El Presidente, que apenas el domingo pasado 14 de enero se decía satisfecho con los logros obtenidos en cuarenta y cinco días de gestión, el jueves siguiente dio acuse de recibo a su primera derrota política en materia económica. El Presidente se quedó con el poco espacio de maniobra que le dejaron sus colaboradores y la frágil sustentabilidad de su artículo de fe por un mercado libre de intervenciones. Al final, los especuladores le torcieron la mano y tuvo que hacer oficial el aumento de la tortilla en un 42%, mucho muy por encima del crecimiento de la inflación en el 2006, ni que decir del aumento al salario mínimo decretado para este año.
La derrota es dolorosa para el Presidente, desquicia uno de los objetivos estratégicos, quizá el principal, de su gobierno: la libre fijación del precio de las mercancías por el juego de la oferta y la demanda (no se olvide el importante fichaje de figuras tecnocráticas para su gabinete). Es un principio de fe que se ha estrellado contra el muro de los monopolios especuladores.
Pero el problema no es un asunto de fe sino de realidades. México tiene un mercado abusivamente distorsionado, donde los acuerdos políticos entre la autoridad y selectos intereses privados sustituyen la mano invisible del mercado. Eso es lo que impide realizar la convicción expresada por el Presidente al El Universal: “sostener una economía abierta con cánones orientables a la competitividad” (17-01-2007).
Felipe Calderón, derrotado en esta ocasión, tendrá que sobarse. Abrir los ojos, tener conciencia del escaso margen de su victoria electoral y del peso de los intereses que se ataron a su proyecto y que hoy lo lastran.
Intereses con autonomía propia, como es el caso del magisterio y de su líder vitalicia, quien ante incumplimiento de cuotas y tras recibir los primeros ataques de la nueva administración, se ha puesto en alerta reconfigurando sus alianzas. En diversas columnas se comentó que el cambio en la directiva editorial de La Crónica de Hoy se dio como resultado de un acuerdo de Elba Esther Gordillo con el jefe de gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard. Rotativo que se ha significado por representar una piedra en el zapato del perredismo colonizado por ex priístas.
El Presidente ha tomado la ruta Zedillo a sabiendas de que, como en las películas, casi nunca segundas partes han resultado mejor que la primera. Como quiera que sea, dentro de su pereza partidista, Ernesto Zedillo tenía ciertos tramos de control sobre su partido. En el caso de Calderón se ha mantenido el forcejeo con Manuel Espino y el resto de foxistas no integrados al gabinete, ni su partido, Acción Nacional, cuenta con la extensión social que tenía el Partido Revolucionario Institucional y que permitía estirar la liga de la paz social.
Y fue precisamente el PRI, su fracción parlamentaria en la Cámara de Diputados, quien le dio otra abolladura al calderonismo neoliberal esta semana, al conseguir un acuerdo entre las diversas fracciones parlamentarias representadas en San Lázaro y el secretario de hacienda Agustín Carstens para rebajar cincuenta centavos en el litro de la leche que distribuye Liconsa, por medio del subsidio a aprobado para el precio de este componente de la dieta popular.
Ante las debilidades del partido en el poder y los ajustes de cuentas al interior del PRD, lo que sucede en el PRI sigue siendo materia informativa, aunque sea de nostalgia y de humor involuntario. Esta semana se registraron las fórmulas para sustituir a Mariano Palacios Alcocer y Rosario Green. Un trámite burocrático fue motivo para que dos aspirantes reeditaran la cargada, pretendiendo mostrar músculo. La verdad, a ese acarreo le hizo falta la letra del son montuno de Miguel Matamoros titulado “Hueso y pellejo na’ma”. Beatriz Paredes se voló la barda al justificar sus pocas prendas académicas y otorgarse, a grito pelado, Doctora de la vida. Para eso de incurrir en la picaresca siempre hay oportunidades. Enrique Jackson, por su parte, armó su evento con el ánimo de convertirse en el Arturo Montiel de la justa priísta por la exhibición innecesaria de recursos más propios de la industria del entretenimiento. O el PRI tiene relevo generacional o ya no será un partido competitivo.
La derrota es dolorosa para el Presidente, desquicia uno de los objetivos estratégicos, quizá el principal, de su gobierno: la libre fijación del precio de las mercancías por el juego de la oferta y la demanda (no se olvide el importante fichaje de figuras tecnocráticas para su gabinete). Es un principio de fe que se ha estrellado contra el muro de los monopolios especuladores.
Pero el problema no es un asunto de fe sino de realidades. México tiene un mercado abusivamente distorsionado, donde los acuerdos políticos entre la autoridad y selectos intereses privados sustituyen la mano invisible del mercado. Eso es lo que impide realizar la convicción expresada por el Presidente al El Universal: “sostener una economía abierta con cánones orientables a la competitividad” (17-01-2007).
Felipe Calderón, derrotado en esta ocasión, tendrá que sobarse. Abrir los ojos, tener conciencia del escaso margen de su victoria electoral y del peso de los intereses que se ataron a su proyecto y que hoy lo lastran.
Intereses con autonomía propia, como es el caso del magisterio y de su líder vitalicia, quien ante incumplimiento de cuotas y tras recibir los primeros ataques de la nueva administración, se ha puesto en alerta reconfigurando sus alianzas. En diversas columnas se comentó que el cambio en la directiva editorial de La Crónica de Hoy se dio como resultado de un acuerdo de Elba Esther Gordillo con el jefe de gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard. Rotativo que se ha significado por representar una piedra en el zapato del perredismo colonizado por ex priístas.
El Presidente ha tomado la ruta Zedillo a sabiendas de que, como en las películas, casi nunca segundas partes han resultado mejor que la primera. Como quiera que sea, dentro de su pereza partidista, Ernesto Zedillo tenía ciertos tramos de control sobre su partido. En el caso de Calderón se ha mantenido el forcejeo con Manuel Espino y el resto de foxistas no integrados al gabinete, ni su partido, Acción Nacional, cuenta con la extensión social que tenía el Partido Revolucionario Institucional y que permitía estirar la liga de la paz social.
Y fue precisamente el PRI, su fracción parlamentaria en la Cámara de Diputados, quien le dio otra abolladura al calderonismo neoliberal esta semana, al conseguir un acuerdo entre las diversas fracciones parlamentarias representadas en San Lázaro y el secretario de hacienda Agustín Carstens para rebajar cincuenta centavos en el litro de la leche que distribuye Liconsa, por medio del subsidio a aprobado para el precio de este componente de la dieta popular.
Ante las debilidades del partido en el poder y los ajustes de cuentas al interior del PRD, lo que sucede en el PRI sigue siendo materia informativa, aunque sea de nostalgia y de humor involuntario. Esta semana se registraron las fórmulas para sustituir a Mariano Palacios Alcocer y Rosario Green. Un trámite burocrático fue motivo para que dos aspirantes reeditaran la cargada, pretendiendo mostrar músculo. La verdad, a ese acarreo le hizo falta la letra del son montuno de Miguel Matamoros titulado “Hueso y pellejo na’ma”. Beatriz Paredes se voló la barda al justificar sus pocas prendas académicas y otorgarse, a grito pelado, Doctora de la vida. Para eso de incurrir en la picaresca siempre hay oportunidades. Enrique Jackson, por su parte, armó su evento con el ánimo de convertirse en el Arturo Montiel de la justa priísta por la exhibición innecesaria de recursos más propios de la industria del entretenimiento. O el PRI tiene relevo generacional o ya no será un partido competitivo.