limpieza que lleva acabo la Procuraduría General de la República a su interior. Se destapa una cloaca en la que se conoce de los servidores públicos de alto nivel a las órdenes de los Beltrán Leyva. No se puede asegurar que la guerra contra el crimen organizado está por ganarse, pero si se puede afirmar que el gobierno ha corregido la estrategia. No es con el Ejército en las calles como se le puede someter a la delincuencia organizada. Se ha tenido que enmendar la estrategia y conducirla hacia las propias instituciones infiltradas.

El desenlace es incierto, pero es una prueba de que el gobierno asume sus responsabilidades de manera más firme. La de intereses que están por salir al descubierto y que fueron enterrados poniéndoles encima la loza de la impunidad. En esfuerzo memorístico, como no acordarse del responsable de las giras de Vicente Fox, Nahum Acosta, al servicio de los Beltrán Ley. En ese entonces la PGR, a cargo de Rafael Macedo de la Concha, atrapó a este funcionario que trabajaba en Los Pinos y a los pocos días fue liberado dizque por falta de pruebas. No tardó el procurador de ese entonces en presentar su renuncia.

Sin tener toda la verdad expuesta de lo que ha sucedido para que el gobierno aseste estos duros golpes al narcotráfico -la burra no era arisca- y que el día de mañana se nos enteré de turbios arreglos en la consecución de los resultados admirables, el acierto es del gobierno. Hacer votos para que la autoridad no desfallezca ahogada por los humos de la publicidad vuelta spot. Que el gobierno informe con sobriedad como ayer lo hizo la PGR. Informando con datos duros se puede atender a la ciudadanía, ahorrándose la publicidad costosa que es dinero público tirado a la calle.

Dicho esto a la víspera del Lopezhow.

viernes, 24 de octubre de 2008

Reparto


Cada reforma que modifica arreglos establecidos, se consagra en acuerdos y está sometida a procedimientos legislativos. No es un Golpe de Estado, tampoco una revolución, es una forma de redistribuir poder en santa paz. Izquierda y derecha se dan por satisfechas, aunque a los empresarios les parezca poca reforma la de PEMEX, aunque la resistencia pacífica considere que hay una rendija que no clausura en definitiva el propósito privatizador.

En los hechos, después de muchos años, los políticos ganan una en la disputa elitista que mantienen con los empresarios por el dominio de la riqueza de la nación. Han ganado los políticos para mantener su derecho a decidir sobre el aprovechamiento de los hidrocarburos. La oposición lopezobradorista contuvo las ambiciones de la iniciativa privada sobre tan preciado recurso.

Lo que está por corroborar la Cámara de diputados la semana entrante es un ajuste a la gestión de la paraestatal, pero no está demostrado en qué beneficiará a los que menos tienen. Después de todo, el antiguo arreglo tenía empresas privadas beneficiadas, que lucraban al amparo de PEMEX, desde el añejo contratismo a los Pidiregas. Y la reforma por concluir seguirá consintiendo a las mismas u otras empresas, ya se verá como se darán hasta con la cubeta para sacar provecho de la paraestatal.

No está escrito con letras grandes de qué manera la población postergada del desarrollo encontrará un alivio a su persistente pobreza. De eso no se dice nada. Un sector de la izquierda, no exento de nómina alguna, sale a protestar desconociendo a su partido y sin capacidad de impulsar la movilización de esa mayoría conformada por los que casi nada tienen, ni formas de expresar sus demandas, ni tienen liderazgo político o gremial que las haga valer y que viven de la precariedad que les ofrece su parcela, si la tienen, de un empleo informal, de un trabajo sin derechos laborales, en condiciones de ser reclutados por el ejército o por el crimen organizado o con la estrechada opción de emigrar, objetivamente calificados para recibir subsidios del Estado.

No hay un compromiso en la reforma de PEMEX que garantice un desarrollo estable en un orden mundial dominado por la especulación, por las capacidades tecnológicas proveídas por el apoyo a la educación superior, un desarrollo que distribuya mejor la riqueza y lo haga de manera sustentable. Eso no está escrito en la reforma de PEMEX, aunque la Constitución lo sugiera. Es un acuerdo más entre las élites, que atiende a sus intereses. Un reparto más porque no se hace explícita su disposición para ceder en sus ambiciones en beneficio de los que se encuentran en sus antípodas.

Vamos reforma posible, en la que difícilmente se puede bosquejar un proyecto de país para todos. Tanto teatro y jaloneo, tanto desgarrarse las vestiduras, servirán a fin de cuentas para justificar el reparto.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Balanza


La reforma de PEMEX está por concluirse. Para unos se trata de una reformita, de un fiasco por el hecho de no abrir de par en par las puertas de la paraestatal a la inversión privada. Molestos concluyen, López Obrador se salió con la suya. Del otro lado, de la resistencia pacífica, hacen su llamado de alerta a las letras chiquitas para que no se cuele la privatización de los hidrocarburos.

En los hechos, la realidad impidió operar la reforma de Calderón por causas más graves que las que en su momento evitaron la reforma de Zedillo, esa sí, más radical. Cosas de la vida, la reforma Zedillo la obstaculizó el PAN cuando se tenían mejores condiciones políticas y económicas, la economía repuntaba y la oposición había alcanzado la mayoría en el Congreso. Un mal cálculo de los panistas impidió la privatización.

Las condiciones adversas a la reforma Calderón no se circunscribe a la oposición lopezobradorista. La economía, su desempeño, hizo inmanejable la reforma deseada por los empresarios y el gobierno. La explosión de la crisis tantas veces advertida dio al traste con la reforma, peor aún, en la génesis de la crisis no se encuentra el ogro filantrópico sino la lógica más primitiva del los mercados: el abuso, la voracidad incontinente, aunque resulte iterativo. Convocar los beneficios de la mano invisible sobre las huellas dactilares expuestas en el manejo sucio de los créditos hipotecarios en Estados Unidos (con todo lo que se ha desencadenado) ahuyentó una correlación de fuerzas favorable.

Tan las cosas no han marchado bien en lo económico que al mismo Felipe Calderón le ha sido imposible ser el paladín del empleo. Que no lo ha sido por los límites de su propia visión de la economía, una mente más flexible habría dispuesto los recursos públicos para verdaderamente generar empleos. Tuvo los recursos para distribuirlos a la población (sin subejercicio) y así contener la movilización social en contra de su reforma.

