viernes, 13 de noviembre de 2015

Grotesco

Este año, la entrega de la medalla Belisario Domínguez difundida por televisión a través del Canal del Congreso, quedó empañada. Fue una expresión de lo grotesco en tanto inversión de la realidad. La tecnocracia se disfraza de revolucionaria, de aquella desatada por la proclama de Francisco I. Madero en 1910. (La idea de la inversión y lo grotesco me es sugerida por la obra de Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, Barral, 1974) Durante los carnavales medievales, afirma Bajtin, operaba la inversión del mundo social, el pueblo era rey y el rey era súbdito, una sátira a manera de crítica al orden existente. En el México del siglo xxi, por un día, la cultura elitista se hizo pasar por revolucionaria. Un mundo al revés.



Belisario Domínguez, senador de la república hasta el 7 de octubre en que fue asesinado por el gobierno usurpador, será recordado por la confrontación de poderes constitucionales que protagonizó al denunciar la irregularidad legal –fársica- con la que el Gral. Victoriano Huerta asumió la presidencia de la república. Por eso el senador chiapaneco se constituyó en un símbolo de la revolución mexicana amenazada por el golpe de Estado de Huerta y un ejemplo transgeneracional, fue clave para que un proyecto político continuara y se hiciera régimen, como igualmente clave y eficaz resultó la coalición de gobernadores encabezados por Venustiano Carranza para revertir el efecto restaurador del mencionado Huerta. Así fue posible la Constitución de 1917, la educación pública, laica y gratuita, el reparto agrario, el reconocimiento de los derechos laborales y hasta la formación de un partido político al servicio de la revolución. A todo eso contribuyó el ilustre chiapaneco.

A los gobernantes mexicanos de los últimos años, toda la hazaña revolucionaria la han degradado a la calidad de paradigmas caducos y mitos insostenibles. Las reformas estructurales han concluido con una época. Belisario Domínguez no les significa al inconforme, quien desde el Poder Legislativo denunció al Ejecutivo y sus crímenes. Algunos tramos de su denuncia hasta parecen retrato del paisaje nacional actual. El gobierno de Peña Nieto se sentiría molesto y le diría “¡Ya chole con tus quejas!”

La verdad es que no cuadra la figura de Belisario Domínguez con el mundo según la tecnocracia. Don Belisario inspiró a un régimen que acabó con los latifundios. Grotescamente, en su nombre se premia al mayor latifundista minero del país.

Si existe un personaje parangonable con Belisario Domínguez es Layda Sansores, en su calidad de miembro del Senado y por su posición de denuncia ante las acciones del Ejecutivo. Que quede claro, sólo por eso.


Por favor, sean consecuentes con el proyecto reformador y no usen el prestigio del prócer, formen su propio panteón de codiciosos y corruptos.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Toque y rol

Una discusión marihuana, abierta institucionalmente por una sentencia de la SCJN sobre un amparo a favor de cuatro ciudadanos que demandaron por la inconstitucionalidad y afectación a los derechos humanos, insertos en el articulado de la Ley General de Salud. La sala uno dictaminó el jueves 5 de noviembre sobre dicha inconstitucionalidad. Este es un nivel de la discusión y no se puede minimizar y dejar poco enfatizado. Lo que la Corte develó fue el autoritarismo con el que se imponen los gobernantes y legisladores, quienes juran ceremonialmente defender y hacer prevalecer la Constitución. Cuántas decisiones se toman al impulso autoritario, que ni siquiera están puestas en la ley, a lo mejor en un reglamento o en una circular. Fundadas en falacias de autoridad, nada más porque quien manda lo dice e impone, ni se toman la molestia del debate, el Acuerdo Transpacífico un ejemplo. Pero el debate tiene muchas aristas, no sólo la de carácter jurídico constitucional.

El presidente Enrique Peña Nieto ha dado su opinión personal, me parece que a los gobernados les interesa su opinión en tanto Jefe de Estado, en tanto se apega a disposiciones de ley, establece políticas y asigna presupuesto para erradicación y atención de afectados por la economía negra basada en la producción, comercialización y consumo de la marihuana. El Presidente ha optado por la prudencia antes de una definición e instruye al secretario de gobernación para presidir y organizar el debate (9-11-“015) ¿Por qué no Mercedes Juan? La instrucción es ya una definición, el tema de la marihuana es un asunto de seguridad pública. Efectivamente, la prohibición ha sido el estímulo de organizaciones criminales que trafican con mercancías prohibidas. Pero la prohibición también ha cultivado la corrupción en los tres niveles de gobierno. Visto así, la prohibición no ha sido la mejor solución. Vale preguntarse ¿A quién afectaría la regulación del consumo de drogas? Este es apenas un segundo nivel del debate.

El de la salud es otro nivel del debate en un doble filo. Son las drogas riesgo para la salud o aporte medicinal. Aquí el sector salud tiene la información, es el momento para que la difunda, posee investigación acumulada y en curso. Es importante señalar que existen otro tipo de consumo o ingesta, de los que se conoce su daño a la salud y no aplica la prohibición y si la información preventiva, la advertencia: el consumo de este producto es nocivo para la salud. Las bebidas endulzadas, causantes de obesidad y promotoras de la diabetes, son objeto de un impuesto al consumo; las bebidas alcohólicas, en los días de asueto generalizado, tienen el límite del alcoholímetro para los conductores de auto; el tabaco, sus consumidores, les es negado el consumo en espacios públicos y se les confina en espacios sólo para fumadores.

Hasta aquí, los tres niveles enlistados nos remiten a decisiones técnicas en materia de constitucionalidad, seguridad y salud.

Está también la naturaleza económica de la discusión sobre la marihuana: producción, comercialización y consumo. Aquí el reto es sacarla del mercado negro para alejarla de la criminalidad y de la corrupción; está el nivel geopolítico imposible de obviar. En los últimos años, de manera consistente desde el gobierno de Felipe Calderón, la política respecto a las drogas en general ha dejado de ser soberana, la incidencia norteamericana es más que ostensible, el Iniciativa Mérida lo confirma; un nivel más del debate se encuentra en la discusión filosófica, aceptación o negativa a la posición liberal. Para mi es difícil encontrar un liberalismo puro, de una sola pieza. Unos son liberales en lo político, otros son liberales en lo económico, hay radicales anarco-liberales y académicos liberal-spencerianos.


El debate nos dirá mucho sobre la sociedad mexicana, su caracterización sociológica, si realmente somos una sociedad liberal que reconoce y defiende la capacidad del individuo para decidir sobre lo que le conviene a su persona, o somos una sociedad conservadora. O qué tal, liberales o conservadores a conveniencia. Lo que sí me parece ineludible es aclarar: el consumo de la marihuana eclosiona la delincuencia o es la prohibición la que la determina. Para mí la delincuencia tiene otra cuerda, relacionada con la fortaleza del Estado de derecho. Sí éste es débil no hay manera efectiva de ser contundentes frente al crimen organizado. Contundente quiere decir abatir la corrupción y la impunidad.
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