jueves, 29 de octubre de 2015

Un gobernador breve

En menos de un día se pusieron las cartas de entendimiento entre el nuevo gobierno del estado de Guerrero y el gobierno federal.

El boletín de la secretaría de gobernación afirmaba: “El Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el Gobernador del estado de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, anunciaron hoy aquí el inicio del reforzamiento de la Estrategia de Seguridad en la entidad, con lo cual se atiende la instrucción directa del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.”

El recién jurado gobernador posteaba en su cuenta de Facebook: “Buenos días, agradezco al C. Presidente Enrique Peña Nieto todo su apoyo mostrado con la visita del gabinete de seguridad y su disposición al trabajo desde el inicio de nuestra gestión; los guerrerenses reconocemos el respaldo brindado para recuperar la paz; Guerrero nos necesita a tod@s.”

No es para menos, La Jornada informó el día 29 de octubre: “Durante 2014 y los primeros nueve meses de este año, en Guerrero han sido asesinadas 3 mil personas en hechos vinculados a la situación de inseguridad, violencia y acción del crimen organizado.
“Esta entidad preserva la tasa de asesinatos intencionales más alta del país. A escala nacional el indicador parcial (enero-septiembre) es de 10.45 casos por cada 100 mil habitantes, y en la mencionada entidad es de 41.59”

La mañana del 27 de octubre, en Chilpancingo, asumió la responsabilidad de gobernador constitucional del estado de Guerrero, ante el Congreso local, Héctor Astudillo. Por la tarde, en el puerto de Acapulco, se apersonó el gabinete de seguridad del gobierno federal, para instruir responsabilidades en materia de seguridad en ése estado al Gral. Alejandro Saavedra Hernández. En cuestión de horas Astudillo asumió y se convirtió en pieza decorativa, para cubrir formalidades. Otra vez, sin aprender del pasado, se pone a los militares como el factótum de un estado ingobernable.

Por qué no se declara el estado de excepción mediante el procedimiento respectivo. Guerrero, de instituciones demolidas, donde a sus políticos el asesinato les resulta un medio para resolver diferencias sin lugar a asombro. Cuando menos el flamante gobernador debería declarar que pese a la necesaria ayuda del gobierno federal, el principal responsable de las decisiones políticas en Guerrero es su gobierno estatal y asume las consecuencias a plenitud. Así, para que luego no se enreden o será que Astudillo quiere estar como Fausto Vallejo en Michoacán.

La ingobernabilidad se da en varios frentes, el más ancestral, el de los cacicazgos. Señalar quiénes son y en qué municipios y regiones operan, cómo se les va a someter; está el frente más sangriento, el de los cárteles del crimen organizado; en Guerrero residen grupos armados; en Guerrero se “institucionalizaron” las autodefensas; se hizo del magisterio un ejército para intervenir en procesos electorales. Todo esto se hizo estructura funcional para el crimen organizado en lugares como Acapulco. Este desmantelamiento de las instituciones finalmente estalló en Iguala.



Se dispone otra vez del Ejército para arreglar lo que otros descompusieron, se le deja la manzana envenenada. A Héctor Astudillo tal vez le convenga en una confianza cínica hacer el papel de pieza decorativa. Pero el Ejército, como institución, de qué le sirve actuar sobre lo que no tiene norma cierta e instructiva, más allá de la ambigüedad de acatar el cumplimiento de las órdenes dadas por la superioridad.




Por lo menos se debería dejar en blanco y negro la delimitación de responsabilidades, los medios y los objetivos, las metas y los plazos, para empezar. De no ser así, sólo se prolongará la arraigada cadena de arbitrariedad que aflige a los guerrerenses, sin cadena de oración que interceda por ellos.

lunes, 26 de octubre de 2015

Manuel, Odile, Patricia*

Tres emergencias literalmente huracanadas se han vivido en el actual sexenio, con distinto nivel de desastre y letalidad.

El 23 de septiembre de 2013 entró por la costa del estado de Guerrero el huracán Manuel, éste trajo decenas de muertos, heridos y desaparecidos, miles de evacuados y de viviendas afectadas. Del Puerto de Acapulco a La Montaña un factor común de desastre: asentamientos humanos establecidos en zona de riesgo. Lo de Acapulco se pudo evitar, pero por culpa de las inmobiliarias y las autoridades municipales no fue así; En otro caso, como el de La Pintada, por desconocer los riesgos el pueblo no lo previó y se lo llevó una avalancha de tierra reblandecida por la lluvia; en otra versión lo fueron los asentamientos irregulares de comunidades pobres. Durante éste meteoro se acusó lentitud de parte de las autoridades, lo que más se vio mal fue la irresponsabilidad del entonces gobernador, Ángel Aguirre Rivero, quien ese día andaba cenando con sus cuates.

Un año después, el 14 de septiembre de 2014, Odile ya no encontró dormido al gobierno, hasta cierto punto. Este huracán entró por Los Cabos, en Baja California Sur. El gobierno se movió rápido para desalojar una zona de constante flujo de visitantes, nacionales y extranjeros, de ese destino vacacional. No obstante, Odile será recordado por los destrozos que hizo a la red de cableado eléctrico y por el saqueo de centros comerciales por parte de la población.

Recién, en la segunda mitad del mes de octubre de 2015, satelitalmente se avistó el huracán más grande y rápido que haya tocado el Pacífico mexicano. Del tamaño de los pronósticos fueron las previsiones. Ya preparadas para lo peor, las autoridades y la población en el radio de afectación se sincronizaron, actuaron en el mismo sentido para atender la emergencia. Esto según el relato oficial, no dispongo de datos precisos sobre los daños materiales, por cuanto se refiere a pérdidas de vidas humanas y heridos el daño, si ello hubo, fue mínimo, en contra del pronóstico fatal.

El ojo del huracán Patricia vio, miró muy bien su paso, no entró directamente a Bahía de Banderas, a la conurbación entre Puerto Vallarta y Nuevo Vallarta, tampoco pasó por el Puerto de Manzanillo. La naturaleza engañó a la NASA. Patricia entró por la llamada Costa Alegre de Jalisco, técnicamente el impacto fue absorbido por los ecosistemas costero y serrano, éste último compuesto por algunos volcanes inactivos.

Si queremos tener claro que pasó no es suficiente preguntarle a los físicos y a los ingenieros, hay que preguntarle a los investigadores de la Estación Biológica de la UNAM establecida en Chamela, Jalisco. Es posible que aquí no se haya dado la conjunción de desarrollismo con pobreza. Mi hipótesis es que Patricia no pegó donde se asientan megadesarrollos inmobiliarios y turísticos, tampoco chocó con una masa forestal previamente devastada por la tala ilegal. Lo que nos explica la nula letalidad del meteoro es la atingencia de políticas ambientales establecidas con anterioridad, a través de la conservación en las Áreas Naturales Protegidas y de medidas de protección a los bosques. Dichas políticas no tienen que ver con siglas partidistas, incluyendo a la impostura llamada Partido Verde.

Es importante destacar que las políticas ambientales en México están condenadas en aras de convocar a las inversiones. Ya a fines del sexenio pasado, después de una consistente política de promulgación de áreas protegidas, se desincorporó del régimen de protección parte del Sistema Arrecifal Veracruzano. En la presente administración, para mal, se recategorizó el Nevado de Toluca.


Es de tener claro, a la naturaleza no se le engaña.
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* Dicen que el huracán Patricia, con todo y su tamaño y velocidad de asombrosa admiración, al tocar tierras mexicanas se deprimió nada más de ver tantas desigualdades e injusticias.
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