En la balanza está también la designación del asesor en seguridad hecha por Felipe Calderón. Jorge Tello Peón es el flamante asesor nombrado el domingo pasado. No es un salvador, ni el taumaturgo que requiere la conducción de los problemas de seguridad que aquejan al país. Al menos no se le tiene que ver así para no echarlo a perder. La encomienda del nuevo y experimentado asesor está enfocada a lograr la escurridiza coordinación del gabinete de seguridad.

No es una tarea fácil, sobre todo si se toma en cuenta que la coordinación no ha sido virtud de los gobiernos en manos del PAN, gobiernos que se han dado a la terrible improvisación de confundir la gestión pública con el manejo de los asuntos privados, lo que los ha distinguido como líderes de la descoordinación. Y en el detalle de esta falta de coordinación del gabinete de seguridad estará la habilidad y el tacto de Tello Peón para no atropellar a la institución castrense.

Y como registro final a esta balanza de temas variados está la victoria de arcaizante carro completo que obtuvo el PRI el domingo, dentro de los comicios locales para renovar congreso y presidencias municipales, en el estado de Coahuila. Un triunfo sin el triunfalismo de las cúpulas priístas, un triunfo del gobernador, sus hermanos y el SNTE. Un triunfo rancio, sin distinguirse a plenitud si es mejora o echándose a perder.

martes, 21 de octubre de 2008

Final


La crisis hipotecaria que se gestó en los Estados Unidos se transformó en financiera, generó tal onda expansiva que prácticamente dejó sin argumentos a la resistencia pacífica de adelitas y de juanes.

Saliendo del esquema coyuntural y aldeano característico de este blog, la perspectiva histórico-global es un recurso para situar la dinámica política actual, en específico, el curso tomado por la reforma energética. No tiene el contenido original de lo planteado por el gabinete de energía de Felipe Calderón con su carga privatizadora. Carga que se ha diluido hasta ser considerado hoy el proyecto una reformita. En este destino ha pesado poderosamente la crisis financiera que sacude al mundo. La reforma se desinfló, pues los vientos que soplan hoy en día no le son favorables. La intervención de los gobiernos para salvar la economía y la astringencia de capitales le pegaron al argumento ideológico de los mercados perfectos o autorregulados.

Con la actual crisis concluye una época que bien podría ser epónima de Ronald Reagan. Iniciada en 1980, con la llegada de los reaganomics al poder de la nación más poderosa, la ideología del mercado absoluto y el estado mínimo se afirmó casi por tres décadas. El mundo tuvo una partitura común que no sólo acabó con el bloque socialista (autoritario), sino que arrasó con otras modalidades de estatismo (populismo). La intervención del gobierno de los Estados Unidos, de los países de la Unión Europea y América Latina para contener la crisis ha tirado por los suelos la patraña económica que se vendió como panacea.

Veintiocho años son muchos para verificar la armonía de la oferta y la demanda, inmisericordes para padecer su aporte a la pobreza de los de siempre. Compañeros de viaje de la aventura neoliberal fueron Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes a falta de una propuesta se adaptaron a los tiempos dominantes, con la misma naturalidad con la que los gobiernos del priísmo clásico hicieron suyo el estado del bienestar. Años de imperio tecnocrático en que nos acostumbramos a la descalificación, desde el mismo gobierno, de la gestión del aparato público.

Tenemos el final de una época, somos demasiado ignorantes de lo que inicia. El espanto oculta la alegría pues las dudas y la inquina contra lo público no se han disipado. Prueba de ello es que México hasta el momento no dispone de un plan común impulsado por gobierno y la sociedad, como que es cosa del gobierno y está fuera de la influencia del átomo ciudadano. Y así es. Pero qué hay de las sociedades intermedias que están ahí para realizar la articulación entre el gobierno y la ciudadanía. Es un déficit que no amerita comentarios o no se quiere criticar, más bien.

Ni los partidos, ni las empresas, ni los gremios, ni las iglesias, tampoco los medios de comunicación fueron decisivos para hacer de la ola neoliberal una oportunidad para disminuir las desigualdades. Ingresamos al club de los países ricos sin disminuir la pobreza. Una pueril adaptación al mercado global nos mantuvo como exportadores de petróleo y de mano de obra. Y en el aprendizaje distractor del abc librecambista, no se vio cuando el narcotráfico se convirtió en señor de autoridades y hacedor de los ensueños del mercado.

sábado, 18 de octubre de 2008

Frentes


Tres frentes desquician la conducción gubernamental. Para el ciudadano común, de la clase media más bien, no le gustaría asistir como espectador de la triple derrota del gobierno.

El frente de la guerra contra el narcotráfico no tiene vencedor en el corto plazo, es la incertidumbre lo que prevalece en un continuo derramamiento de sangre. El gobierno destaca sus spots que palidecen con lo que a diario aparece en la nota roja: ejecuciones, enfrentamientos y...fusilados. Una guerra a la que no se le ve fin y en la cual los territorios implicados, sus habitantes, se resisten a incorporar el tema de la delincuencia organizada y hacen sus vidas como si ésta no ocurriera, aceptando una sui generis ruleta rusa en la que no se sabe cuando le llegará a cada quien el encuentro brutal con el crimen organizado, pues el gobierno no tiene control ostensible sobre los actos delictivos.

El frente de la crisis financiera mundial se hizo incontenible la semana pasada con devaluación del peso. Lo que el PAN, la oposición y la gente consideró como una realidad del pasado priísta y del régimen presidencialista, irrumpió para desenmascarar la demagogia del cambio estructural y ha puesto en evidencia los límites de la alternancia. En 1976, en 1982, 1987, en 1994, la fuga de capitales se le atribuyó a la clase política agrupada en el PRI. La constante demostrable es el comportamiento especulativo de grandes empresas en cada una de esas coyunturas, las que tienen capacidad e información para operar una corrida en contra del peso. Y nos volvieron a saquear. No es un problema de legalidad como claman los apologetas de los consorcios voraces. Es un asunto de actitud que se opone a la solidaridad con los habitantes del propio país, a su mascarada filantrópica, a su propaganda de denuncia en contra de la deshonestidad que presumen los empresarios.

