Las elecciones de Coahuila y el
Estado de México, del pasado domingo 4 de junio, constataron una tendencia del
voto ciudadano iniciada en el 2018. El trasvase de las preferencias antes
asignadas al PRD y su captación por MORENA. Más cuantioso se hace el trasvase
de votos antes del PRI hacia MORENA. Los tres partidos mencionados, en sus
orígenes, se reconocen como corriente del caudaloso río de la Revolución
Mexicana. MORENA se ha dedicado a devolver a su cauce a esa corriente
histórica.
La RM había cumplido un ciclo con
la llegada del civilismo (1946) en el serial de presidentes no militares
iniciado por Miguel Alemán, el cual continúa hasta nuestros días. La Revolución
se había bajado del caballo, decían. Siguió su curso en el nuevo ciclo, el de
las corporaciones gremiales de campesinos y obreros, la base civil del partido hegemónico
que surtía las candidaturas para acceder a los Congresos, a las gubernaturas y
presidencias municipales. Cuando el PRI, a través de su jefe máximo -el
presidente en turno- decidió reducir la corriente de la Revolución por
considerarla incosteable, adoptó nuevos criterios para reclutar personal
destinado a los más altos cargos del país: el dominio del cálculo actuarial y
del inglés, junto a la acreditación de posgrados. Exclusión automática de la
clase política tradicional. La era tecnocrática iniciada en 1982 con Miguel De
la Madrid se dio en el contexto brutal del reaganismo.
Como respuesta a ese viraje no
consensado, en 1987 se dio la fractura del PRI que hizo explotar el proceso
sucesorio en el año siguiente. Para 1989 se dio la fundación del PRD, en la
orientación de revitalizar la corriente histórica de la Revolución desde ese
instituto político. Para los tecnócratas, con Salinas a la cabeza, adquirió un
valor estratégico la convergencia programática con el PAN, a pesar de la frágil
viabilidad del ensayo bipartidista, el cual duró hasta el 2018. Ese año MORENA
se hizo cargo de reencauzar la Revolución. Aunque nada es para siempre, el
alcance del partido guinda ha sido borrar al PRD y debilitar al PRI “neoliberal”.
Así se entiende el trasvase observado, que posiblemente continúe hasta el 2024.
Otra constatación del pasado
domingo fue la actuación del PAN, pues abandonando su larga trayectoria como
partido opositor, se asimiló como comparsa del PRI. El PAN tiene un serio
problema de relevo generacional, ni Ricardo Anaya ni Marko Cortés, han
levantado a su partido. Tampoco han dirigido al blanquiazul desde sus
identidades conservadoras que forman su tradición. Se adhirieron al
conservadurismo económico de los tecnócratas. Aliados con el PRI se hicieron
fuertes, debilitado el PRI se debilitó el PAN. Sin educar a su base social no
tiene forma de mostrar músculo y son asociaciones civiles las que se han
aprovechado de esta debilidad. La política de ese partido, cuando tuvo la presidencia
de la república, se limitó a moverse en circuitos muy elitistas y a estimular la
prensa venal.
Tercera constatación dominical. La
tripulación empresarial de Va por México no da resultados esperados.
Claudio X. G. G. capitán de esa alianza conformada por el PAN, el PRI y el PRD,
tendrá que rendir cuentas a sus patrocinadores. Pronto se sabrá si los magnates
opositores a MORENA persisten en su empeño político o prefieren la estabilidad
de los equilibrios macroeconómicos alcanzados por un gobierno de izquierda. Si
la ideología pesa más que el realismo.