martes, 14 de junio de 2022

Vientos del Sur

El presidente López Obrador concentra sus energías recorriendo el país, la política interior es su mejor política exterior. De ningún modo quiere decir que esté desconectado o desinteresado por lo que ocurre en el Mundo. Para enfocarse en el quehacer nacional sin descuidar el ambiente exterior ha encargado a Marcelo Ebrard atender ese frente, quién desde la Secretaría de Relaciones Exteriores mantiene a México en el pulso del concierto de naciones. En ese encuadre, el presidente ha podido tener presencia incluso desde la ausencia. Ejemplo reciente se encuentra en la IX Cumbre de Las Américas (6 al 10 de junio de 2022) Él fijó su protesta por la exclusión de Estados y decidió no asistir a la sede en Los Ángeles, California. Al tiempo, el Canciller lo representó en el evento para plantear no sólo el rechazo a la política de exclusión, sino para replantear una América unida con base al respeto de soberanías y en el propósito del desarrollo para disminuir las desigualdades que flagelan al Continente en cuestión.



Se podría decir que nada nuevo hay bajo el Sol. Se trata de una aspiración bicentenaria de los pueblos americanos que no por añeja es descartable, relegada por el giro ultraconservador que impregnó la política internacional desde la divisa del libre comercio impulsada en la década de los setenta del siglo pasado.

Por demás no está. Hubo una vez, tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, que la mayoría de los Estados coincidieron en el reconocimiento de las soberanías y el desarrollo de los pueblos. No sólo se creó la ONU (1945), se fundaron instituciones financieras como el Banco Mundial (1944) y el Fondo Monetario Internacional (1945) para impulsar el desarrollo bajo el esquema del Estado del Bienestar. El liberalismo económico estaba en la lona. El consenso de Bretton Woods, se le llamó. Para América se creó la Organización de Estados Americanos (1948), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (1948) y el Banco Interamericano de Desarrollo (1959)   Este esquema comenzó a ser sustituido por el llamado consenso de Washington en los ochenta, el cual tuvo sus precursores en el Foro Económico Mundial (1971), la Organización Mundial de Comercio (1995) y, con anterioridad la OECD (1961). Instituciones y agencias radicadas en el hemisferio norte, a excepción de la CEPAL con sede en Santiago de Chile.

Las siglas conservadoras se hicieron de la influencia suficiente como para alterar al BM y al FMI, hasta convertirlos en propulsores destacados del monetarismo (neoliberalismo) Más comercio, menos Estado. A este consenso respondió el serial de la Cumbre de las Américas (1994) promovente del libre comercio. Es hasta la IX edición de la Cumbre en 2022 que el viento del Sur ha traído la voz del Sur. A ese cambio ha contribuido México y no hubo ni desastre, ni fracaso. Por el contrario, se abrió una ventana de esperanza para un entendimiento más justo entre el Norte y el Sur de América.

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