El frente contra la pobreza y la desigualdad, que no ha sido la primera prioridad más allá de la declaratoria de guerra al desempleo que se postuló durante la campaña presidencial del 2006, no encuentra mejores resultados para el gobierno. En la semana el INEGI ha reconocido que la guerra se va perdiendo pues el desempleo sigue creciendo y se teme el regreso de los trabajadores que emigraron a los Estados Unidos.

Estos son los frentes de guerra de mayor relevancia respecto a los cuales el gobierno ha decidido privilegiar el rescate de los mercados, no los ha dejado seguir su propia entropía y ha subastado parte de la reserva de dólares para tratar de calmarlos sin lograrlo a plenitud. No se atisba que entre la aptitud delincuencial que se ha extendido dentro de la sociedad y la especulación empresarial existe una disminución de las capacidades del Estado para contrarrestar la desigualdad y establecer los equilibrios necesarios que el antiguo régimen priísta no pudo preservar ni defender.

En este contexto de guerra se encuentran dos detonantes que pueden extender la guerra en una pendiente civil si no se manejan con sumo cuidado. La reforma de PEMEX y la Alianza por la Calidad de la Educación, son dos iniciativas gubernamentales que amenazan incendiar al país pues el liderazgo gremial de los petroleros y del magisterio no tienen la legitimidad para apuntalar las propuestas del gobierno. Por el contrario, le da aliento a la disidencia de los profesores y las huestes de López Obrador.

sábado, 11 de octubre de 2008

Lastre


El jueves se trasmitió por televisión un mensaje notoriamente editado del presidente Calderón. El propósito, anunciar las medidas del plan anticrisis que una a una se iban leyendo según aparecían en el telepromter (O como se le llame) Vimos un Presidente preocupado, distante de aquel que se ufanaba emocionado por la adversidad. No obstante, el mensaje quiso ser esperanzador, una catarata de cifras del gasto público por venir, como en los viejos tiempos lopezportilistas. Ay! Qué tiempos señor Don Jolopo. Es bueno que se aspire a lograr crecimiento en épocas pinceladas en el paisaje de la recesión.

Si las decisiones fueron mejores o a tiempo ya es otra cosa, en los hechos, contra los especuladores no hay otra defensa que sus rendimientos decrecientes. Por lo pronto, nos guste o no, es el tiempo de su voracidad. ¿Cómo es posible que en una hora se hayan engullido seis mil millones de dólares que lanzó al mercado el Banco de México de sus reservas? Siendo sinceros, las medidas que adoptan los gobiernos, no sólo el de Calderón, no garantizan ser las mejores en un mundo entregado a la especulación por más de tres décadas o desde la caída del muro de Berlín.

Ya comentamos la importancia de la solidaridad social del gran capital, solidaridad que brilla por su ausencia. Según reportes periodísticos ha sido el capital financiero, los bancos, los principales compradores de dólares ofertados por Banxico. El asunto que no ha sido explícito en el plan de gasto calderonista para evitar la recesión es informar sobre la fuente de la cual se pretende financiar el gasto, a excepción de la nueva refinería que se hará con los ahorros de PEMEX. Sería saludable que el gobierno fuera explícito.

También se ha insistido en el cambio de gabinete. El gabinete actual está desgastado, no se le tiene respeto y, sin embargo, se le mantiene. Peor cuando es de todos sabido que no es congruente con el plan anticrisis, pues los actuales titulares de despacho se han destacado por ser los campeones del subejercicio, empezando por Cárdenas Jiménez y Luis Téllez.

Adicionalmente, un nuevo gabinete bien pensado sería como una bocanada de confianza para un gobierno que no la ha tenido fácil. La llamada guerra contra el narcotráfico está lejos de ganarse. La alianza con el magisterio se ha vuelto desestabilizadora, no se les puede pedir el voto para después irse en contra de sus derechos adquiridos. Los sucesos de Morelos de desobediencia civil, y los consecuentes desalojos, ponen al gobierno al filo de la navaja.

El capitán de la nave debe decidir ya si tira el lastre y pacta desde ahora un arreglo de doble propósito, la estabilidad política y el mínimo crecimiento económico.

jueves, 9 de octubre de 2008

Decisiones


Los individuos somos muy adeptos a la idea, más bien pretensión, de realizar lo que dicta la voluntad propia. Cuando el ego se deja extraviar por la voluntad el voluntarismo dilapida recursos y hace pedazos los proyectos más anhelados. Llega el momento en que después de tanto batallar, la realidad se convierte en la partera de las decisiones. Estas líneas son sugeridas por el plan anticrisis que acaba de ofrecer el presidente Felipe Calderón.

La crisis financiera global hace estación para la reconsideración del dogma neoliberal y abre paso para poner en primer orden las obligaciones del Estado en materia económica. El gobierno de, por y para los empresarios promovido por Acción Nacional está exhausto, al grado que se tiene que llamar a la escena al vilipendiado populismo. Se está a tiempo de clausurar la confusión entre las realidades del mercado y las del Estado. El mercado tiene en el incentivo de la ganancia el impulso básico para la generación de riqueza. El Estado, por su parte, como proveedor de paz social, tiene en la administración pública la suma de recursos para combatir la desigualdad social. El antagonismo pregonado por el neoliberalismo entre estas dos realidades no se puede sostener más.

No es la primera ni la última crisis a sortear por este país, pero es la crisis que le toca enfrentar a Calderón. No es lo mismo que en el 76, el 82, el 87 o la situación del 94-95. El frentazo de la economía norteamericana concentrada en mantener su propia sociedad de consumo a costa de la economía global es la causa. El origen es exógeno, no por ello menos perturbador dada la interconexión de la economía mexicana con la de Estados Unidos.

No se trata de inventar un superhéroe que cargue solo sobre sus espaldas los riesgos de la actual coyuntura para después erigir un villano. De lo que se trata es de arropar política y socialmente el plan anticrisis con medidas que produzcan confianza, que trasciendan lo que ahora hacen las campañas publicitarias del gobierno. Una de ellas ha sido muy sugerida por la opinión pública y que aquí recojo la versión de Pablo Hiriart plasmada en Excélsior: formar un nuevo gabinete con los mejores, sin importar su filiación partidista. Se requiere un gabinete de servicio al país, de conocimiento y experiencia probada, que evite el subejercicio presupuestal y el proselitismo partidista, así como el contubernio con intereses fácticos.

