miércoles, 6 de enero de 2010

2010



Llegamos al 2010. Un poco retrasados, en la epifanía de Noche de Reyes. Con la pena de que hay casi nada que agregar a lo ya expuesto durante tres años en este blog. Escasos de esperanza cierta, que no sea más ya una colección de ilusiones y confrontaciones de un oficialismo que extravió la llave del cambio y nos dejó atrapados en el pasado bajo el deseo de un futuro mejor para todos, diferido hasta nuevo aviso. Lo más seguro es que ése oficialismo nunca tuvo tal llave del cambio, se trató de una distracción para refrendar los poderes fácticos (Iglesia y Ejército de manera elocuente) y el dominio oligárquico de quienes concentran la riqueza generada en este país. El pasado del pasado. Eso representan quienes ostentan la verdad oficial.

De la reforma política propuesta por el Ejecutivo, ya comentada aquí, no sólo se trata de fortalecer el Poder presidencial respecto al Poder Legislativo. Dicha reforma carga una ominosa omisión, no dice cómo realmente va a fortalecer la decisión de la ciudadanía. La reelección, el referendo, las candidaturas independientes de los partidos políticos, sobre todo, tienen un beneficiario directo: los poderes fácticos. No hay nada en la propuesta presidencial que nos indique, mucho menos asegure, que dicha reforma será capaz de someter la intervención de los poderes fácticos a la decisión ciudadana. Sin definiciones de ese calibre la reforma está destinada al fracaso, por más que a la propuesta se le adorne propósitos ciudadanos y anti partido. Una verdadera reforma estará acompañada de acciones tendientes a formar ciudadanía que sea no sólo exigente, también poderosa. El voto sin poder es un voto que no manda, solamente se adhiere a la injusticia imperante.

Del crecimiento económico estamos a la buena marcha de la economía estadounidense, pues la competitividad tantas veces convocada como esquivada no puede desarrollarse en un país donde los ganadores están marcados de por vida. La oligarquía es el verdadero freno de la competitividad. Compite Carlos Slim, Emilio Azcárraga Jean, Ricardo Salinas, Lorenzo Servitje ¡Por favor! Por el contrario, se inhibe la formación de una masa empresarial que cuente con su mercado interno de consumidores que les dé viabilidad. Si se quiere realmente crecimiento económico este no puede estar desentendido del refrendo de derechos sociales. En los últimos años, los gobernantes han considerado a los derechos sociales un lastre de la competitividad y el crecimiento. Su disminución no ha producido el crecimiento esperado.

De la lucha contra el crimen organizado, la guerra contra la producción y distribución de enervantes aparentemente tiene la apariencia de una guerra de exterminio contra el narcotráfico. Se supone que la destrucción del crimen organizado es realizable en México, una hipótesis que de consumarse no ha despejado una interrogante colosal ¿Se tiene idea desde el gobierno quién se va a quedar con tan apetitoso negocio? La respuesta nos la debe Felipe Calderón.

Tras estas líneas, demos por iniciado un año más para la existencia de este blog y que la alegría se abra paso en nuestras vidas a pesar de todas las adversidades.
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