jueves, 1 de septiembre de 2022

Éramos muchos

Una fotografía reciente, la remodelación o restauración del recinto parlamentario de los Constituyentes del 57 ¿Cuál es el espíritu ausente?
 

Las guerras de religión europeas fueron guerras fratricidas. En México, la sucesión presidencial para el partido en el poder es una guerra fratricida, de baja o alta intensidad (nada más a manera de muestra revisar la sucesión de Lázaro Cárdenas y de Carlos Salinas sin recurrir a analogías).

MORENA ha adquirido el mal sucesorio y el negacionismo no es la cura. A pesar de sus diferencias conquistaron el poder y en ellas está la vía para refrendar el mandato popular. El detalle está en el cómo.

Las orientaciones del presidente Andrés Manuel López Obrador han sido claras: dejar hacer, no intervenir y atenerse al método de la encuesta. Esa guía debería mantener los ánimos sin caldear, pero no es así. Militantes y simpatizantes se sienten compelidos a manifestar sus preferencias, lo cual es francamente irreprimible, consustancial a la democracia. Ello no implica necesariamente ofenderse entre sí y faltarse al respeto, salvo que acepten las consecuencias deplorables que pudieran resultar. A un movimiento tan amplio como el de MORENA le es contradictorio expedir certificados de autenticidad morenista, a menos de que se disfrute de un hábitat irrespirable entre los contaminados y los puros.

Lo sucedido esta semana en el seno de la fracción parlamentaria de MORENA en el senado amerita observarlo con lupa. La invitación de los senadores de MORENA a miembros del gabinete no fue atendida por algunos, se justificó motivos de agenda. El hecho causo regocijo en el senador Cravioto y lo festejó en redes sociales. Lo consideró un vacío al senador Monreal, puede ser. Hasta donde se sabe las ausencias se justificaron. Sería ignominioso que las justificaciones fueran falsas ¿A quién creerle?

La beligerancia no cesó. Al día siguiente vino la deliberación de la mencionada fracción parlamentaria para definir su propuesta para ocupar la presidencia del Senado. El beneficiado fue Alejandro Armenta. En ese debate los votos resultantes no agradaron al senador Cravioto, pero se podría pensar que la definición por votación sería suficiente para cerrar filas. No fue así. Lo que hubiera cursado como mero trámite contó con la oposición de miembros de la bancada morenista. El arte de la política es también la formación de correlación de fuerzas en virtud de que la competencia política entre iguales es más bien una falacia del mercado (falacia que por cierto se ha extendido a otras áreas) En toda competencia hay ventajas y vulnerabilidades, difícilmente igualdades. El senador Cravioto debería aceptar humildemente su derrota y reconocer que fue incapaz de construir una correlación de fuerzas favorable a su grupo. Jugar al putsch no es una decisión afortunada, al menos no para la democracia.

Éramos muchos… y parió la abuela.

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