martes, 7 de junio de 2022

El Maximato de Salinas

Hubo una vez un presidente en México -Plutarco Elías Calles- quien, al concluir su periodo continuo como el jefe Máximo de la política, mangoneó a tres presidentes que le sucedieron hasta que un cuarto presidente (Lázaro Cárdenas del Río) lo despachó al extranjero en 1935. Ese periodo se le conoció picarescamente como el Maximato, 1924-1935.



Esto lo traigo a colación porque las recientes elecciones del domingo 5 de junio se dio un paso más en la liquidación de otro Maximato, el de Carlos de Salinas de Gortari. Liquidación que, por cierto, inició de manera firme y sin pausa a partir del triunfo de López Obrador en las elecciones presidenciales de 2018.

“Haiga sido como haiga sido” Salinas fue presidente de 1988 a 1994. Le sucedieron cuatro presidentes con su respectivo sexenio completo y el guion de Salinas siguió incólume, nadie de sus sucesores se atrevió a desafiarlo. Su proyecto fue validado por Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, para así recrear un Maximato de 1988 a 2018. Treinta años sostenidos a base fraudes, prácticas leguleyas y de violencia de Estado contra los opositores. El poder político puesto al servicio de magnates repartiendo bienes del Estado. Esa fue la alta política.

Se entiende porqué el núcleo duro del antiobradorismo es salinista y se enlista en cada convocatoria de los abajofirmantes. Suele perderse de la memoria el hecho de que Salinas refundó al PAN, le despejó sus pruritos moralistas y lo hizo adicto a los recursos públicos. No fue casual que gente como Calderón y Fox saltaran a la palestra política en el sexenio del Hijo de Agualeguas.

Contra el parecer de tecnócratas y priístas, después del asesinato del candidato oficial Luis Donaldo Colosio, Salinas ungió a Ernesto Zedillo como candidato del PRI. Hay que recordar, la disposición de un fondo de protección a los ahorradores -jaja- quedó establecida a la par con la reprivatización de los bancos decretada por el gobierno de Salinas ante la eventualidad de una quiebra bancaria aislada. Lo que ocurrió fue una quiebra generalizada de bancos y a Zedillo le tocó operar el FOBAPROA, de transformarlo en colosal deuda pública.

La llamada alternancia partidista en el Ejecutivo federal también fue tocada por la mano de Salinas, pero el dueño del rancho San Cristóbal fue incapaz de realizar las reformas que le exigieron sus patrocinadores. Fox dejó las riendas de la administración a su secretario de Hacienda -salinista por añadidura- Francisco Gil Díaz. Con ello se consumo la alianza para la corrupción, los panistas en el poder aprendieron a robar en serio.

Felipe Calderón no hubiera podido entregar hectáreas de tierra concesionadas a empresas mineras sin la reforma al artículo 27 constitucional que publicó Salinas. Tampoco hizo reformas de gran calado por lo que encontró caminos al margen de la Constitución para desmantelar el sector energético todavía en manos del Estado.

Ya con Peña Nieto en la presidencia el salinismo pudo instrumentar la reforma que más le interesaba, la energética. En el recorrido de este Maximato se modificaron las pensiones, la ley laboral, se estableció la subrogación de los servicios públicos de salud, bueno, hasta una reforma al Poder Judicial en beneficio de los poderosos. El fin de la historia fue consumado. Eso creyeron. El PRD había sido admitido como comparsa para definir tres fuerzas políticas nacionales en el reparto del queso. No advirtieron la posibilidad de que un movimiento opositor, nacido como asociación civil y transformado en partido posteriormente, les haría competencia andando los barrios de las ciudades y recorriendo todos los municipios del país hasta en sus comunidades más apartadas. Ese movimiento -MORENA- ya conquistó la presidencia de la república, es poder en 22 estados, tiene mayorías en los congresos.

El Maximato ha perdido condiciones para su reproducción. Para colmo, taumatúrgicamente se puso como líder visible a Claudio X. Jr. El operador salinista de la alianza opositora. No sólo se escogió un pésimo líder, sino que persistieron en su errónea concepción de que la democracia es un asunto elitista y de raudales de dinero.

Cambió el esquema de valores en la competencia política y eso tiene muy molesta a la alianza opositora. Esa alianza proclama: “hay tiro en el 2024”, se han de creer pandilleros. Mantienen su fe en la trampa, el fraude incluso en la violencia. Que nadie se extrañe, prepararan grupos de choque para poner en escena una noche de cuchillos largos.

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