jueves, 27 de noviembre de 2014

Otra fuga al futuro

¿eran Profetas, o eran Necios y Locos?
William Blake.



Esperanza fundada en promesa es vanidad. He escuchado al presidente Peña Nieto, su reiteración de fuga al futuro, pues cualquier descripción certera de la realidad corre el riesgo de ser incriminatoria de la clase política. La gran solución, hacer cambios a la ley. El eslabón más débil, el municipio. Amnistía implícita a gobernadores y funcionarios federales. Jueces y legisladores. Pero la ley, su modificación, nada nuevo traerá sin modificar las conductas que llevan a la impunidad y a la corrupción.

Si el problema del Presidente es la falta de crédito (fe) concedido por la ciudadanía en el ejercicio de su gobierno, es porque no ha hecho lo debido: pagar sus deudas. Por el contrario, adquiere nuevos réditos para que crean en él. Ha tomado el rumbo de la insolvencia. Poderosos compromisos inconfesos lo inmovilizan. La maniobra de adoptar el lenguaje de la protesta es eso: una maniobra. El recurso retórico de la metonimia: todos somos Ayotzinapa.

No hay necesidad de modificar la ley, de nada sirve si antes no se aplica ejemplarmente la existente. El problema no es la ley, las instituciones, sino las personas que están en la primera línea de su cumplimiento. Esa parte se omite con rotundidad. La novedad, encargada al CIDE en la persona de Sergio López Ayllón, reconstruir la maltrecha fachada de la credibilidad gubernamental. Si eso lo puede hacer el CIDE, el resto de las instituciones gubernamentales está demás. No es cierto.

El Presidente nos debió el coraje para denunciar, con nombre y apellido, el frente interno que lo lastra. Los colaboradores que le han fallado apoltronados desde la excusa “sectorial” del no me corresponde. La seguridad, la corrupción, la impunidad son tema de todo el gabinete, del Poder Judicial, del Poder Legislativo y órganos autónomos. No se hagan tontos.

El colmo, volver a la palabrería de las reformas “estructurales”, del programa de infraestructura, bla, bla, bla. Vi un Presidente sin coraje, que no es lo mismo que iracundo, incapaz de denunciar lo que no se hizo bien. Se anuncian cambios de la ley sin ser puntuales en los resquicios de la actual legislación que garantizan el quebrantamiento de la ley dentro de la ley. La excepción en toda la extensión permitida por la ley.

Le faltó coraje al Presidente.

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 Ilustraciones tomadas de Blake, William, Libros Proféticos II, Atalanta, 2014.

martes, 25 de noviembre de 2014

Coctel de vileza


"¡ay, si pudiéramos de la misma manera purificar el discurso marxista del dogmatismo de los individuos marxistas, la Revolución de la histeria de los individuos revolucionarios, y de manera general, la Idea de la neurosis de sus partidarios!" R. B.



Preparar un coctel tiene el principio de que la proporción de las partes hacen el todo. Si la adición de las proporciones no es correcta el coctel es malo o, simplemente, no lo es.

Informarse a través de la prensa le exige a uno medir las proporciones de lo que informa. No pocas veces hay desproporción. Quiero suponer que por economía del formato o defecto de la fuente, en el pliego periodístico la parte termina por sustituir al todo. En ese encauzamiento, el periodismo es discurso político, porque “es fundamentalmente metonímico” (Roland Barthes).

También hay metáfora –metamorfosis- identificando realidades diferentes para sustituirlas, trasformando un asunto local en nacional. Sin seguir indicios se imposta: fue el Estado.

Tenemos dos figuras de la retórica –metonímia y metáfora- a partir de las cuales organizamos nuestros razonamientos, resentimientos y predilecciones. Para ese entonces la verdad factual pierde interés.

El sábado 6 de noviembre, la marcha realizada desde la PGR al Zócalo, concluyó con el ataque al edificio del Palacio Nacional, a una de sus fachadas. Al otro día se reclamó la falta de intervención de la fuerza pública.

El jueves 20 de noviembre, en el marco de una festiva marcha, convocada por los hechos desgraciados de Iguala, un grupo totalmente desentendido del templete y sus oradores, comenzó a insultar a los policías, intentaron desarmar las vallas, prendieron cohetones y lanzaron bombas molotov. Lo prudente era retirarse y así no vi lo que siguió. La policía contra atacó y ahora se condenan sus excesos.

En conclusión, por omisión o lo contrario, no se tiene una policía capacitada en intervención quirúrgica, por decirlo de alguna manera, ni jefes que ofrezcan un parte casi inmediato sobre lo sucedido. Se tienen 11 detenciones e ignoramos todo acerca de los provocadores. Se crea un vacío desde donde se generan todos los cuentos posibles, en los cuales la parte siempre sacrifica al todo.

Analizando la obra dramática de Bertolt Brecht como discurso, Roland Barthes encuentra dos propuestas discursivas de evidente raíz judeo-cristiana: en la apocalíptica “se trata de expresar y producir la destrucción sin buscar qué es lo que viene”; por su parte, en la declinación escatológica “se edifica una crítica en vistas a hacer que cese la fatalidad de la alienación social”. Lo que está mal en el mundo tiene remedio.



Esto parece una digresión pero no lo es, pues la podemos utilizar tangencialmente como recurso para analizar el discurso de la protesta, tanto como el discurso reformador. La destrucción y el remedio.

Desde la indignación, la consigna ¡Fuera Peña! es apocalíptica, se despreocupa de las consecuencias; en tanto señala los males la indignación busca ciegamente los remedios. Sin acertar a decir dónde y cómo.

Desde el lado reformador, actuaron destructivamente –acción transformadora dirá la parte oficial- sin atisbar consecuencias, atados a un sentido de la “necesidad” nunca bien aclarado. Reformas, las de todo el proceso desde Salinas de Gortari, que han resultado un acicate para la codicia, estímulo de la corrupción, incentivo para el delito; del lado reformador se confundieron las reformas con los remedios. Los males quedaron intactos. Leyes, programas, presupuestos y acciones en calidad de paliativos. No han sido capaces para identificar con precisión lo dañado, para poder remediar en el ámbito federal, estatal, municipal, del Poder Judicial, también del Legislativo. 

El presidente Peña Nieto, igual que todos su antecesores, no ha ofrecido el mapa veraz que localice dónde están las áreas dañadas del Estado y quiénes son los responsables. Sin ése mapa, cualquier acción es limitada, sólo para salir al paso.


Se tienen cuatro años para iniciar una real trasformación, hacer visible la buena administración. Lo que no hicieron sus antecesores. Vale la pena intentarlo. 

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La primera imagen es del cartel anuncio de Coriolano II representada la semana pasada por la Compañía Nacional de Teatro.
La segunda imagen es la portada del libro del cual he tomado las citas. Barthes, Roland. El susurro del lenguaje. Paidós, 2012. 
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