sábado, 16 de julio de 2022

Exterior, interior

Pese a los augurios de desastre, la política exterior del primer gobierno de la república conducido por MORENA -posiblemente le sigan otros- ha desmentido los pronósticos negativos sobre la presunta ineptitud que aislaría a México del mundo. Se partía de la base sin sustentar, de que sería imposible una buena relación con el gobierno de Estados Unidos. Primero con Donald Trump, después con Joe Biden, Andrés Manuel López Obrador ha logrado una relación de entendimiento e interés para ambas soberanías. De ningún modo ha sido una relación binacional desabrida. Hasta ahora, el principal resultado lo constituye el refrendo de la alianza comercial renombrada como TMEC.



Esta semana que fenece, se dio la segunda visita del presidente López Obrador a Washington, D. C. Una nueva ocasión para que la prensa conservadora se fuera con todo para desacreditar la reunión y calificarla de fracaso. Ni un esfuerzo de análisis decente. Los medios se han olvidado de informar y operan como máquina de propaganda antiAMLO, con desprecio consumado hacia la inteligencia de la población que aprecia la información por sobre la propaganda. Qué dificultad para poner en claro dos o tres líneas que hagan comprensible la reunión. Van cinco.

Primero, el presidente, en tanto jefe de estado está obligado a poner en el centro de cualquier posible acuerdo, los principios de soberanía y autodeterminación de los pueblos. Así se lo dicta la Constitución.

Segundo, el presidente reitera su propuesta para la fortaleza económica del bloque regional de Norteamérica como un punto de partida hacia la agregación de Centroamérica y seguidamente el resto del continente. Reglas para facilitar la migración de fuerza de trabajo como primer tema.

Tercero, advertir lo que omiten los analistas, la tendencia mundial hacia la globalización de la economía como eje conductor, excluyendo la política de los estados nación, colapsó con la crisis financiera derivada de las deudas inmobiliarias, la cual estalló en el 2008. Como se dice en el juego del dominó, se ahorcó la mula e inicia un nuevo juego. El nacionalismo, al que tendenciosamente se le minimiza despectivamente bajo la etiqueta de populismo, está de regreso. Es el ciclo que despega y toma fuerza.

Cuarto, la tendencia en curso no abole los bloques, de ahí a priorizar el bloque continental de América. Al tiempo mantener buenas relaciones con el bloque asiático del Pacífico liderado por China, así como con el resto de los continentes.

Quinto, de hecho, la única relación que se ha enfriado es con el gobierno español -la que luego se reciente en algunos pronunciamientos comunitarios de Europa- de ahí en fuera no hay confrontación con el Viejo Continente.

Mientras tanto, volteando hacia la política interior, el bloque opositor al gobierno de México se mantiene bajo los reflejos del sentir neoliberal desnacionalizador. Siguen sin asimilar la serie de derrotas que han acumulado desde el año 2018. Ningún partido opositor se ha reconstituido y se mantienen en la pendiente cuesta abajo. En su minusvalía, sus derrotas las endulzan con el camelo de los medios y se vuelven incondicionales de las cúpulas empresariales. Esto último queda demostrado al aceptar la subordinación política a Claudio X. y a la COPARMEX. El desastre mayor es para el PRI y el PRD pues alguna vez, desde sus respectivas fundaciones, aspiraron a desarrollar una identidad popular. En pendiente paralela hacia el despeñadero, el PAN abdicó de su talante moralista y se amarteló bajo las sábanas con el crimen organizado y ya está francamente descobijado.

En el tanteo, no hay que olvidar que la minoría opositora representa a millones, pero la mayoría gobernante representa a más millones de ciudadanos.

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