viernes, 19 de enero de 2007

Primera derrota

El Presidente, que apenas el domingo pasado 14 de enero se decía satisfecho con los logros obtenidos en cuarenta y cinco días de gestión, el jueves siguiente dio acuse de recibo a su primera derrota política en materia económica. El Presidente se quedó con el poco espacio de maniobra que le dejaron sus colaboradores y la frágil sustentabilidad de su artículo de fe por un mercado libre de intervenciones. Al final, los especuladores le torcieron la mano y tuvo que hacer oficial el aumento de la tortilla en un 42%, mucho muy por encima del crecimiento de la inflación en el 2006, ni que decir del aumento al salario mínimo decretado para este año.

La derrota es dolorosa para el Presidente, desquicia uno de los objetivos estratégicos, quizá el principal, de su gobierno: la libre fijación del precio de las mercancías por el juego de la oferta y la demanda (no se olvide el importante fichaje de figuras tecnocráticas para su gabinete). Es un principio de fe que se ha estrellado contra el muro de los monopolios especuladores.

Pero el problema no es un asunto de fe sino de realidades. México tiene un mercado abusivamente distorsionado, donde los acuerdos políticos entre la autoridad y selectos intereses privados sustituyen la mano invisible del mercado. Eso es lo que impide realizar la convicción expresada por el Presidente al El Universal: “sostener una economía abierta con cánones orientables a la competitividad” (17-01-2007).

Felipe Calderón, derrotado en esta ocasión, tendrá que sobarse. Abrir los ojos, tener conciencia del escaso margen de su victoria electoral y del peso de los intereses que se ataron a su proyecto y que hoy lo lastran.

Intereses con autonomía propia, como es el caso del magisterio y de su líder vitalicia, quien ante incumplimiento de cuotas y tras recibir los primeros ataques de la nueva administración, se ha puesto en alerta reconfigurando sus alianzas. En diversas columnas se comentó que el cambio en la directiva editorial de La Crónica de Hoy se dio como resultado de un acuerdo de Elba Esther Gordillo con el jefe de gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard. Rotativo que se ha significado por representar una piedra en el zapato del perredismo colonizado por ex priístas.

El Presidente ha tomado la ruta Zedillo a sabiendas de que, como en las películas, casi nunca segundas partes han resultado mejor que la primera. Como quiera que sea, dentro de su pereza partidista, Ernesto Zedillo tenía ciertos tramos de control sobre su partido. En el caso de Calderón se ha mantenido el forcejeo con Manuel Espino y el resto de foxistas no integrados al gabinete, ni su partido, Acción Nacional, cuenta con la extensión social que tenía el Partido Revolucionario Institucional y que permitía estirar la liga de la paz social.

Y fue precisamente el PRI, su fracción parlamentaria en la Cámara de Diputados, quien le dio otra abolladura al calderonismo neoliberal esta semana, al conseguir un acuerdo entre las diversas fracciones parlamentarias representadas en San Lázaro y el secretario de hacienda Agustín Carstens para rebajar cincuenta centavos en el litro de la leche que distribuye Liconsa, por medio del subsidio a aprobado para el precio de este componente de la dieta popular.

Ante las debilidades del partido en el poder y los ajustes de cuentas al interior del PRD, lo que sucede en el PRI sigue siendo materia informativa, aunque sea de nostalgia y de humor involuntario. Esta semana se registraron las fórmulas para sustituir a Mariano Palacios Alcocer y Rosario Green. Un trámite burocrático fue motivo para que dos aspirantes reeditaran la cargada, pretendiendo mostrar músculo. La verdad, a ese acarreo le hizo falta la letra del son montuno de Miguel Matamoros titulado “Hueso y pellejo na’ma”. Beatriz Paredes se voló la barda al justificar sus pocas prendas académicas y otorgarse, a grito pelado, Doctora de la vida. Para eso de incurrir en la picaresca siempre hay oportunidades. Enrique Jackson, por su parte, armó su evento con el ánimo de convertirse en el Arturo Montiel de la justa priísta por la exhibición innecesaria de recursos más propios de la industria del entretenimiento. O el PRI tiene relevo generacional o ya no será un partido competitivo.

martes, 16 de enero de 2007

Aliento y desaliento

La nueva administración del gobierno federal ha entrado a una fase de responsabilización en la que la atención de los asuntos públicos, la mayoría de ellos, concurren en el presidente de la república. Otros poderes públicos se sitúan en la penumbra, expresión de subdesarrollo político que desfigura la ilusión de un nuevo orden político. Pero lo realmente revolucionario del panorama nacional es el vertiginoso desplazamiento horizontal de la información que otorga al ciudadano capacidades para estar mejor informado y apreciar el engaño con mayor sagacidad.

