miércoles, 11 de noviembre de 2015

Toque y rol

Una discusión marihuana, abierta institucionalmente por una sentencia de la SCJN sobre un amparo a favor de cuatro ciudadanos que demandaron por la inconstitucionalidad y afectación a los derechos humanos, insertos en el articulado de la Ley General de Salud. La sala uno dictaminó el jueves 5 de noviembre sobre dicha inconstitucionalidad. Este es un nivel de la discusión y no se puede minimizar y dejar poco enfatizado. Lo que la Corte develó fue el autoritarismo con el que se imponen los gobernantes y legisladores, quienes juran ceremonialmente defender y hacer prevalecer la Constitución. Cuántas decisiones se toman al impulso autoritario, que ni siquiera están puestas en la ley, a lo mejor en un reglamento o en una circular. Fundadas en falacias de autoridad, nada más porque quien manda lo dice e impone, ni se toman la molestia del debate, el Acuerdo Transpacífico un ejemplo. Pero el debate tiene muchas aristas, no sólo la de carácter jurídico constitucional.

El presidente Enrique Peña Nieto ha dado su opinión personal, me parece que a los gobernados les interesa su opinión en tanto Jefe de Estado, en tanto se apega a disposiciones de ley, establece políticas y asigna presupuesto para erradicación y atención de afectados por la economía negra basada en la producción, comercialización y consumo de la marihuana. El Presidente ha optado por la prudencia antes de una definición e instruye al secretario de gobernación para presidir y organizar el debate (9-11-“015) ¿Por qué no Mercedes Juan? La instrucción es ya una definición, el tema de la marihuana es un asunto de seguridad pública. Efectivamente, la prohibición ha sido el estímulo de organizaciones criminales que trafican con mercancías prohibidas. Pero la prohibición también ha cultivado la corrupción en los tres niveles de gobierno. Visto así, la prohibición no ha sido la mejor solución. Vale preguntarse ¿A quién afectaría la regulación del consumo de drogas? Este es apenas un segundo nivel del debate.

El de la salud es otro nivel del debate en un doble filo. Son las drogas riesgo para la salud o aporte medicinal. Aquí el sector salud tiene la información, es el momento para que la difunda, posee investigación acumulada y en curso. Es importante señalar que existen otro tipo de consumo o ingesta, de los que se conoce su daño a la salud y no aplica la prohibición y si la información preventiva, la advertencia: el consumo de este producto es nocivo para la salud. Las bebidas endulzadas, causantes de obesidad y promotoras de la diabetes, son objeto de un impuesto al consumo; las bebidas alcohólicas, en los días de asueto generalizado, tienen el límite del alcoholímetro para los conductores de auto; el tabaco, sus consumidores, les es negado el consumo en espacios públicos y se les confina en espacios sólo para fumadores.

Hasta aquí, los tres niveles enlistados nos remiten a decisiones técnicas en materia de constitucionalidad, seguridad y salud.

Está también la naturaleza económica de la discusión sobre la marihuana: producción, comercialización y consumo. Aquí el reto es sacarla del mercado negro para alejarla de la criminalidad y de la corrupción; está el nivel geopolítico imposible de obviar. En los últimos años, de manera consistente desde el gobierno de Felipe Calderón, la política respecto a las drogas en general ha dejado de ser soberana, la incidencia norteamericana es más que ostensible, el Iniciativa Mérida lo confirma; un nivel más del debate se encuentra en la discusión filosófica, aceptación o negativa a la posición liberal. Para mi es difícil encontrar un liberalismo puro, de una sola pieza. Unos son liberales en lo político, otros son liberales en lo económico, hay radicales anarco-liberales y académicos liberal-spencerianos.


El debate nos dirá mucho sobre la sociedad mexicana, su caracterización sociológica, si realmente somos una sociedad liberal que reconoce y defiende la capacidad del individuo para decidir sobre lo que le conviene a su persona, o somos una sociedad conservadora. O qué tal, liberales o conservadores a conveniencia. Lo que sí me parece ineludible es aclarar: el consumo de la marihuana eclosiona la delincuencia o es la prohibición la que la determina. Para mí la delincuencia tiene otra cuerda, relacionada con la fortaleza del Estado de derecho. Sí éste es débil no hay manera efectiva de ser contundentes frente al crimen organizado. Contundente quiere decir abatir la corrupción y la impunidad.

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