Otra acción se retoma de Luis F. Aguilar expuesta en su colaboración quincenal en el diario Reforma. Apelar a la solidaridad social que en otras ocasiones ha servido de eficaz auxilio para atender situaciones críticas. En esta consideración Calderón tendría que hacer un llamado a los grandes empresarios del sistema financiero o de cualquier otro servicio importante para que realmente apoyen a la población de manera generalizada a mantener la economía familiar, esto bien reduciendo tasas de interés o el precio de tarifas. No se trata de repetir la fórmula fallida que se pactó el año pasado con las tiendas de autoservicio. Tampoco se trata de hacer teletones.

Felipe Calderón tiene la palabra.

martes, 7 de octubre de 2008

Remolino


Ni de donde agarrarse. Así está el país entero, sacudido por la mala fortuna, desgraciado por la adversidad de los dioses, con sus élites achaparradas frente a los retos.

Después de Chihuahua, Sinaloa y Michoacán, Tijuana se ha puesto de nuevo a la cabeza en el mapa de los ejecutados. En menos de diez días más de medio centenar de cuerpos exánimes tirados en la vía pública, entambados, decapitados, con la lengua desprendida. Exhibiendo toda la maldad de Scarface, película norteamericana de los ochentas, hecha realidad en tierras mexicanas. Y para terminar de estremecer a la sociedad, el presidente Calderón reconoce que el Estado no tiene capacidades plenas para garantizar la seguridad.

Felipe Calderón afirmó el 30 de septiembre, durante la presentación de un paquete de modificaciones a la ley, que parte del problema son las autoridades: “Una malentendida división de competencias entre autoridades de los tres órdenes de Gobierno, que genera una falta de coordinación entre las policías y autoridades de procuración y administración de justicia en todo el país.” “El contubernio de criminales con algunas autoridades que por coacción o cooptación han permitido el crecimiento de las actividades delictivas, e incluso han llegado a participar directamente en ellas.”

Y si las autoridades son parte del problema, pues no hay mucho espacio para donde hacerse, aunque bien se podría empezar por consignar a las autoridades en contubernio.

Ése es el frente interno. En el frente externo la economía global trae su propio estremecimiento. Todo el mes de septiembre pasó en medio de la turbulencia financiera acicateada por un debate: el rescate del gobierno de Estados Unidos a su sistema financiero. Rescate que finalmente fue aprobado el viernes pasado y que al lunes siguiente, el 6 de octubre, fue recibido por una estrepitosa caída de las bolsas de valores de todo el mundo. No se trata del fin del capitalismo, ni el cumplimiento de la teoría del derrumbe. Es, sí, el límite del mercado desreglado, el que ha institucionalizado el robo bajo la conducción del mundo unipolar, frente al cual el estado nación tiene que responder instruyendo regulaciones pertinentes con la dignidad humana y la protección del medio ambiente.

En esas estamos, sin rumbo y sin desterrar prácticas del pasado. El viernes 3 de octubre fueron asesinados por la policía seis ejidatarios del Ejido Miguel Hidalgo en Chiapas. La policía federal y estatal se aprestaron a ejecutar un desalojo sobre un predio que asienta a la zona arqueológica de Chincultik. Los resultados fatales no han merecido mayor atención de los medios, será porque ahora las autoridades involucradas no son del PRI. La información no ha sido fluida y la que llega podría ser catalogada de tendenciosa mientras no haya material para contrastarla, lo cierto es que la mediación fracasó. Las autoridades responsables son panistas y perredistas. O sea que en mejores manos no estamos.

No extrañe que en medio del remolino la gente voltee a mirar al PRI, ya lo hizo el domingo pasado en las elecciones locales de Guerrero, donde el tricolor obtuvo la mayoría del Congreso y alcanzó las alcaldías de los municipios más poblados de la entidad. Bien se puede decir que no ganó el PRI, pero ni duda cabe que perdieron los que no han sabido honrar la alternancia democrática, quienes llegaron a hacer peor de lo mismo.

viernes, 3 de octubre de 2008

Noticia del pasado


Como cada año, las páginas de los diarios se despliegan para informar de un lamentable suceso del pasado, también lo hacen los medios electrónicos. Lo hacen como la mayoría de esos medios no lo hizo en el momento de la noticia. Se repite la frase: 2 de octubre no se olvida. Miles de ciudadanos vuelven a salir a la calle para condenar la represión del movimiento estudiantil de 1968. Se exponen de nuevo las hipótesis del complot norteamericano a través de la CIA, del complot soviético a través de la KGB. Se comenta el contexto de sucesión presidencial como motor oculto de la protesta estudiantil.

Estas versiones que coinciden en exhibir a estudiantes politécnicos y universitarios manipulados por fuerzas extrañas, manipulación supuesta que los hace marionetas, totalmente inconscientes de su propia movilización. Y vuelve la retahíla del 68 y su efecto purificador sobre la vida política nacional. Sin el 68 México no sería democrático. Ah! Y qué más.

Se pierde la verdad simple. Los jóvenes que se preparaban en los centros de educación superior, salieron a protestar contra un régimen de libertades restringido, al grado de que la protesta social se enfrentaba desde el gobierno con la aplicación del código penal. Por eso para el régimen era normalidad legal reprimir la movilización social. La posrevolución había entrado en una dinámica represiva una década antes de 1968 y la prosiguió con la guerra sucia después de ese año.

Lo que dejó el 68 fue una serie de acciones gubernamentales y reformas que en cierta manera pretendieron superar el trauma del 68. De 1970 a 1982 el régimen buscó a través del gasto público responder al descontento social sin modificar de fondo las prácticas autoritarias. Después se dieron reformas de liberalización económica y política.

Hasta ahora, todo ese reformismo, incluyendo la novedad del gobierno dividido (1997) y la alternancia del Ejecutivo federal (2000), ha sido insuficiente. La desigualdad social y la impunidad siguen siendo el rostro desagradable del cuerpo nacional. En México no se vive mejor. Masas de jóvenes no tienen empleo, ni van a la escuela. Miles emigran porque el país sencillamente no los puede cobijar en el presente y su futuro es incierto en el suelo que los vio nacer. Miles se integran a la economía informal. Cientos se incorporan a las actividades delictivas. No se tiene un régimen renovado. Todavía peor, se ha vuelto moneda común hablar de un Estado fallido. El Estado ha perdido el monopolio de la violencia que hoy le disputa el crimen organizado.

