viernes, 11 de enero de 2008

No se ve

Ha empezado el año en la continuidad de dos guerras internas. La situación no es de la mayor comodidad para el país.

Una de las guerras fue disparada por la reforma constitucional en materia electoral. Una guerra librada entre los políticos y los empresarios, de manera más destacada, entre los líderes parlamentarios de las principales fuerzas políticas y los concesionarios de la radio la televisión. Es una reforma de doble fondo. Por un lado, es una reforma socialmente bienvenida en tanto aspira a dotar de mayor equidad a las contiendas electorales. También es una reforma, que vista como lucha por la redistribución del poder entre las élites, contiene la decisión de los políticos por recuperar el control político que les arrebataron los empresarios. En esta guerra, el presidente Felipe Calderón no ha tenido un papel protagónico, si bien se entiende un acuerdo de él con los partidos para impulsar la reforma del Estado, su perfil ha sido más bien misterioso. El Presidente ha preferido nadar de a muertito.

La otra guerra tiene años, es una herencia del siglo pasado y a la cual Felipe Calderón ha querido darle su sello propio al dotarla de una abierta declaración de guerra. Así le ha llamado desde el principio de su gestión: la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado por extensión. Una guerra con más de dos mil muertos en el 2007. Este año ha iniciado y la confrontación sigue acumulando cifras sangrientas. Baja California, Michoacán, Sinaloa y, sobre todo, Tamaulipas, han sido el campo de batalla elegido para los enfrentamientos. Lo sucedido en la Ciudad de Reynosa esta semana nos reporta auténticas escenas de guerra.

Por la violencia exhibida en estos días, se quisiera pensar que los miembros de los cárteles están desesperados y están echando su resto ante una efectiva acción del gobierno. Es un buen deseo, que de materializarse fraguaría los cimientos de la administración calderonista.

Pero que tal si no es así. Si la violencia desplegada no es un asunto que exclusivamente enfrenta a los narcos con las fuerzas de seguridad, sino al interior de esas mismas fuerzas coludidas con el narcotráfico. Una guerra que tiene ramificaciones no expuestas con la economía, la política y la sociedad. Una confrontación que, como afirmó el presidente en el inicio de su sexenio, costaría sangre, sin garantías de concluirla en este lapso de gestión. Y por el semblante de los asistentes a la reunión del Consejo Nacional de Seguridad el miércoles pasado, el plato de sangre será la sopa de todos días.

Y no hay que olvidarlo, si las élites política y económica se confrontan y dividen al país, las fracturas son aprovechadas por el crimen organizado. También se benefician otras naciones (Estados Unidos, España, China)

Mientras tanto, no se ve al portador del caduceo que instaure la paz.

martes, 8 de enero de 2008

Mercadolatría

Mercadolatría

¿En qué falló el modelo de apertura comercial seguido durante las últimas dos décadas? Dos elementos a considerar.

Uno de ellos la retracción de la inversión del Estado que se dio bajo el supuesto de que el mercado por sí solo podía llevar adelante las tareas del crecimiento económico. Se descuidó la infraestructura, se abandonó la política industrial y no se crearon los incentivos para desarrollar realmente la ciencia y la tecnología. Pasaron lo años y los mecanismos propulsores de la apertura quedaron rebasados. El país se convirtió en el campeón de los tratados comerciales, a los que se sacralizó como llave maestra para abrir los mercados. Mientras, otros países, sin condenarse a la ortodoxia, encontraron en la inversión pública la ganzúa para abrirse el camino hacia los mercados (Brasil, China, India)

Desechar el pasado en paquete, sin hacer una selección de lo que merecía conservarse. Si la inversión pública fue compañera del autoritarismo y el populismo, palo a la inversión pública. Hoy se ve como los productores del campo no tienen disposición para darle la bienvenida al capítulo agropecuario del TLC. Razón no les falta y el actual gobierno tiene una camisa de fuerza, la constitucionalidad del tratado comercial que une la América del Norte ¿Cómo atender a los campesinos sin desobedecer la Constitución? Bueno, algo le soplaron a Felipe Calderón y en su mensaje de año nuevo tuvo un énfasis desesperado: ¡Inversión pública!

El otro elemento que falló fue la capacidad de los empresarios para conducir al país hacia el crecimiento económico. El comportamiento de la iniciativa privada no estuvo a la altura del reto. Quienes crecieron y lograron su ingreso en la lista de los más ricos del mundo lo hicieron, y sólo así lo hicieron, contando con el apalancamiento del gobernante en turno. No procrearon la pequeña y mediana empresa independiente, pues la concentración del ingreso se hizo consigna. Sus inconsistencias para producir un mercado competitivo la escondieron de bajo de la alfombra usando de escoba a la filantropía, al tiempo que sobreideologizan el papel del mercado en la sociedad.

Un ejemplo reciente de la miopía empresarial lo frece Televisa Radio, llamada en sus años de gloria la W. La XEW perdió la preferencia del público con el declinar del Siglo XX. Fue hasta hace cuatro años, más o menos, que los aires del nuevo siglo le dieron una nueva proyección. Uno de los personajes que contribuyó a relanzar a la empresa radiofónica los Emilio Azcárraga fue Carmen Aristegui, periodista que fraguó su éxito en construir un espacio de comunicación electrónica dirigido a un amplio sector de consumidores de noticias, relacionadas con causas sociales y temas de la justicia de los que no se ocupa mayormente la radiodifusión. Es sabido lo que radio y televisión pelean por eso que llaman rating, la captación de los niveles de audiencia, miles de personas que ven y escuchan tal o cual programa.

Por eso no se entiende la falta de entendimiento para renovar el contrato de Televisa Radio con la periodista estrella que les daba algo, mucho o poco, de la presencia perdida entre los radioescuchas. ¿Acaso la Aristegui les reportaba pérdidas financieras a la empresa? Si es así la no renovación del contrato está justificadísima. Pero no hay información al respecto que lo confirme. El caso es que por presión política (no precisamente del gobierno) de un empresariado intolerante se produce la salida del aire en radio de una periodista con muchos fans.

Pero volvamos al principio y cerremos resumiendo: ¿Qué ha faltado en la apertura comercial de México? Dos cosas, inversión pública y empresarios espabilados.
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