viernes, 24 de diciembre de 2010

Sin ti no soy yo


Es una proposición compleja. Es la concepción, el reconocimiento al prójimo (al “otro” diría el filósofo) Muy en el centro de una religión social como el cristianismo, concepción tan abandonada por los que se dicen cristianos. Estamos en un tiempo donde al prójimo lo ponemos al margen de nuestros intereses creando desamoroso orden. Pues reconocer al prójimo, enaltecerlo, no se nos da con facilidad.


Hacemos filantropía porque es deducible de impuestos, hacemos caridad porque a cambio queremos tener mayores seguridades de llegar al cielo después de muertos. La realidad, el imaginario nos empuja a ignorar al prójimo. La iglesia católica, sus jerarcas, está más enfrascada por asumirse como cómplice del poder económico y político. La familia, ayer refugio, hoy es campo de batalla en el que despliega la violencia intrafamiliar cada vez con mayor frecuencia.


La publicidad y teorías económicas del mercado nos han insistido, y lo aceptamos, en hacer del egoísmo nuestra guía de vida. Nos dicen que en los objetos encontramos la fuente non del placer, que una tarjeta de crédito nos hará libres. Tal es la distorsión que se acuña sobre nuestra “propia” persona que terminamos aceptando que tener superpoderes es posible y algún día podremos estar por encima de los demás, cerquita de Dios y hablándole de tu. Pero como eso es una ilusión al primero que endosamos la desilusión es al prójimo. La violencia criminal, la explotación, el robo, la extorsión, el anhelo de impunidad tiene un afectado directo: el otro. Un sentido negativo para la proposición de inicio “sin ti no soy yo”.


Cabe entonces hacer una reformulación: Yo soy tu. Con este planteamiento, encontrar, ver y desear lo bueno, lo mejor en el otro es lo esperado, tu mejoría es mi mejoría y me veo en tu bienestar (Rousseau y Marx) que viene de la tradición del cristianismo primitivo con cierta lectura de los Evangelios. Yo soy tu, una proposición tan fuera de nuestra realidad presente pues los líderes globales nos atosigan con su propuesta: Tú no eres nadie.


Esta noche sólo te quiero decir que sin ti no soy yo, yo soy tu y tu eres todo. Una propuesta radical para un porvenir incluyente, amoroso.


Noche Buena, 2010.

martes, 21 de diciembre de 2010

Para desenmascarar



Si algo está en caída libre es la credibilidad de nuestros actores públicos. El colmo es el Road show que informa el fin del cautiverio de Diego Fernández de Cevallos. Para decirlo en el lenguaje de los ladrones viejos, muy a modo con el personaje secuestrado, “no sean patrañeros”. Se necesita ser muy pendejo para creer la historia que echó a circular queretano hidalgo. Si en los medios se cuentan historias, porqué no poner a disposición de la audiencia una sospecha diferente.

Primero: cuando el mes pasado El Universal afirmaba que el Hidalgo había sido liberado dio la noticia exacta. Lo que no le dijeron a ése medio es que el secuestrado y los secuestradores se pusieron de acuerdo para hacer oficial la noticia. No es casual que los comunicados de los todavía misteriosos desaparecedores y la aparición de Diego tengan horas de diferencia.

Segundo: una vez salido del cautiverio, la privilegiada víctima se fue a un SPA –posiblemente de su propiedad- le hicieron cuidadosa exfoliación de la piel, le aplicaron baños de agua fría y caliente, cremas hidratantes con la limitante natural de no poderle remover las manchas de la piel típicas de la tercera edad. El proceso no era de un día para otro, menos considerando que se tenía que presentar ante los medios. Pero había que dejar un indicio del secuestro: la barba crecida.

Tercero: culminado el procedimiento de recuperación física, del cual mucho podría informarnos la esposa de Jesús Ortega, las condiciones para salir a los medios estaba puesta. Diego se puso al volante de su quijotesco Mercedes Benz, se dirigió al frontispicio de su residencia en Lomas de Virreyes, Delegación Cuajimalpa del Distrito Federal para demostrar, sin declararlo, que le quitaron millones de dólares y sigue siendo rico. Por si alguien creía que Fernández de Cevallos era medio Puto, lo primero que declaró fue su asunción como hombre, machín para el vulgo. Seguidamente se declaró ciudadano, verdadera contradictio in adjecto de alguien que se asume en los valores de Medioevo.

Cuarto: después, el susodicho fue a visitar a su amada dulcinea, quien gozosa lo recibió con una vagina henchida de billetes.

Lo que vino después, las entrevistas en Radio Fórmula y en El Noticiero, fueron el merengue y la cereza del pastel, nada más. No sin antes dejar en libertad el fantasma del anticomunismo, faltaba más.

En la rebambaramba mediática nadie recordó que Luisa María, la hermana del primer tonto del país, en sus tiempos de senadora hizo una propuesta de ley dirigida a los que practican el tráfico de influencias como el llamado “Jefe Diego”. Digo, por si alguien todavía se atreve a reconocer la honorabilidad de privilegiada víctima.

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Lo escrito está con la rabia y el dolor que siente el pueblo de San Martín de Texmelucan, Puebla.

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