Cuarenta años después, México no está mejor. La visión del 68 como parteaguas no queda bien parada en un sentido positivo frente al desastre actual. Se sigue cocinando la misma noticia del pasado atribuyéndole beneficios que buena parte de la población y del territorio no alcanza. Al final de la jornada se erige una fecha cívica más, celebratoria del dolor y carente de alegría, como lo han sido las fechas conmemorativas que integran el calendario patrio.

De manera grotesca, el pasado se encarga de secuestrar el futuro.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Afligidos


Para hacer la guerra y estar dispuesto a matar se debe poseer total insensibilidad respecto al otro. Disposición para la guerra es indicador de que se es portador de una condición mentalmente patológica (no importa aquí la cobertura nacional, religiosa, ideológica o necesidad que la justifique). Hasta que llega el momento en que la sensibilidad despierta y espabila al sujeto. Entonces la conciencia le permite reconocer los excesos y recapacitar para reparar. Mientras la sensibilidad se mantenga adormecida la guerra tiene el soporte síquico para desplegarse. Los imborrables acontecimientos de la noche del 15 de septiembre en la plaza de Morelia, en Michoacán, pueden ser aprovechados positivamente para salir del pasmo en el que se sumerge la sociedad ante el persistente oleaje criminal.

Pero cuando esa guerra es declarada por la autoridad para abatir al crimen organizado, la sensibilidad del gobernante está a toda prueba en cada una de sus decisiones y acciones. La persistencia de la nota roja en las primeras planas de los diarios constituyen el parte de guerra que la autoridad escamotea día a día, mientras el gobierno pide que no se les dé publicidad a esos actos, a excepción de que constituyan un spot difundido por la casa presidencial. Muchas voces han pedido al gobierno que modifique su estrategia, otras más le solicitan el cambio de gabinete de seguridad. La percepción del gobernante se sitúa distante de la ciudadana.

La situación no tiene medida o rasero respecto a lo que es el límite crítico después del cual, una vez rebasado, un país va al despeñadero. El Presidente fue la semana pasada a Nueva York a soltar un discurso en la ONU que no tuvo mayor repercusión, a decir ante empresarios estadounidenses que la depresión económica global no le va a pegar a México, a tocar la campana en la Bolsa de Valores en la Urbe de Hierro, a intercambiar con Shakira y Alejandro Sanz asuntos relacionados con la caridad continental. A Felipe Calderón, sus manejadores de imagen, lo hicieron aparecer relajado y confiado, apariencia totalmente opuesta a la que se está viviendo en México. Esta disociación es botón de la insensibilidad calderonista.

Es en la nota roja donde con regularidad se hace un recuento de los decesos en este combate a la delincuencia. Y el espacio es escaso para hablar de los parientes afligidos, el más difundido ha sido el del empresario Alejandro Martí. Los deudos, en su gran mayoría, no ameritan hasta ahora una estadística con su narración al calce. Cuántos padres han perdido a sus hijos, cuántas mujeres han quedado viudas, cuánta orfandad ha generado la violencia. Cómo estarán estas familias, quiénes se preocupan por ellas. Tendrán una idea de futuro hecha con resignación o cultivando la resentida venganza. No hay interés de la autoridad por acercarse a toda esta gente dolorida. Se piensa en recursos fiscales, jurídicos, en la creación de aparato burocrático, no cabe la idea de reconciliar a estas familias desgarradas para integrarlas a la hoy dañada convivencia. Y no es una despreocupación exclusiva de las instancias federales, también las estatales y municipales están desinteresadas.

No se puede ocultar más que la violencia desbocada se da en el contexto de una sociedad dividida, división de la cual la delincuencia es expresión brutal. Conocer las causas de la escisión, buscar la reconciliación, es competencia de una autoridad legítima ¿La tenemos?

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Inseguridad


Fue Felipe Calderón a Nueva York. Gira de tres días en los que su agenda tiene el interés proponer la colaboración internacional en materia de seguridad. El destino que se ha forjado en su gestión como gobernante de México lo ha llevado a compartir su preocupación por el combate a la inseguridad a otros países. Quien iba a decir que aquel candidato del empleo ahora arrastre penosamente el tema de la seguridad, que en el origen del sexenio tenía un claro sentido legitimador.

Cuando en diciembre del 2006 se instruyó al Ejército como punta de lanza en contra del crimen organizado, se prescindió del cálculo elemental sobre el arraigo de las actividades ilícitas en estructuras de gobierno, policial y como actividad sensiblemente extendida dentro de la sociedad. Mal que bien, en 2007 la estrategia en contra de la delincuencia no se percibía desbordada por el hampa afectada, aunque lo estuviera. Todavía en diciembre de ese año el gobierno hizo una primera evaluación interna de su primer año de ejercicio. No se publicitó el resultado de la evaluación, pero de ella derivó lo que ha sido la decisión más acariciada de la actual administración: impulsar la reforma energética.

En ese esquema, a la prioridad del combate a la inseguridad le vino el rebase por el tema energético. Para enero de 2008 el Presidente estaba exultante de optimismo, llegó a declarar que en el fondo la adversidad –del panorama económico mundial- le emocionaba. Tan le importaba ese giro energético de su agenda nacional, que el relevo en Gobernación no estaba motivado por la inseguridad. Recientemente, el presidente Calderón confesó que el arribo de Juan Camilo Mouriño al despacho de Bucareli tenía el propósito de negociar la reforma energética.

En la especulación presidencial, si Mouriño era bueno para los negocios asociados a la energía entonces sería bueno para llevar a buen puerto dicha reforma. Una falacia desastrosa. Ni pudo conducir el debate energético, mucho menos ganarlo. Y en ese afán reformador, Mouriño terminó en medio, atrapado en la beligerancia del crimen organizado, circunstancia para la cual nunca se había preparado, nombramiento que desde el punto de vista de la política interior nunca tuvo congruencia, por decir lo menos.

Ahora se ve como en su comparecencia ante diputados del martes 23 de diciembre, JC sufre su encargo junto con el Procurador y el Secretario de Seguridad Pública. El presidente Calderón puso por delante el tema de la inseguridad desde el inicio de su gestión, lo malo es que la estrategia no ha sido consistente y, en consecuencia, ha fallado ante los ojos de la opinión pública. Tan es así que la inseguridad hoy es lamento y plañido dentro del periplo neoyorquino que hoy concluye.

