viernes, 2 de octubre de 2015

La tragedia de los reformadores

“Hablaré de las cuestiones como las reformas, la grandeza de Rusia…¡Los dejaré boquiabiertos! ¡Sí!”
Dostoievski

El país de las grandes reformas en el pasmo. Por más que no estén hechas para el corto plazo las reformas, si generaron expectativas a lo inmediato de inversiones verdaderamente promotoras del crecimiento económico, al menos para sacudirse la mediocridad que le estigma. Si por la propaganda oficial fuera, la gente no cabría en tanta felicidad reformadora. Vaya suerte, ahora que se toma el camino “correcto”, estamos como Margarito ¡Lástima! La volatilidad financiera y la depreciación del peso, la especulación para ser más directos, espantan los sueños guajiros. Abierto el mercado de hidrocarburos ocurre el desplome de los precios del petróleo. Mala pata.

Aparte del contexto económico internacional adverso siguen sucediendo crímenes atroces, los ya emblemáticos del sexenio: Tlatlaya, Ayotzinapa, Tanhuato. La democracia convive con reflejos autoritarios a los que comedidamente, como a todo lo que le resulta incómodo al gobierno, se le llama inercia, atribuibles a los viejos paradigmas y mitos derruidos. Fuera de diagnóstico queda la inoperancia del Estado de derecho, sobre la cual se desenvuelve una modernización retrógrada que estimula la corrupción y la impunidad de siempre, paradigmática, como las relaciones peligrosas del gobernante con las constructoras HIGA y OHL, dañado la imagen del gobierno reformador.


Lo desafortunado se fortalece cuando las investigaciones oficiales sobre crímenes y constructoras resultan inconsistentes, mucho menos demoledoras, a los ojos del respetable. El gobierno no despeja las dudas que se vierten sobre las investigaciones. Así ha sido desde, pongamos por estar al tono, desde el 2 de octubre de 1968. Es la fecha que no se ha esclarecido oficialmente la matanza en la Plaza de las Tres Culturas. Eso sí, el gobierno insiste en advertirnos, a nacionales y al mundo entero, sobre la amenaza del populismo.

Ya se propone, desde la más alta autoridad, un enemigo imaginario sin antes haber derrotado al crimen organizado, la corrupción y la impunidad.

Ya tenemos reformas, hemos padecido crímenes con exceso de violencia ¿Qué hace falta? Tal vez haga falta un cocodrilo.


Ya lo dijo el célebre citado “Y las cosas fueron sucediéndose así, una tras otra”, hasta formar un episodio vergonzoso.
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En 1861, el Zar Alejandro II de Rusia decretó la emancipación de los siervos. Los eslavófilos, entre ellos Fiódor Dostoievski, tenían sus reticencias. El cuento, Un episodio vergonzoso, es un ajuste a la fantasía reformadora, mientras otro cuento, El cocodrilo, es una sátira a la Economía Política. 

lunes, 28 de septiembre de 2015

A un año, lo indecible

La desconfianza reinó en el encuentro del jueves 24 de septiembre. La reunión pactada entre el presidente Enrique Peña Nieto y colaboradores con los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y sus asesores.

Quiero retomar la versión* ofrecida acerca del encuentro por parte del portavoz del Ejecutivo. Sin sorpresa mayor, nada que agregar a lo ya sabido a través de los partes judiciales de la PGR, sin atreverse a glosar las demandas de los familiares de los normalistas, mucho menos nombrarlos. Un asunto que ha adquirido gran ventilación nacional e internacional se empequeñece desde el formato de la reunión: a puerta cerrada en un museo que está enfrente y fuera de Los Pinos. Demasiada preocupación por no abonar negativamente en la de por sí ya maltrecha imagen presidencial: está por los suelos.

No se quiso mostrar el desinterés, el enfado o la ocurrencia de una eventual grosería. Proteger la imagen del inquilino de Los Pinos fue la prioridad, así nomás, el encuentro estaba destinado al fracaso. La reunión no contó con la participación y presencia del secretario de la Defensa Nacional, ni de alguno de sus subsecretarios, al menos no los menciona Eduardo Sánchez.

De qué se trata, de llegar a la verdad no, muy de acuerdo. Para ello era de esperar de la parte gubernamental audacia, traer una historia ampliada de la noche de Iguala. Pero esa no fue la ruta, como si quisiera limitar la investigación a una alianza entre las instituciones municipales y el crimen organizado. Es suficiente, creíble y posible avanzar dentro de esos límites ya manoseados, lo dudo. Dónde quedó la actuación de Ángel Aguirre Rivero y sus subordinados. Qué tienen que aportar las instancias del gobierno federal destacadas en la zona de Iguala y del estado de Guerrero. El Presidente, más que prudente resultó temeroso. Siendo él la figura principal, como sucede en las películas del Oeste, prefirió ubicarse detrás de la pianola. Pudo haber planteado: ‘esta es la parte avanzada sobre Ayotzinapa y voy más allá, presento la radiografía del crimen organizado en Guerrero y las medidas para someterlo’.

Ése paso adelante no se dio. Es de conjeturarse ¿De qué tamaño es el negocio de la producción y trasiego de estupefacientes en Guerrero? ¿Quiénes lo manejan y como está la mochada por hacerse de la vista gorda? La investigación está discurriendo por la superficie, sin llegar a fondo, para no conmover y derruir las estructura criminales, como le han hecho otros presidentes.

La verdad está ahí, el Presidente no la desconoce, la cuestión es por qué Ayotzinapa es materia de lo indecible y Peña Nieto prefiere engullirse secretos de Estado, dispuesto a cargar de día y noche a los 43 desaparecidos y con ello alimentar el grito ¡Fue el Estado!

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