jueves, 12 de octubre de 2017

¿Este cuento se acabó?

Despejar el terreno informativo de la basura sucesoria que arrojan los aspirantes a la presidencia de la república y sus narradores. Tomar en cuenta la relevancia del presente y las consecuencias del pasado inmediato, todas ellas inadvertidas por los poderosos. De eso trato en esta ocasión sin siquiera salvar el fastidio de la repetición.

El terremoto del 19 de septiembre, desde su vivencia en la ciudad de México, dejó al descubierto la más joven de las democracias de la república mexicana, su baja calidad o su calidad de botín para los políticos o burócratas, son expresión de una pluralidad ficticia: la corrupción los identifica, los hace homogéneos. Edificios colapsados en la ciudad de México, algunos, corresponden a manejos corruptos entre autoridades y empresas inmobiliarias.

Otro tema relevante es la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. En la cuarta ronda de negociaciones, celebrada de nuevo en Washington D. C., nos ofrece la coincidencia entre Canadá y los Estados Unidos de plantear la exclusión de México del TLC. Precisamente la joya del régimen tecnocrático que puso a México en el primer mundo sin considerar los endebles cimientos de esa colocación. Ahora resulta que México es un socio incómodo para hacer un trío.

Está muy contaminado el ambiente de cielos claros que prometieron las reformas modernizadoras, las recientes y las precedentes, de Carlos Salinas a Enrique Peña.

Algo se quebró en el diseño no escrito de la modernización de entre siglos, pero es imposible ocultar el acuerdo tácito entre la élite política y económica. El enriquecimiento desmesurado de los políticos y la ventaja de algunas empresas, nacionales y extranjeras, para enriquecerse despiadadamente. Este fue el pacto corrupto de la liberalización económica, capturar para unos pocos la operación del “libre comercio”.  

Partidos dóciles en el proceso legislativo de reducción del Estado. Empresas beneficiadas para sacarle la vuelta a la competencia: Carso, Televisa, TV Azteca, Industrial Minera México, Grupo Bailleres, Bimbo y una larga lista que incluye actividades financieras, de la construcción.


El cuento de hadas de la democracia electoral y del libre comercio ha dejado una historia de horror digna de un escritor romántico. La criminalidad, la inseguridad se han convertido en pesadilla de la que nadie se hace responsable, desde el Estado lo ven como un problema estrictamente policiaco y de presupuesto público, este último siempre insuficiente. No solamente se ha perdido la batalla para reducir los márgenes de operación del crimen y la consecuente inseguridad. También se han encarecido otros servicios básicos del Estado: educación y salud, promoviendo y enalteciendo su gestión privada. El derecho laboral (incluida la existencia post laboral) se modificó para depauperar a los trabajadores. Eso sí, se formó el derecho ambiental que se tuerce cada vez que una empresa quiere abrir un negocio para usufructuar los recursos naturales o si se trata de encubrir actividades empresariales notoriamente contaminantes.


Así las cosas, alguien puede insistir en que vamos por el camino correcto. Ya se desmanteló al Estado, la sociedad mexicana se ha quebrado.
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