Por el bien de todos, se desea que Felipe Calderón reconozca lo que no funcionó y corrija lo que haya que corregir. Es inaceptable el baño de sangre como destino de país.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Desgracia


Dos consensos se extienden a lo largo y ancho del país. Uno se refiere a la disposición de gobierno y sociedad para rechazar las agresiones del crimen organizado. En eso todos están de acuerdo, más ahora que la violencia ha involucrado a inocentes. Es un consenso que el miedo ha terminado por rubricar y, a excepción de la delincuencia organizada, la lucha tiene el apoyo de todos, nadie la rechaza.

Lo que está en cuestión, y ese es el otro consenso plasmado en la opinión de la prensa escrita, es la estrategia gubernamental para combatir al crimen organizado. En ese punto la opinión es casi unánimemente adversa al presidente Calderón, salvo las cúpulas que albergan el Consejo Coordinador Empresarial, la mayoría muestra desacuerdo con la forma como hasta ahora el gobierno ha conducido este combate. El mismo secretario en gobernación insiste en afirmar que la estrategia está bien y no se va a modificar, lo que equivale a aceptar que las consecuencias sangrientas estaban previstas hasta en hechos como los ocurridos la noche del 15 de septiembre en Morelia, Michoacán. Pero no se dice hasta cuando se puede mantener la actual estrategia.

Con esa falta de humildad que muestra Felipe Calderón y sus cercanos, nunca alcanzarán la estrella de la redención. El orgullo no puede ser tan grande como para dar cabida a la desvergüenza. Sin atender la amplia opinión adversa, se limitan a proponer leyes, burocracia y presupuesto para combatir al crimen organizado, sin mirar hacia el cómo se construyó, inconscientemente, el proceso que llevó al país a caer en manos del crimen organizado. Como si se tratara de una maldición divina para obviarse las explicaciones.

Y así está el país, mirándose el ombligo de sus desgracias, atado a un modelo globalizador que hace agua desde el centro de sus promotores. El modelo se acabó, reconoce Carlos Elizondo Mayer-Serra (Reforma). El sistema financiero autorregulado no aguantó más y el presidente George W. Bush ha tomado medidas de salvataje estatal para rescatar porciones del sistema financiero asentadas en los Estados Unidos: hipotecarias, bancos, aseguradoras.

Ese modelo de acumulación que tenía entre sus tesis centrales la degradación del interés público ante los apetitos privados y el consecuente desmantelamiento del aparato público, para demostrar la bondad de la mano invisible, sin sospechar que la mano ensangrentada de la delincuencia operaría en paralelo al debilitamiento del Estado que cedía responsabilidades al mercado.

Para desgracia, esta apreciación de muchos es ignorada un día sí y otro también por el gobierno.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Granadas


En un mes han ocurrido asesinatos, ya es costumbre. Multihomicidios estremecedores en dos sentidos: uno la frialdad en su ejecución criminal. Dos, la respuesta desarticulada de la autoridad. Primero fue el poblado de Creel, en Chihuahua. El asesinato de trece jóvenes que todavía no alcanza esclarecimiento alguno. Le siguió el hallazgo de doce policías decapitados cerca de Mérida, en Yucatán. Después se encontraron los cuerpos sin vida de veinticuatro personas en Ocoyoacac, Estado de México, veintidós de ellos tenían por oficio la albañilería o faenas asimilables.

Por si no hubiera hartazgo, el 15 de septiembre, en plena celebración de El Grito de la Independencia, estallan dos granadas ante la multitud reunida en la plaza principal de Morelia en Michoacán. Se cuentan siete muertos y 101 heridos, de los cuales ocho son de gravedad. Esa es la verdad oficial. Precisamente en Michoacán, donde comenzaron los operativos contra el crimen organizado y la delincuencia. Ese dato indica que los operativos no han servido.

Al día siguiente, el presidente Felipe Calderón habla de los enemigos de México y de la impostergable unidad nacional. No da nombres, ni ubica a los enemigos. Una acusación en abstracto que arroja otro dato. La Plataforma México, el sistema de inteligencia para detectar y encontrar a los criminales con el que cuenta la SSP no está funcionando, es un elefante blanco.

Y si el Presidente no tiene información estamos perdidos. No habrá Ejército, ni policía, ni presupuesto suficiente para combatir a la delincuencia organizada si no se revisa a fondo la estrategia, a menos que se quiera imponer la suspensión de garantías constitucionales. Es frustrante que la autoridad no pueda señalar, ubicar y echarle el guante a por lo menos diez miembros distinguidos del hampa, descabezarlos ¿Quién los protege? ¿Y si no fuera el hampa?

El caso de Michoacán, como el de casi todos los estados, le debería ser perfectamente diagnosticado a Felipe Calderón. Que le sirvan de algo sus economistas para percatarse de la desproporción entre lo que produce el aparato productivo del estado y la riqueza que se ostenta en plazas como Morelia o Zamora. Que le sirvan de algo los fiscalistas de Hacienda, para elaborar un operativo semejante al que llevó a la cárcel a Al Capone en los Estados Unidos.

Se invoca la unidad nacional como un recurso desesperado ante la incapacidad propia. Convocatoria bien recibida por el editorial de El Universal, objetada en su maña por el editorial de La Jornada. El Presidente tiene que ser específico y contundente cuando habla de enemigos y traidores a la patria, no dar lugar a interpretaciones que den cauce al linchamiento sin fundamento. Ya se publica que el discurso presidencial lleva dedicatoria para López Obrador, como queriendo poner en un mismo saco a la oposición con la delincuencia.

Si por casualidad en un clóset de la residencia presidencial, Felipe Calderón dio con el calzado de Gustavo Díaz Ordaz más vale que los aparte de su entorno, no vaya a ser que se lo quieran hacer calzar. La explosión de las granadas debe investigarse con la certeza y cuidado justos para no caer en la perversa emulación de George Bush.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Veinticuatro


La ceremonia de clausura y de apertura de cursos del sistema educativo militar del pasado día 12 de septiembre, presidida por el presidente Calderón, fue ocasión para reiterar el combate a la delincuencia. Una convocatoria hecha ante una audiencia que lleva sobre sus espaldas, por instrucciones de su comandante supremo, el combate al narcotráfico. Sería alrededor del mediodía. Para ese entonces, la respuesta provocadora del crimen organizado se había consumado o estaba en marcha.

