Después del fatal atentado del lunes 28, en contra del candidato priísta Rodolfo Torre Cantú y su comitiva. Ocurridas las reacciones de conmocionados actores políticos que, ahora sí, claman por un diálogo nacional. El experimento de la modernización excluyente se tiene que despedir de la escena nacional. La hora está marcada para dejar atrás las veleidades de un mercado sin justicia y una democracia de ficción.
Es el momento de enfrentar al crimen organizado con toda la fuerza de la educación y orientar la economía hacia la generación de empleos formales que no castiguen la remuneración ni evadan la vigencia de derechos laborales. Combatir el capitalismo salvaje que ha detonado la proliferación de la delincuencia.
Son demasiados acontecimientos de violencia que escapan a la acción del Estado y no son sometidos. En la pendiente de violencia no se ha alcanzado el punto de quiebre que permita afirmar el control del Estado. El gabinete de seguridad se encuentra rebasado o está a punto de. La gráfica de la prensa es elocuente.
El gabinete económico, por su parte, no tiene nada que aportar. Se agotó la centralidad de la política económica neoliberal. No es casual que en estos momentos difíciles Ernesto Cordero, Gerardo Ruiz Mateos, Juan Molinar Horcasitas y, sobre todo, Javier Lozano Alarcón no encuentren lugar para sus manidas recetas.
El gabinete social es un accesorio que ha servido para ocupar a agencias de publicidad. Si en verdad hubiera tenido un desempeño destacado en la mejora de la vida de los que menos tienen el crimen organizado no hubiera extendido su base social.
Y qué decir de las grandes empresas beneficiarias, sus capitanes Germán Larrea, Emilio Azcárraga Jeán, Roberto Hernández, Lorenzo Servitje y demás. De ellos no vendrá defensa para un gobierno que sale anticipadamente. Ellos recogerán ganancias y negarán al que los favoreció.
Ni la iglesia católica tendrá ánimo para defender a su creyente gobernante, en el límite de su camaleónica capacidad de sobrevivir al presente, sus prejuicios han debilitado su fe. Su doblez ante la conducta pedófila de algunos de sus sacerdotes ha dejado moralmente sin voz a la iglesia.
Por todo esto no son inoportunos los llamados a la unidad, nada más falta que todos entendamos lo mismo acerca de la unidad solicitada.