lunes, 2 de agosto de 2021

Leer noticias

Dentro de las veinte necesidades del alma, Simone Weil (1909-1943) incluyó la libertad de opinión y la verdad. Estas dos necesidades se encuentran presentes en el ciclo de la vida humana, como personas y como sociedad. La Consulta Popular del primero de agosto de 2021 atendió de manera directa a estas dos necesidades: el ciudadano expresó su opinión y exigió la verdad sobre actos de funcionarios públicos. Quien declare que la Consulta es una perversión sólo demuestra que es un desalmado o un enfermo del alma.



En otra entrega me referiré, si encuentro vena, a la Consulta. Por lo pronto, quiero llamar su atención al acto de recepción de las noticias, que también están relacionados con las necesidades apuntadas arriba. La libertad de opinión y la verdad humanizan.

Encontrar la guía para leer noticias es difícil. La dificultad, de principio, es el hecho de que cada pieza periodística selecciona información y en esa criba una parte se queda en el tintero. En dicha selección influyen preferencias ideológicas, política editorial y hasta asuntos de financiación o monetización. Aquí mismo, en este párrafo estoy haciendo selección y criba; el lector de noticias, por su parte, llega a la conclusión de que no todo está dicho y busca otras fuentes para contrastar y formar su propia opinión. Eso si se es mínimamente exigente. Las más de las veces, la audiencia también hace su selección y criba, se acomoda con el medio que mejor refleja sus convicciones o prejuicios.

Frente a esta praxis, el ejercicio semanal de réplica, “el quién es quién en las mentiras” que se hace desde la mañanera presidencial, es una novedad de comunicación por perfeccionar. Esto lo sugieren las dos últimas emisiones, donde el columnista y youtubero Julio Hernández López fue cliente. El motivo, proponer la semejanza entre el gobierno de Fox y de AMLO, para enseguida plantear arreglos oscuros entre un desarrollador inmobiliario y la Semarnat.

Me quedó claro que Julio Hernández manejó medias verdades para sustentar sus dichos. También me quedó claro que ni la secretaria de Medio Ambiente, ni la encargada de desvelar las noticias falsas fueron esclarecedoras, exponiendo más bien bajo pánico escénico (lo cual no es falta, ni prueba de culpa). El presidente tomó turno al bat para conectar a una pelota ensalivada. Así despejó: el decreto de Área Natural Protegida de la Sierra de San Miguelito -centro de la noticia controvertida- va y no lo detienen intereses inmobiliarios.

De dónde sacó el periodista sus conclusiones temerarias. Ni más ni menos que de la realidad. El proyecto inmobiliario como tal existe, aunque no es todavía un desarrollo realizado con cemento, ladrillo y varilla; el oficio signado por un burócrata existe, está dirigido al comisariado de los Bienes Comunales, supongo que es la respuesta a una solicitud. Se pasa de lado el hecho de que la elaboración del decreto de declaratoria de ANP está en curso y lleva sus pasos, los que finalmente llegarán al asesor jurídico de la presidencia para ponerla a consideración del presidente.

Mientras tanto, la pieza periodística no se detiene a averiguar el cambio de uso del suelo, si se han emitido licencias de construcción, recabar información no sólo de la Procuraduría Agraria, también del Registro Agrario Nacional.

La atención a las circunstancias del despojo de tierras, urbanas y rurales, no ha tocado fondo. El tema de ningún modo es baladí, es un problema de muchos mexicanos cuyo patrimonio es amenazado por el manejo inescrupuloso de las inmobiliarias que se sirven de autorizaciones municipales, notarios, jueces y hasta de oficinas federales. Hay que recordarlo, hasta en el mismo gobierno hay opositores a la 4T. 

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