Germán Martínez no esperó mucho tiempo para dar por concluido su ciclo como dirigente de Acción Nacional. Él sólo cumplió órdenes, siguió una estrategia dictada por su jefe. Como buen subordinado, Germán carga con la derrota dominical de su partido. Felipe Calderón sólo actuó un desactualizado guión presidencialista, totalmente inoperante frente a una nación que ya no es la misma, lo que no significa que ya no se padezcan males de antaño.
Salud por el muchacho pendenciero que carga con la soledad que estigmatiza a los derrotados. Adiós a los fuegos fatuos que desde las columnas celebraban la “golpiza” que le ponía al PRI, al espejismo de los expertos que catalogaban como la mejor campaña a la de Germán y su partido. Por lo demás, la renuncia nos dice muy poco acerca de cómo enfrentar el presente que emerge de las elecciones.
La reacción de los empresarios es pragmática, están dispuestos a jugar con el ganador. No va a ser fácil, pues en las últimas décadas los grandes empresarios han desafiado con éxito al poder político y le han arrancado concesiones. Concesiones que han profundizado la desigualdad y sin que para ello se alivien con las migajas de la filantropía, ni se haya contenido el desprestigio de los políticos, ni mucho menos se alcanzó una economía más competitiva. Las finanzas públicas están en el límite, la bonanza petrolera se la acabó Vicente Fox, el mismo que hoy se diferencia con sevicia y resentimiento de Felipe Calderón.
Si se quiere realmente reactivar la economía habrá que pensar una participación gubernamental que llegue a la gente, que no resulte tan despiadada como el Fobaproa, rescate bancario ideado por Ernesto Zedillo y avalado por el PAN, que sigue requiriendo de recursos fiscales sin que se le vea el fin. Y lo peor, con un sistema bancario muy rentable para sus principales accionistas, que se regodean de su éxito en México, en un país donde la mayoría de la gente percibe que la situación económica ha empeorado (Ipsos).
Entendámonos, la tarea de abatir la desigualdad implica que los vectores de la generación de riqueza no pueden estar constreñidos por la maximización de ganancias y el beneficio de la impunidad. No todos en la sociedad son empresarios exitosos, ni todos son políticos que detentan poder. El resto de la sociedad, sobre todo los que menos tienen, también esperan alcanzar satisfactores de la riqueza generada. De otra manera, la tentación por obtener ganancias y vivir en la impunidad da legitimidad al esquema de “valores” del crimen organizado que no quiere dejar pueblo en paz, como la colonia Lebarón en el municipio de Galeana, Chihuahua.
Se estará atento a los acuerdos por venir. Para que se realicen esos acuerdos no caben más los intercambios cupulares, el quid pro quo para preservar privilegios. Exige a los gobernantes un esfuerzo mayor, como el reconocer lo que no funcionó y abrirse a otras opciones.
No puede el país permanecer en el pasado, el presente clama por un nuevo orden de cosas públicas.