Después de la siete de la noche se daría con el paradero de veinticuatro cuerpos, de hombres ejecutados, de entre 25 y 35 años de edad. En un bosque colindante con el parque nacional de La Marquesa, cerca de donde entronca la autopista y el camino libre a Toluca, donde está la desviación a Chalma. A treinta kilómetros, más menos, de la residencia presidencial de Los Pinos. No es una casualidad, es un desafío más, una demostración de que la guerra entre las bandas de narcotraficantes está por encima de las estrategias gubernamentales.

Hasta ahora, el gobierno no se ha hecho las preguntas que lo lleven a dilucidar el arraigo que ha adquirido el crimen organizado dentro de las instituciones de seguridad y el mercado, así como de poblados. No ha entendido que una cultura consumista que alegremente se pavonea por todos los medios y un mercado dominado por unas cuantas familias se contrasta con la pobreza y el desempleo.

En medio de ese contraste, la delincuencia organizada es un atajo brutal para quienes marginados del modelo están dispuestos a conquistarlo para su satisfacción. No importa que se acorten sus vidas, menos les apura la ilegalidad. Felipe Calderón es de Michoacán y debería tener claro que es lo que pasa. La narcoeconomía corrompe autoridades y seduce habitantes. No se combate sólo con mayor presupuesto en seguridad sino en educación, con más empleos y mejores salarios. Pero ese tipo de combate no se lo imaginan en el gobierno. Eso es populismo y por tanto no tiene cabida en las decisiones gubernamentales del partido en el poder.

Con este país arribamos a una celebración de la casi bicentenaria Independencia de México. Con una plaza de la Constitución fragmentada por barricadas que vacían el significado original de los símbolos patrios, sin tránsito libre, dando rodeos. Ejemplo de una sociedad dividida, que no encuentra en sus actuales liderazgos quien sea capaz de reconciliar. Por el contrario, parecen estar en una única aptitud, la de polarizar.

Mientras tanto, estremece la cifra de veinticuatro muertos en una cuenta que se hace interminable. Veinticuatro muertos que dan pie a una investigación policial, distante del contenido económico y social que ha desatado el baño de sangre. Tal vez algún día, mucho años después, alguien retomará la corta vida de estos asesinados y los recobre en un audiovisual o en una narración. Entonces tal vez sepamos realmente quiénes fueron, lo cual ya interesará a muy pocos.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Confianza


Confianza es el valor y el criterio con el cual el presidente Calderón designa y destituye a los miembros de su gabinete. Esa es la medida superior a todo procedimiento y evaluación. El contacto con la gente y las realidades de los resultados se subestiman. Le tiene confianza a su equipo, confianza no compartida por la ciudadanía y un sector de la clase política. En voz de Alejandro Martí se ha popularizado la frase “si no pueden, renuncien”. Por su parte, el senador priísta Manlio Fabio Beltrones ha insistido en la propuesta de que el gabinete tenga el aval del Congreso. Y qué decir de inscribir en la Constitución la revocación del mandato impulsada por el fapista Porfirio Muñoz Ledo. Por diversos frentes se da una opinión reprobatoria respecto al rendimiento del equipo presidencial

Más allá de la confianza consentida a sus colaboradores, Felipe Calderón es el responsable y actúa en consecuencia a su sentir y a su visión de la cosa pública, pero no puede cerrarse desde el argumento de su propia confianza desde el cual se infiere la desconfianza a los otros, a los que no son parte de sus íntimos. Si no hay reciprocidad de confianza para atender los asuntos públicos el Presidente terminará aislándose hasta llegar a la inutilidad de sus funciones, convirtiéndose él mismo en el promotor de la extinción de sus funciones.

El manejo del combate a la inseguridad que se asumió como la prioridad gubernamental está fracasando, un signo de esta afirmación – el más aterrador - es el incremento de las cifras de decesos violentos por parte del crimen organizado, que de seguro están por arriba de las que se han hecho oficiales. No es el único signo, pero lo dice todo.

Las cosas no están para buscarle tres pies al gato y si en la residencia de Los Pinos no reconocen que parte del equipo ya dio de sí el consenso adverso será incontenible. En los últimos días, ante la ausencia del mensaje presidencial que naturalmente debía generar el Informe de Gobierno, el espacio mediático lo ha ocupado el encargado federal de la seguridad pública.

A lo que se comentó en la anterior entrega sobre las desatinadas declaraciones del secretario Genaro García Luna, se agrega el descubrimiento de que una persona ligada a sus cuadros operativos, Lorena González Hernández servidora pública de la SSP, ha sido vinculada en el secuestro fatal de Fernando Martí. Frente al indicio, la desarticulada respuesta de parte de los responsables de la SSP contradice la estimada confianza que les brinda el Presidente.

Algo no está bien, la capacidad de la información de inteligencia del gobierno queda mal parado ante los acontecimientos. Ante la prensa ya no aparecen voceros de las dependencias, tienen que salir directamente altos funcionarios, que en su mirada son el reflejo fiel del desconcierto. Se ha publicitado que al crimen organizado se le combatiría con inteligencia policial y es precisamente lo que ha faltado. Se actúa con lentitud, a la defensiva, fundada la defensa de los colaboradores en un confianza que resulta suicida.

No basta la confianza ciega, hacen falta las capacidades probadas y confianza pública que se gana con resultados. Cambiar el gabinete no es ya un problema de debilidad sino de sensatez. Es lo que se pide.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Base social


Ante los diputados en San Lázaro y ante los periodistas en Acapulco, Guerrero, el secretario de seguridad pública federal, Genaro García Luna, afirmó la semana pasada que el crimen organizado cuenta con base social. Dicho esto desde el análisis de un reportero o de un académico no pasaría de ser una afirmación que no tiene reconocimiento de la autoridad y por consiguiente no desarrolla sus consecuencias o implicaciones. Pero cuando la autoridad afirma que el crimen organizado tiene una base social, ésta está obligada a hacer una serie de demostraciones ineludibles.

Primero informar quiénes forman esa base social: agricultores, ganaderos, comerciantes, campesinos, curas, servidores públicos de los tres niveles de gobierno, legisladores, familias y poblados enteros. Segundo, reconocer que si conforma una base social la delincuencia organizada es algo más que un ente criminal y evoluciona subterráneamente como fuerza política que le disputa al Estado el monopolio legítimo de la fuerza y el control sobre el territorio y la población. Si eso es cierto estamos en un escenario de la lucha anticrimen que rebasa el simple esquema de policías contra delincuentes.

