Estoy consciente de que el
conflicto magisterial requiere de una salida sin violencia, aunque sé de
opiniones en sentido contrario. También estoy consciente de que hay prioridades
en la agenda nacional que al igual que la educación, merecen atención:
seguridad, medio ambiente. Pero la agenda mediática dicta otras prioridades no
menos importantes y relacionadas con la disputa política, sobre todo en el
contexto de la sucesión presidencial y de las facturas por cobrar a la cuenta del
presidente Enrique Peña Nieto, pues según sus propias palabras, ha afectado
intereses.
Por eso un reportaje, con
puntería de francotirador, ha convocado a Tirios y Troyanos: el plagio
encontrado en la tesis de licenciatura de Peña Nieto. Una falta que hace
veinticinco años debió haber encontrado la Universidad Panamericana, ahora el
golpeteo político saca a la luz pública. Como en otras imputaciones, la
respuesta presidencial se amuralla en la negación y contraataca descalificando
al mensajero, pues eso es el portal Aristegui Noticias.
El reportaje en cuestión sí tiene
relevancia. No puede minimizarse el plagio como un error de estilo o el
supuesto de un entrecomillado que desapareció del texto “original” (A estas
alturas, difícilmente se puede hablar de originalidad) Lo más importante, no
conformarnos y solazarnos con el engaño como estilo de vida. Si por algo las
sociedades han construido instituciones para formar un Estado de derecho, eso
es, entre otras cosas, para inhibir a los tramposos. En unos países con mayor que en otros. Pero si desde la más alta investidura política se da el mal
ejemplo, cómo realmente se espera reformar a México y no me refiero sólo a
cambios en las leyes otorgando jugosos bonos a los legisladores ¿Así se
reforma?
La comisión del plagio da pauta
para imaginar la escuela de vida de Peña Nieto, sería injusto visualizarlo como
un académico. Es un ejemplo del triunfo del lírico por sobre la formación
escolarizada. Escuchar, ver, reproducir actuaciones ejemplares miméticamente.
Leer, escribir, hacer operaciones matemáticas queda en segundo plano. Ser un
chico listo. Ese desempeño lírico que no sólo se da entre los políticos,
también entre los empresarios. Por algo sus actividades no requieren de
certificación, tampoco de evaluación. Habiendo otros medios al éxito la
formación profesional no exige rigor, eso se cree y lo cree mucha gente. Y este
tema es el déficit del equipo de reporteros dirigidos bajo la batuta de Carmen
Aristegui, sin acercamiento biográfico al personaje, ni entrevistas a sus
compañeros de estudios.
Imaginémonos un niño nutrido de
anécdotas relacionadas con las celebridades de Atlacomulco, contadas con el
magnetismo de los cuentos infantiles. Ya en su adolescencia visita el rancho
Don Catarino y queda asombrado por la presencia imponente de un político, en
ese entonces Regente del Departamento del Distrito Federal, Carlos Hank
González; ya joven, un pariente que también ha sido gobernador del Estado de
México, es nombrado secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal,
Alfredo del Mazo González; cambio de sexenio y de nuevo Hank González en el
gabinete, regresa el profesor a pavonear su leyenda de Rey Midas; para cuando
llegó Ernesto Zedillo a la presidencia, el Grupo Atlacomulco no hace un gran
papel, ni Emilio Chuayffet, ni Ignacio Pichardo. Pero el aprendizaje no se detiene
para el ya adulto Peña Nieto, para eso la ayuda el tío sentimental, Arturo
Montiel, también gobernador del Estado de México. Cuántas enseñanzas de élite
política recibió quien hoy es el Presidente.
En esa carrera de la vida fuera
de las aulas, que discurre como en el ensueño de un principado, en la regla del
intercambio de favores y la satisfacción de venganza en contra de los que no se
dejan seducir por los regalos y, además, ofrecen resistencia a los caprichos de
quienes gobiernan. En ese ambiente donde se vive la largueza de la impunidad
para los amigos y se impone el abuso de poder sobre los enemigos. Ahí se
encuentran los aprendizajes que modelarán el posterior actuar político. La
desgracia de Peña y, por consecuencia, de todos sus gobernados, es que no
gobierna como presidente de la república, se ajusta a ser la cabeza del
principado de Atlacomulco.
Una heráldica posible de éste
principado tendría inscripto a su alrededor las siguientes frases: “Un político
pobre, es un pobre político” “Soy actor, no autor”.
Sirva esto para entender el
plagio de la tesis.