martes, 1 de marzo de 2022

La escena intervenida

Al sensacionalismo le gusta ahogar a la audiencia en el suceso, prescindir del contexto y utilizar la nota roja como arma arrojadiza, si se da el caso, en la controversia política. En el extremo, el amarillismo sirve para obstruir la investigación de un crimen, como el de José Francisco Ruiz Massieu (1994) o el de la niña Paulette (2005). 

Después de treinta y seis horas de la balacera ocurrida en el hasta entonces pacífico pueblo de San José de Gracia, en Michoacán, el domingo veintisiete de febrero (2022), autoridades de la SSPC informan. Con las reservas del caso, el subsecretario Ricardo Mejía Berdeja ataja el caos desinformativo. Se trató del enfrentamiento entre dos células del CJNG y sus respectivos cabecillas, ambos oriundos del mencionado pueblo, delincuentes que recíprocamente se convirtieron en su peor enemigo. Se presume que mandaron matar respectivamente a un hermano de cada uno. Queda fijado el móvil de la venganza como principal hipótesis de investigación.

Lo extraño, los cuerpos de las víctimas fueron levantados por sus agresores y no se sabe a dónde los llevaron y para qué se los llevaron, ni cuántos son. En el proceso, los victimarios tuvieron tiempo de echarle agua a la escena del crimen, no tenían prisa. Aquí hay una coincidencia igual de extraña, ni el presidente ni la policía municipales alertaron, conforme al manual de seguridad, a la fiscalía estatal y al gobierno del estado de Michoacán, tampoco a las autoridades federales. Los criminales tuvieron más de dos horas para realizar su acometida, la emboscada. Enfrentamiento dentro de un mismo cártel.

Lo que ya no es extraño son las ansias mediáticas por difundir imágenes sin esperar el acompañamiento de un reporte de la autoridad pericial o investigadora. Y no es extraño porque el vínculo entre los medios tradicionales y la autoridad federal ya no opera como antes, el contubernio garantizado. La nota emblemática de esa relación prensa gobierno fue el montaje del arresto de Florence Cassez e Israel Vallarta (2005) realizado por Carlos Loret de Mola.


Qué tiempos aquellos, Foto:Cuartoscuro

El contexto actual de depuración del aparato de seguridad también ha alterado los patrones del crimen organizado, los contactos entre crimen y autoridad federal se desvanecieron. La clausura del CISEN y la creación de la Guardia Nacional desde el primer año de gobierno de la cuarta transformación apuntan a la depuración señalada. Ya no son los tiempos de una policía encargada de proteger sólo a los poderosos, capaz de arreglarse con el crimen organizado. Si se asoman a las biografías cruzadas de los ingenieros Genaro García Luna, Tomás Zerón de Lucio y Facundo Rosas Rosas, así como de Luis Cárdenas Palomino y Ramón Eduardo Pequeño García. De los cinco, cuatro están bajo proceso y uno prófugo. Desde 1989 cuatro de ellos trabajaron en labores de seguridad y su momento estelar fue durante el gobierno de Felipe Calderón.

Todo lo expuesto sin perder de vista la convocatoria de revocación de mandato el próximo 10 de abril, seis gubernaturas en disputa en junio de este año y la sucesión rumbo al 2024.

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