“Temed a la reacción, os lo repito, vuestros enemigos no os perdonarían, si la suerte vuelve a ellos. Por ello nada de dar cuartel; estaréis perdidos para siempre sí no os apresuráis a sacrificar a los miembros podridos de la municipalidad, del departamento a todos los jueces de paz antipatriotas y a los miembros gangrenados de la Asamblea Nacional […] Nadie detesta más que yo la efusión de sangre. Mas para impedir que se viertan olas, os apuro a verter gotas.”
Jean-Paul Marat
Nada ha colaborado
inesperadamente al gobierno de López Obrador que la misma oposición partidista.
Para fortuna, la oposición no ha salido de la ruta de actos fallidos. El último
evento, espero no sea el último, la reunión de los dirigentes partidistas con el
gerente de la OEA domiciliado en Washington, D.C. En el PAN, el PRI y el PRD no
se les ha ocurrido una reflexión sobre sus derrotas de los tres años recientes.
Se niegan a reconocer el mínimo acierto de la 4T, viven en la nostalgia de sus
usos y costumbres de manera mórbida, estimulada por un junior enemigo de la
política. No tienen deseo alguno de actos refundacionales, por medio de una
asamblea o congreso, convocante de sus bases. Todo se les va en cónclaves
conspiratorios, en depender del abuso de los medios de comunicación y las redes
sociales. Con su ausencia en barrios y comunidades rurales muestran aversión al
pueblo y se auto descalifican para la competición democrática.
En ese modelo de producir actos
fallidos se inserta Ricardo Anaya. Él, como otros de su especie, es incapaz de
responder contundentemente a las imputaciones de corrupción que se le hacen,
prefiere montar un circo mediático que produce más pena que risa, para
acercarse a la puerta de salida llamada debido proceso.
La oposición no la tiene fácil,
se topan con un presidente de la república cuidadoso del cumplimiento de la ley
y del manejo de las variables económicas. Sobre todo, se enfrentan a un
presidente en permanente comunicación con el Pueblo a través de asambleas y
conferencias de prensa, partidario del derecho al servicio de la justicia, de
la economía como redistribución de la riqueza. Lo que no hizo la oposición
cuando tuvo oportunidad de gobernar.
Además, en el Congreso, en la
mayoría de los Estados y en muchos municipios, el brazo político partidista de
la cuarta transformación tiene mejores condiciones para continuar el proyecto
hasta consolidarlo. Seis años no son suficientes. Aplicarse a fondo en los
espacios de poder concedidos por el voto de la ciudadanía. Sacar adelante el
refrendo al Ejecutivo por la vía de la revocación del mandato el próximo año,
más las elecciones del 2024.
MORENA es un partido exitoso, sus
facciones tal vez no se den cuenta. Pasan por alto que somos más los que
apoyamos a la 4T que los militantes de MORENA. Después del 6 de junio recién,
es sensible la lucha de facciones promoviendo ajustes de cuentas. Demandan
purga y hacen lista breve de purgables ¿A quién le conviene? A la oposición,
sin duda.