Es decir, la lucha contra la delincuencia organizada es una lucha contra la sociedad, contra porciones de ella, así sean minoritarias que prefieren vivir sustraídas de la acción del Estado. Un fenómeno que no se entiende ni como guerra revolucionaria, ni civil, pero que el gobierno tiene que nombrar con la mayor precisión conceptual para poder atacarlo y no dar palos de ciego.

La lucha también requiere de una coordinación. Por lo que se ha vertido en la prensa escrita, esa coordinación tiene diferencias. Diferencias que han expresado mandos militares a través de filtraciones. Hasta ahora esas diferencias debilitan al gobierno en su combate al narcotráfico, diferencias que el gobierno debería superar a la brevedad. Existe un grupo compacto del gobierno que actúa como su tuviera un mandato contundente y no es así. Un grupo compacto que parece actuar por compromisos no expresados en las urnas.

Otra variable a considerar para entender la estrategia fallida del gobierno en contra del crimen organizado en este desproporcionado baño de sangre en el que se ha caído es la descomposición social. ¿Por qué México? Es una pregunta que ya se ha hecho aquí. Acaso Estados Unidos o España no tiene crimen organizado y legiones de consumidores. Qué los hace diferentes. ¿Una mayor vigencia del Estado de derecho? ¿Será que son países que se han beneficiado del nuevo reparto de la globalización extrayendo recursos de naciones como México?

Tomadas estas consideraciones, las declaraciones de García Luna requieren de mayor abundamiento de su parte, pues el combate al crimen organizado puede conducir a fortalecer el proceso de balcanización en ciernes. Si no entiende lo que implica hablar de base social y declaró según el tarjeteo que le hicieron para correr una cortina de humo frente a las acusaciones que en los medios lo pintan como un servidor público caprichoso, proclive a trabajar con amigos sin importar capacidades profesionales, entonces el secretario estará conspirando en contra de su credibilidad cualquiera que esta sea.

jueves, 4 de septiembre de 2008

¿Y el mensaje?


Lo verdaderamente extraordinario del primero de septiembre no fue la modificación del formato del Informe presidencial, lo que coloquialmente se dio en llamar el día del presidente. No, lo que es de llamar la atención es que el presidente Calderón y su equipo no hayan elaborado un mensaje. La modificación del formato no incluyó la prohibición de mandar un mensaje a la población, una idea u orientación del curso de la nación. A fin de cuentas, el mensaje siempre ha sido más relevante que el Informe mismo. Ni la publicidad, ni las entrevistas que ha prodigado Felipe Calderón han dejado claro un mensaje sobre el cual las élites encuentren materia de opinión. En este momento nadie comenta lo que dijo el Presidente porque no dijo nada.

El mensaje o los mensajes fueron encargados a sus colaboradores. En particular, los secretario en Gobernación y Seguridad Pública se han enganchado con el tema las diferencias dentro del Gabinete y la eventual renuncia de sus miembros. Cada uno por su lado, JC Mouriño y Genaro García Luna, han afirmado que no hay división en el equipo presidencial, que se trata de diferencias normales dice uno, que se trata de una idea creada a nivel mediático, dice el otro. Pero tratándose de la seguridad no son admisibles las diferencias, ni atribuibles a un simple fenómeno mediático. Y cuando les preguntan a ambos por separado si van a renunciar, los dos dan similar respuesta: a mi me puso el Presidente y él decide si me remueve. Lo mismo que dijo Francisco Ramírez Acuña antes de su renuncia como primer encargado de gobernación en la actual administración.

No se despejan percepciones sobre la descoordinación dentro del Gabinete. Por el contrario, circula información de otra fuente que dice lo contrario. En su columna semanal de Milenio Diario (03-09-08), el especialista en las Fuerzas Armadas Javier Ibarrola tiene otra versión que vale citarla en extenso:

“Por más que el propio presidente Felipe Calderón tome tan a la ligera las voces de quienes llaman a su derrocamiento y a un rompimiento constitucional, aunadas incluso a las que llaman "atentado" el accidente que tuvo montando en bicicleta, el tema encierra algo más que la calentura de unos pocos.
“Contrario a lo que igualmente ha sucedido en otros gobiernos, el detonante de esta animadversión es sin duda lo que el gobierno hace o no hace en el terreno de la seguridad pública.
“El tema de la seguridad se ha convertido en bandera político-electoral desde hace más de 30 años, y quienes la enarbolan difícilmente han llegado a concretar sus planes de acción, hasta que todos nos volvimos rehenes de una delincuencia que aprovechó muy bien el hecho de que el único aglutinante de la sociedad y su gobierno, es la corrupción.”

Y dice más: “La inseguridad pública difícilmente se va a solucionar con reuniones palaciegas o marchas iluminadoras, porque al final de cuentas hay quien, con sus alianzas, quiere controlar todo el sistema de inteligencia del país, sembrando, además, confusión con mensajes manteleros supuestamente del narcotráfico en contra del Ejército.
“Y si se tratara de un solo hombre no habría mayor problema, pero cuando un solo hombre encabeza a un grupo de grandes alcances, que igual conjugan capacidad y perversidad, el problema se agrava.
“En círculos militares se contempla con desasosiego el hecho de que una sola institución intente cubrir las instalaciones vitales de las secretarías de Estado para controlar la información que emana de ellas.”

La Conclusión es escalofriante: “Apenas en febrero pasado el presidente Calderón llamó a la nación a un gran Plan Nacional por la Legalidad y la Seguridad, y no pasó nada. Hoy, el acuerdo para lo mismo, recién firmado en Palacio Nacional con un articulado de 75 puntos, apunta a tener el mismo fin, con las agravantes expuestas.
“Por eso también el Ejército, aunque en esta ocasión parece haber quedado relegado del acuerdo, refrenda su adhesión a los intentos presidenciales.
“Todo andará, como lo dice también el alto mando militar, siempre y cuando la nación sepa –-y debe saberlo-– “en qué trinchera se encuentra cada quien”.
“Y quien comanda la trinchera es el Presidente. Si el Presidente no sabe en qué trinchera se encuentra cada quien, todo está perdido, incluyéndolo a él.”

Por los trascrito vale preguntar ¿Y el mensaje?
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