viernes, 11 de septiembre de 2009

Atascado



Una de las dificultades para emprender los cambios en la actual administración federal son los compromisos adquiridos en campaña, no con la ciudadanía, sino con los actores políticos que allanaron el camino para mantener en el poder al partido gobernante Acción Nacional. Felipe Calderón, por ejemplo, aceptó el apoyo de Elba Esther Gordillo (cosa que no hicieron ni Roberto Madrazo, ni López Obrador) y no sabemos bajo qué condiciones. Si se trató de un intercambio de posiciones a cambio de votos. ¿A cambio de qué Calderón aceptó el caudal de votos que le facilitaron algunos gobernadores priístas? En ambos casos hubo una transacción zanjada en el corto plazo: ganar la elección presidencial. Nada que se parezca a un proyecto de nación común. Por eso los apoyos para conquistar la presidencia de la república no significaron un programa de cambios viable, menos un sólido respaldo social.

De los compromisos adquiridos por el presidente Calderón con el gran capital, estos sí encuentran lugar en la propuesta de cambios desde el inicio de la gestión y en la última versión del 2 de septiembre pasado. Es claro que hay empatía entre el gobierno y un grupo selecto de empresarios, el problema es que no se ha podido vestir de proyecto de nación los cambios propuestos por esa alianza. Por más publicidad gubernamental que se ponga de por medio, las propuestas no quedan respaldadas por la oposición política institucional, ni por la población en su conjunto. De ahí que no emerja el consenso sobre el cual soportar las medidas propuestas.

Ya se decía que la agenda de cambios tiene su prueba de fuego en la respuesta de la oposición parlamentaria. Por lo pronto, el paquete económico no ha sido bienvenido. Respecto a los movimientos en el gabinete, inicia remociones en la PGR, PEMEX y SAGARPA, junto con la lista de sustitutos, que no ha convocado entusiasmo y sí visible desagrado. Qué ha ocurrido para que de manera tan inmediata la agenda expuesta en el “gran” discurso presidencial se opaque. Seguramente la agenda del cambio no tuvo una circulación previa con todos los actores involucrados en la institucionalización de las propuestas, producto más bien de un circulo pequeño que tal vez contó con selecta consulta. Lo que se quiera encontrar o lo que faltó, más bien, un proceso efectivo de incorporación de actores clave para impulsar los cambios. Una de dos, o el secretario de gobernación no hizo su chamba o no se la dejaron hacer.

En todo caso no es culpa de Fernando Gómez Mont, sino de su jefe, quien por ser desconfiado y orgulloso no se atreve a encarar la realidad de su mandato. Un mandato cuestionado de origen y que el 5 de julio pasado se confirmó con creces al no alcanzar el PAN mayoría en el Congreso y ser barrido por el PRI. Qué le dijeron las elecciones a Calderón –no las encuestas, nótese: que la mayoría de los ciudadanos no aprueban los resultados de su gestión. Administración que ya está marcada por la violencia del crimen organizado, la crisis económica, el desempleo, la influenza AH1N1 entre otras cosas. Pero el Presidente no escucha e insiste en continuar el camino que se trazó, no le importa el riesgo de que la recesión se convierta en estancamiento.

Tras su convocatoria al cambio Felipe Calderón se encuentra atascado, sin habilidad para dirigir la orquesta de la política nacional. Es su problema. Lo malo es que puede atascar a todo el país. Y ese será nuestro problema.


lunes, 7 de septiembre de 2009

Redundancia



Se trata de una función de la comunicación que mediante la repetición del mensaje lo fija en la mente del destinatario. En estos días la ciudadanía ha sido sometida a la reiteración inclemente del mensaje presidencial con motivo del tercer informe de gobierno de Felipe Calderón. Desde el monólogo de Palacio Nacional del 2 de septiembre, que a diferencia de otras alocuciones no incurrió en coloquialismo o improvisaciones de mal gusto. Esa fue la diferencia. Le antecedieron la serie de spots –que todavía siguen en el aire- por radio y televisión, le sucedieron las entrevistas en una estrategia selectiva de comunicadores para interrogar al Presidente, demasiado calculada y controlada, como para dejar en Joaquín López Dóriga, Javier Alatorre, Ciro Gómez Leyva, y los demás seleccionados, un tatuaje en su frente con la imagen de Calderón.

Uno de los efectos posibles del despliegue de esta artillería presidencial de medios, que ha bombardeado a toda la sociedad, se podrá apreciar con claridad cuando llegue la propuesta de la miscelánea fiscal y el presupuesto de egresos de la federación al Congreso, para que ahí se discuta, modifique y apruebe. Sólo entonces se podrá aquilatar si hay un acuerdo sólido entre la presidencia de la república, los representantes populares y los gobernadores. Mientras tanto, queda en claro que lo que el Presidente quiso decir con todas sus letras en Palacio Nacional fue la exclamación: ¡Que venga el PRI! Ya veremos bajo qué condiciones se atiende ese llamado por parte de los priístas, pues según Francisco Rojas, quieren regresar a Los Pinos pero no para administrar un tiradero.

Otro signo del acuerdo lo constituyen los cambios en el gabinete. Los relevos de hoy lunes en la Secretaría de Agricultura y en la paraestatal PEMEX y la propuesta de nuevo Procurador General de la República que ratificará el Senado nos dirá si va cuajando el entendimiento entre el gobierno de Felipe Calderón y el PRI ¿Será suficiente? Depende de la respuesta de la sociedad, si se siente incluida o considera que lo que venga del gobierno le es ajeno, distante, que no responde a sus acuciantes necesidades. Por algo Felipe Calderón sigue proyectándose para decirnos que quiere estar cerca de la gente. El problema es que son ejercicios mediáticos donde lo que falta es la espontaneidad de los ciudadanos, no son verdaderos acercamientos. Tanto el inicio oficial de la conmemoración de Bicententenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, como el diálogo con cien ciudadanos del domingo pasado, dejaron ver un Presidente aislado, en actos de plástico, sin entusiasmo colectivo. Actos hechos para redundar el 2 de septiembre y que la prensa sólo mencionó por cortesía o por pena ajena.

Un tercer signo será el concerniente a la reorientación del combate al narcotráfico, si cambia la pendiente de la exhibición de violencia que la magnifica o simplemente la refleja, pero que asusta y requiere de un compromiso de todas las fuerza políticas.

Ya basta de gobernar con los medios electrónicos en exclusiva, que a base de repetir se pretende encontrar la afirmación positiva de la sociedad. Lo cual se dificulta si responde con tanta lentitud a la demanda específica de casos excepcionales, unos dolorosos como las exigencias de los padres de los niños muertos en el incendio de la guardería ABC de Hermosillo. Tres meses se han cumplido y se siguen deslindando responsabilidades. Otros casos inadmisiblemente tortuosos, como la toma de nota de los dirigentes del Sindicato Mexicano de Electricistas. Es entonces que la intervención mediática de Felipe Calderón se hace polvo y no lleva a ningún lado distinto que no sea la exasperación.
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