sábado, 23 de marzo de 2013

De te fabula narratur


Tres actuaciones valen destacar en los primeros meses del gobierno de Enrique Peña Nieto:

1 La acción conjunta de la mayoría de la clase política para tener unidad de propósitos. Eso no se veía desde 1987, la escisión cardenista del partido oficial, desunión que aposentó del escenario desde el surgimiento del gobierno dividido en 1997. Hoy, a pesar de que el partido gobernante no tiene la mayoría en el Congreso, existe la disposición para elaborar propuestas conjuntas. 2 La discreción del clero católico frente a las decisiones de los políticos, pues en los últimos años la voz de la jerarquía eclesiástica era parte del griterío político, su nueva actitud es de reconocer; 3 El regreso de las fuerzas armadas una disciplina que no exige reflectores, la sobrexposición ante los reflectores de los medios por efecto de la guerra de Felipe Calderón en contra del crimen organizado ha desaparecido.

Son actuaciones que han contribuido a darle fluidez al actual proceso de reformas y seguramente el proceso llegará a su conclusión formal, aunque de sus consecuencias no estamos del todo advertidos. Por ejemplo, casi todos celebran el desahogo del proyecto de ley en materia de telecomunicaciones en la Cámara de Diputados, pero nada garantiza que las empresas de televisión abierta dejen de producir porquería sobre la que también se instruye la mala educación, no todo es culpa de Elba Esther Gordillo y su sindicato.

La historia reciente en relación a la educación pública y los normalistas tendría que revisarse para estar prevenidos. Durante la década de los ochentas del siglo pasado, la movilización del magisterio tenía en jaque a la ciudad de México. Al respecto se tomaron dos decisiones hasta cierto punto inútiles: el descabezamiento de Carlos Jongitud Barrios y la descentralización de los servicios educativos. Su utilidad estuvo en la rentabilidad política pero no es evidente el beneficio para la educación de niños y jóvenes. Se reforzó el arreglo perverso de intercambiar apoyo político a cambio de mejoras económicas para los miembros del sindicato. El SNTE se apropió de la educación, de los recursos destinados a la educación al punto que el ingreso pasaba por tener un familiar dentro de la organización o de plano las plazas eran puestas en venta. El colmo, profesores analfabetas cuyo trabajo real ha sido el de seguir a sus líderes. Por eso padecemos hasta campañas tontas para promover la lectura, porque los profesores no hicieron bien su trabajo de enseñar y de formar hábitos. Si los profesores gastaran una proporción mínima en los libros que fortalecieran sus capacidades docentes y humanísticas seguro la industria editorial estaría boyante. Y ya no hablemos de la gran simulación acordados para la calidad educativa.

Es de esperarse que tanta reforma no se congestione o terminará mal digerida y sin provecho. Hace diecinueve años estaba concluyendo un proceso reformador vigoroso en el plano de la liberalización económica, todo parecía correr sobre rieles y de repente, de manera espantosa nos dimos cuenta de que se falló en la ley fundamental de todo sistema, la protección de sus integrantes. Luis Donaldo Colosio fue asesinado y la verdad desnuda es que el sistema falló.

Cómo es que el sistema siempre tan eficiente tenía un descalabró de tal naturaleza. Es entendible a la luz de un proceso reformador que le dio plena confianza a la iniciativa privada para llevar sobre sus espaldas el desarrollo del país. El defecto de ese proceso y de lo que ha seguido después es no considerar que para toda reforma realmente exitosa se requiere en primer lugar reducir la desigualdad social. Si las reformas no logran poner en orden intereses particulares o de grupo sus consecuencias jugarán en contra de los resultados esperados. De ahí la duda razonable que se refuerza cuando uno escucha a los diputados en tribuna en su fervorín lleno de clichés, frases hechas o lugares comunes, su articulación está limitada a los golpes de pecho y al léxico que encuadra la obsesión macroeconómica.

Reformas de largo aliento deben dejar en claro su incidencia en la reducción de las desigualdades sociales ¿O no?

(Nos leemos después de los ritos simbólicos que nos cuentan el juicio, el sacrificio y la resurrección de Jesús convertido en Cristo)

martes, 19 de marzo de 2013

La gran cooperación


Enrique Peña Nieto está decidido a continuar su esquema de reformas, el tramo legislativo ya corre en varias de ellas y están pendientes los proyectos sobre reforma hacendaria y energética. Formalmente la conclusión de las reformas podría ocurrir en los primeros dos años del actual gobierno. Idealmente se podrían tener las reformas que México necesita, como les gusta decir a políticos y empresarios.

Lo que no se incluye en las reformas es la transformación cultural requerida, considerar las condiciones y las expectativas bajo las que realmente se mueve la sociedad pues no se trata de una sociedad inmóvil o totalmente apática. El modelo de libre mercado como propuesta única de generación de riqueza y fundamento de la armonía social es insostenible cuando existe un persistente incumplimiento del Estado de derecho, donde la competencia no se da en el terreno de la calidad y los bajos precios, sino que se soporta en la pauperización del trabajador y el desempleo, en condiciones de monopolio, en el uso indebido de información privilegiada supuestamente resguardada por el Estado para hacer efectiva la libre competencia.

Una economía donde además la estafa, la exacción, la extorsión, el fraude se convierte en el rostro visible y poco sancionado de las imperfecciones del mercado cuya consecuencia es mantenernos inmersos en la guerra de todos contra todos, sin que el Estado que para eso se estableció (Th. Hobbes) tenga la capacidad de someter a los infractores de la ley. El Estado hace mucho perdió la iniciativa educativa, la manera culta y consentida de formar ciudadanos como alguna vez se pretendió. Las relaciones en el mercado también proporcionan adopciones culturales que se resuelven con publicidad engañosa, la conducta abusiva – de manera destacada los bancos- el regateo de la economía informal, la mala educación de la industria del entretenimiento entre otros elementos que conforman una competencia defectuosa, que no es virtuosa.

En el camino se dio todo un desaprendizaje sobre la amabilidad, el respeto, la consideración del Tú (M. Buber) en aras de una competencia que a fin de cuentas resulta autodestructiva, de las personas y del medio ambiente. Así las cosas, no por casualidad ha emergido el crimen organizado bajo la lógica del dejar hacer, dejar pasar.

Bajo estas consideraciones las reformas serán insuficientes para transformar a México, salvo que se considere el principio de la cooperación para hacer realidad los propósitos trasformadores del actual gobierno. No sólo se requiere competir, es indispensable la cooperación.

Si se tomara en serio el significado de cooperar “Obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin.” Muchas cosas buenas le vendrían al país, pero no está en el diccionario del capitalismo salvaje que prefiere utilizar sustitutos como la expresión sinergia.

Transformar a México es posible mediante la gran cooperación.
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