Mover una hoja de papel tiene consecuencias insospechadas. Lo que se dice y lo que se hace es observado por un núcleo más grande de ciudadanos, lo que no implica una mayor productividad en cuanto a la generación de bienes y servicios públicos de parte del gobierno - esa es otra tarea por desarrollar. Por el contrario, se puede producir chatarra en forma de parálisis del quehacer gubernamental si el mensaje se desgasta en la formación de imagen o se deriva hacia el escándalo que azolvan la comunicación hacia los gobernados.

Por ejemplo, la información surtida sobre las acciones desplegadas en contra de la delincuencia organizada ha bajado en su intensidad: de la espectacularidad vista en Michoacán se pasó a un claroscuro tijuanense, para después adoptar el más bajo perfil en Acapulco. El parte de guerra se suspendió, lo que no quiere decir que no haya novedades, sólo que no se comunican como en el primer operativo. Se puede tratar de oportuno sigilo para no descarrilar la acción, ya sea porque ponga sobre aviso a los delincuentes, por el daño al prestigio de las localidades involucradas o por el descubrimiento de realidades que vinculen al narcotráfico con personajes de la política y el mundo empresarial y no se tiene la capacidad para procesar estas realidades.

Otro caso es el ya comentado incremento al precio de las tortillas, exhibido desde una doble posición o cierta ambigüedad gubernamental, sobre los límites entra la liberalización del mercado y la intervención regulatoria del estado sobre el mercado. Para la mayoría de la audiencia nacional, la decisión de adelantar la liberación sin atenuantes del precio de la tortilla fue garrafal y la rectificación planteada por la Presidencia es coyuntural y sin reversión, pues en el fondo persiste la convicción de que el mercado dará la salida a estabilizar el precio de esta mercancía que es componente principal de la dieta de los mexicanos.

Es este doble sentido que florece de manera natural, si es que no se trata de una intención de mantener artificiosamente la agenda presidencial en lo alto del interés de la opinión pública, que exige de la mayor atención del equipo gobernante. Tal vez esta necesidad de reproducir los contenidos positivos y desvanecer malos entendidos llevó al estreno de las conferencias de prensa a cargo del propio titular del Ejecutivo federal el pasado domingo 14 de diciembre. Iniciando con una protesta en contra de la patrulla fronteriza de los Estados Unidos por el asesinato de un paisano en la frontera, la alocución se traslado a enumerar las acciones del gobierno en sus primeros 45 días de ejercicio. Todo lo dicho quedó condensado en una afirmación que todavía no echa raíces: "Hoy en México tenemos más tranquilidad y certidumbre que al inicio de mi mandato.”

Al día siguiente, ante la Convención Nacional de Industriales, el mensaje alentador del Presidente dio un giro notable queriendo ser previsor, afirmando que debido a circunstancias internacionales de los mercados, estas serán adversas a lo largo de 2007. Dando a entender que el curso de la economía mundial no se apiadaba de la tranquilidad y la certidumbre interna que apenas el día domingo se había emblematizado como un logro. Amenaza del exterior a la presumida certidumbre y tranquilidad de mexicana aldea. Aliento y desaliento.

Certidumbre y tranquilidad que, para cuando sean realidades relativamente percibidas por una mayoría, no tendrán que ser proclamadas. Su visualización hablará por sí misma cuando, por ejemplo, el presidente Calderón se reúna con Marcelo Ebrard para definir la agenda de colaboración dentro de los próximos seis años. Cuando el mismo Presidente tenga mayor contacto espontáneo con la población y todos podamos salir de casa sin las precauciones del miedo.
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