martes, 13 de octubre de 2020

Qué hacemos con los intereses*

Es la cuestión implícita del proyecto transformador en curso frente a estructuras que pusieron por encima el interés propio en detrimento de intereses tendientes a la agregación del colectivo nacional. Las reformas estructurales se fundaron en un consenso no sólidamente realizado que puso el interés público al servicio de intereses particulares, de los particulares que de entrada contaban con un arranque ventajoso por riqueza o educación, posición corporativa o regional. Esta orientación es la que se está desmontando y llevará tiempo. Un régimen selectivo y excluyente, diseñado para una minoría, que profundizó la desigualdad social, misma que se puso a consideración de sesudos estudios, programas de investigación y centros de medición, dignos de hacer exclamar ¡Cuánta desigualdad!



López Obrador ha realineado los intereses sin reprimir, sin prohibir, con los mecanismos legales establecidos, más los que ha solicitado a otros Poderes. Se ha alterado el ecosistema, en lo posible, afectando intereses que estaban muy bien asistidos con dinero público en áreas que supuestamente se rigen por el libre comercio o corporativizando sectores liberales (destacadamente artistas, científicos, escritores, publicistas) de manera sutil, para que no se les confundiera con los campesinos o con los obreros, para no dañar el prurito liberal de sus mercedes.

Qué se ha hecho, pues nada más modificar el orden de prioridades dentro de la Constitución, como fortalecer las actividades estratégicas del Estado en materia económica y de bienestar social. Esas dos pinzas han tocado, nunca suprimido, intereses.

Son los interese afectados los que se defienden desde una informe oposición, reticentes a comprender el cambio iniciado. Sin forma porque no han desarrollado el planteamiento ideológico que los integre. Una oposición en la que es difícil conciliar ultraderechistas y “progres”, guadalupanos con feministas. Con esas características, los partidos adversos al Ejecutivo federal todavía no encuentran la manera de tripularlos. En sustitución, se forman organizaciones civiles presumiblemente financiadas por empresarios.

En un capítulo especial se encuentran los gobernadores, ahora encabezados por Javier Corral -antes por Enrique Alfaro- que están muy molestos con el presidente López Obrador por sus decisiones políticas sobre la austeridad, la salud, la seguridad, el combate a la corrupción y a la delincuencia organizada. Miren que tocarles a estos gobernadores convivir con un presidente que no les suelta la lana graciosamente. Ya no son los tiempos de Fox o de Peña.

*En un ensayo con visión histórica y deliberación filosófica, el economista Albert O. Hirschman planteaba la hipótesis de cómo las pasiones fueron domadas por el interés. Lo que el Estado quiso resolver por la vía de la coerción, los religiosos y humanistas por la vía de la moralización, pues no sabían qué hacer con las pasiones. Con el correr de los años la economía sirvió para domar las pasiones afirmando el interés propio. Después de más de tres siglos con esa rsolución, tal vez un Hirschman vuelto a nacer se preguntaría ¿Qué hacemos con los intereses? Las pasiones y los intereses. Fondo de Cultura Económica. México, 1978.

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