domingo, 7 de diciembre de 2008

Chihuahua

Qué revuelo produce la iniciativa del gobierno del estado de Coahuila para penalizar con la pena de muerte el secuestro. El nuevo alto vacio apela al bien común para justificar su iniciativa. Se desconoce la investigación que llevó a esa iniciativa que se contrapone a la Constitución. Ya en la reforma electoral reciente fue precisamente el congreso de Coahuila, junto con su gobernador, quienes se opusieron a esa reforma. A lo lejos se aprecia una iniciativa oportunista, aprovechando la indignación por secuestros fatales que han afectado a hijos de empresarios con notoria presencia pública. No se muestra un enfoque hacia la ola criminal en su conjunto por parte del nuevo alto vacío. ¿Por qué no se refiere a la delincuencia organizada de la parte que le corresponde en la región Lagunera?

Contrasta en los medios la atención que se le otorga al estado de Chihuahua, donde nada más en este año han ocurrido más de mil asesinatos. Sería morboso abundar en la precisión de la cifra. Sin contar el reporte diario presentado para darle vuelta a la página en la información sobre la violencia en Chihuahua. En el caso de éste desangrado estado no se ve que un medio nacional se haya puesto a seguir a profundidad el día a día de lo que sucede en el estado norteño. No hablemos de indignación, la solidaridad también brilla por su ausencia. Lo que sucede en Chihuahua está cubierto por el manto de la indiferencia. Que se pudra Chihuahua.

Esta última expresión es inadmisible. Los chihuahuenses se levantan todos los días a trabajar, a realizar sus actividades. Su estoicismo es más fuerte que su conversación sobre el tema del crimen organizado. Se aguantan, no estallan, sobrellevan su situación de la mejor manera posible si es que cabe esa posibilidad. Será porque no tienen el liderazgo que recolecte su malestar. El riesgo es que se desarrolle tolerancia hacia las actividades delictivas de alto impacto.

Chihuahua se ahoga en lo efímero, no hay atención mayor que la que ha reportado el Ejército y ha sido insuficiente. No hay movimiento, ni partido, ni iglesia que se apiade de los chihuahuenses. Para su mala fortuna, la recesión económica y el año electoral del 2009 seguirán relegando el drama de Chihuahua. Que nadie se sorprenda si en ése estado estalla un movimiento social.

El discurso presidencial ante sus correligionarios, la cursilería irrespetuosa de las cadenas de televisión que desvirtúan el buen propósito del Teletón (colecta empresarial para asistir a niños con discapacidad) y las disputas entre los políticos tarde o temprano tocarán tierra en Chihuahua.
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