martes, 4 de febrero de 2020

Barrer la basura debajo de la alfombra


“el vértigo periodístico ha tomado una ‘causa’ en extremo grave, pero muchas veces tratada, aunque por supuesto interminable, y nos ha arrojado a lo más bajo de las pasiones de las vehemencias, de las violencias.”
Maurice Blanchot

Por el año de 2009 -corríjanme si soy impreciso- en el Instituto Politécnico Nacional se creó la Unidad Politécnica de Gestión de Violencia de Género. Sin tener a la mano la exposición de motivos que dio origen a esa Unidad dentro den un establecimiento de educación superior, es de suponer que se tuvieron los datos suficientes que dieron forma a delimitar una realidad sin ocurrencias, la violencia de género. De esa Unidad provino la investigación que obtuvo como uno de sus productos el violentómetro. El objetivo, poner a disposición una forma de medir la exposición tóxica dentro de una relación de pareja. El material supone, supongo, una medición dentro de parejas consensuadas, que presumen simetría sobre la base del consentimiento mutuo que funda la relación.


Sucede que la violencia de género, en sus distintas gradaciones, también se da en relaciones asimétricas en ambientes específicos: el parental, al interior de las relaciones familiares; en el laboral ocurre como aberración de la relación empleador-empleado; en el eclesiástico se perturba la relación entre el oficiante y el creyente; en el ámbito escolar, relación docente-alumno. Hay asimetría porque hay desigualdad, entre la superioridad y la inferioridad que se da por aceptada, pero no incluye ni justifica explícitamente, que esa relación asimétrica obligue a una relación sexual. En los ambientes señalados hay clara desventaja sobre los que se encarrilan patrones conductuales de violencia de género que someten a una de las partes por engaño o chantaje, por seguridad en el empleo, por los resultados en las evaluaciones académicas.

El movimiento feminista que mantiene en paro algunas escuelas y facultades de la UNAM ha sido gestado por la violencia de género situada en una relación asimétrica, escolar o laboral, en la cual el consentimiento es nulo.

Creo que las autoridades universitarias han adoptado una posición negacionista, a la defensiva. La primera cuestión por abordar es reconocer que el acoso existe, incluso hay perpetradores de acoso que han sido sancionados. Eso lo debe poner por delante la autoridad, afirmar que no ha sido omisa y puede demostrar que la impunidad no es la norma (en este y en otros casos distintos a la violencia de género); en abono a su credibilidad, la UNAM puede informar sobre las quejas y denuncias que ha recibido por causa de la violencia de género, comprometerse y poner una línea procedimental inobjetable, sin revictimizar ni criminalizar. Entonces se dará cuenta e informará a los colectivos feministas de la recurrencia del acoso, de su repetición hasta identificar acosadores seriales.

Solo así podrá darse salida y resolver el levantamiento acordado de los paros, sin enfrentar a los paristas con otros alumnos, con profesores y padres de familia, como se ha intentado en planteles de la Escuela Nacional Preparatoria. Barrer la basura debajo de la alfombra solo escalará el conflicto.

Powered By Blogger