viernes, 18 de abril de 2008

Acuerden

Una semana y el Congreso opera al mínimo de las formalidades. Los legisladores del Frente Amplio Progresista mantienen tomados los espacios donde se acostumbran las sesiones. Las reuniones en sedes alternas son una caricatura, aunque preserven la forma, el síntoma de un Congreso con vida. Todavía no se da la ruptura, el orden de un Poder del Estado pende de un hilo.

Ya como el buenazo, ya como el maloso, se magnifican las capacidades de Andrés Manuel López Obrador. En realidad se reitera lo ya sabido, el desajuste entre el proceso democratizador y los usos y costumbres de la política mexicana. Con el agravante de que la actual clase gobernante ha preferido amoldarse a lo ya establecido sin encontrar la salida a sus propuestas, enredada con el instrumental del Estado y su pasión, dolorosa, por situar a la empresa privada en el eje conductor de la nación.

En abierta contradicción con el amodorramiento, la clase gobernante confía en que el cambio en la legislación es capaz de producir, de inmediato, una nueva realidad, sin reconocer públicamente las ambiciones que ha desatado y conspiran en contra del mundo feliz que se pronostica. Si fuera consecuente el gobierno con la narración que adoptó de inicio, debería estar prevenido y preparado, pues toda búsqueda de tesoros está intercalada de episodios violentos, no pocas veces sangrientos.

Ha llegado el momento de rescribir el de la transformación de Petróleos Mexicanos, Felipe Calderón tiene los recursos legales para actualizar a la empresa paraestatal sin la grandilocuencia de la reforma energética. El proyecto original, el soñado, ha quedado herido de muerte y es la oportunidad de mejorar partiendo de las instituciones vigentes. Esto es, ordenar aquello que se ha salido del espíritu que ánima constitucionalmente a la paraestatal y que ha sido suplantado, desde antes de cualquier propósito de apertura al capital privado, por intereses particulares y gremiales, incluida la ordeña de los ductos que transportan combustible. Acaso no tiene recursos el Estado para el saneamiento de la paraestatal, qué o quién se lo impide. Ése es el guión legitimador que no ha adoptado el Presidente, previo a cualquier intención ulterior. Aplausos no hubieran faltado.

Pero el proyecto de reforma energética se encadenó a una defectuosa realineación del gabinete. Ajuste que dejó tocado al mismísimo partido en el gobierno. Dentro de Acción Nacional no están jalando parejo, sus cuadros en los altos cargos del gobierno están divididos casi generacionalmente, la vieja guardia yunquista no da muestras de entenderse y subordinarse al círculo íntimo de Presidente.

Desde el desacierto más comentado y reconocido, la designación de Juan Camilo Mouriño al frente de la Secretaría de Gobernación, la conducción del país parece extraviada. De veras no había otra persona que presentara menos vulnerabilidad para poder avanzar en el propósito reformador. Dónde está Luis H. Álvarez, figura respetada y reconocida, en una dependencia de menor jerarquía. Qué decir del enlace con el Poder Legislativo, Armando Salinas Torre, a quien le tocó hacer los acercamientos que dieron sus frutos durante el primer año del calderonismo. Quien lo sustituyó no ha tomado realmente el hilo de la relación con los legisladores. Y lo inocultable, en estos días terribles para el Poder Legislativo no se ha percibido la presencia del secretario en Gobernación, se padece la falta de pronunciamiento del gobierno a través de su persona. De manera sustituta sale al ruedo Germán Martínez, haciendo gala de su erudición literaria, pero sin efectos prácticos. La falta de operación no la pueden sustituir con el auxilio de Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón. El gobierno tiene que salir del hoyo en el que se metió.

Pasan los días y posiblemente veremos llegar el fin del actual periodo ordinario de sesiones en las mismas. Por favor, acuerden ¡Ya!

martes, 15 de abril de 2008

El manipulador de los ciclos

Golpismo, sedición, secuestro. Éstas son expresiones que describen lo sucedido el jueves pasado en el Congreso, tras la toma de la tribuna en ambas Cámaras que hicieron los legisladores del Frente Amplio Progresista. Hasta la mañana de hoy martes, la situación sigue igual, aparentemente. Oficialmente no hay declaratoria al respecto, lo que se maneja es un receso de la sesión ordinaria del Legislativo y se habla de posible sedes alternas. Todavía no se hace una declaratoria de la situación actual que guarda la Casona de Xicoténcatl y el Palacio de San Lázaro. Cualquier paso en falso puede desencadenar una confrontación inicua. Lo que se intuye es una negociación tensa, desesperante, cuidadosa de no dar paso en falso, aunque desde los medios se pueda dar pauta a la ruptura de todo acuerdo posible.

¿Cómo llegamos aquí? Por los caminos torcidos de un propósito reformador que prefirió los atajos de la vereda por no seguir los caminos dilatados, pero más efectivos en cuanto a la reducción de riesgos, que impone el gobierno dividido. Ya en otra ocasión se comentó la maestría con la que se condujo la reforma política de 1997, la vía de las audiencias públicas sin el acoso de los plazos perentorios. Ricardo Monreal, para no irnos tan atrás en el tiempo, recuerda la experiencia inconclusa, pero con frutos, del proceso de reforma del Estado que se dio un plazo de una año en abril pasado.

Qué tenemos ahora en la conducción de la reforma petrolera: una cadena de errores evitables: se quiso reformar mediante el spot, se elaboró un diagnóstico orientado a una decisión, sin alternativas; Se negó la existencia una iniciativa de reforma para después defenderla en cadena nacional, una vez que fue entregada al Poder Legislativo; Entre el presidente Calderón y los coordinadores parlamentarios del Partido Acción Nacional se hicieron bolas, dejando en el dirigente nacional del PAN la defensa del proyecto oficial que pretendía sacar en este periodo ordinario de sesiones, la aprobación del paquete legislativo que supone la transformación de PEMEX. La falta de claridad y la prisa han llevado al despeñadero a la propuesta.

A todo esto no se ha tomado la molestia el gobierno de identificar la fortaleza de su villano favorito, Andrés Manuel López Obrador. No basta burlarse de su habla pausada, rayana en el cantinflismo, no basta con señalarlo como un chantajista protofascista. El gobierno no ha identificado que el tabasqueño no ha perdido totalmente su audiencia entre la población, por el contrario, ha recuperado su presencia en los medios, aunque sea de manera negativa. De nuevo, AMLO está en la boca de todos. No precisamente porque tenga la razón en todo o sea un irrebatible poseedor de la verdad. La fortaleza de AMLO es que está montado en el ciclo de la desaceleración económica mundial que le recluta adeptos, mismos que se multiplican si le creemos a los pronósticos del Banco Mundial y de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de la ONU, que anuncian el inicio de una crisis alimentaria (Tardíamente el gobierno ha relanzado su política social bajo el lema Vivir Mejor)

Adicionalmente, pero no es cosa menor, AMLO se ha montado en el ciclo histórico de la celebración de dos movimientos populares de consecuencias fundacionales: La Guerra de Independencia y la Revolución Mexicana. Se ha montado sin tener una oficina y un presupuesto ad hoc con el bicentenario, una simple conexión con el imaginario colectivo mantiene fresca la consigna ¡A coger gachupines!, tanto como el desbocamiento privatizador de Porfirio Díaz.

Por su parte, el gobierno se ve contra la pared, aislado, paralizado por una clase política aristocratizada y en la que no todos los empresarios se sienten con la misma interlocución y confianza. Éste, es un relato insuficientemente expuesto en los medios.
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