viernes, 2 de octubre de 2009

Y con la misma piedra



Si las reformas que propone el Ejecutivo no se han dado, o si las reformas alcanzadas no han colmado los propósitos del Ejecutivo ¿Para qué volver a hacer anuncios de lo que no ha concluido como propuesta, ni mucho menos ha tenido un proceso visible, público, de formación de consensos? Es el caso de las “reformas” necesarias para detonar la construcción de infraestructura que insinúa Felipe Calderón, que sin ser muy claras ya toman el camino de la insuficiencia. Tropezarse de nuevo con la misma piedra. Como no puede Calderón sacar adelante su paquete económico porque él mismo, su gente, negó un Plan B, ahora resulta que la nueva ocurrencia puede resultar en Plan B.

El asunto que se propone es utilizar el ahorro para el retiro de los trabajadores y ponerlo a disposición de los empresarios a través de la Bolsa Mexicana de Valores. En ese idilio, promover un nuevo esquema de conjunción entre inversión pública y privada teniendo como soporte el ahorro de los asalariados que están dentro de la economía formal. Si se quiere eso por qué no de una vez se presenta el proyecto completo y se abre un debate que tome el parecer de los ahorradores de manera principal. Son las formas calderenionas las que caen en el hígado, esas maneras de ser tan obsecuente con la iniciativa privada que a los mexicanos que no somos empresarios nos hace sentir no personas.

Es de imaginarse la tenebra y al tenebroso Es de imaginarse que ante los apuros para sacar el paquetazo bien librado del Congreso, se dieron a urdir el negado Plan B. Imagino el cerebro de Luis Téllez, el mismo que no pudo sacar el programa de infraestructura cuando fue secretario de comunicaciones y transportes, la misma persona que aseguró que la reforma al 27 constitucional traería carretadas de inversiones al campo y las famosas asociaciones en participación, el mismo personaje que ha trabajado en el sector público y que con información privilegiada ha beneficiado empresarios, broker que pone recursos públicos en manos privadas. La propuesta tiene el sello del itamita que hoy, casualmente, está al frente de la BMV.

Se trata de una propuesta cocinada al vapor de la insensibilidad. A penas el 14 de agosto, de gira por Uruguay, el presidente Calderón opinaba respecto al uso bursátil del ahorro para el retiro y hoy lo recuerda Milenio Diario: “Para poder mantener la salud de las finanzas públicas y no poner en riesgo la estabilidad económica, los fondos que tenemos reservados para pensiones tienen que ser utilizados para pensiones. Es su derecho y sería impensable quitarle el dinero a los trabajadores en retiro para dárselo al gasta del gobierno federal o de las entidades”. En menos de dos meses el Ejecutivo ha modificado su opinión: que sea la iniciativa privada, las constructoras, las que dispongan del dinero ahorrado por lo trabajadores.

A Felipe Calderón se le olvida el pasado reciente, que no cuenta con una mayoría en el Congreso, pero tampoco puede formar una mayoría social, esa que no aparece en las encuestas, que se exprese en movilizaciones a favor de su propuesta. Que sus deseos por hacer más ricos a los ricos pasan por el apoyo de los legisladores priístas que evaluaran el costo y no se ve qué beneficio, como instituto político, puedan obtener, su memoria no es tan precaria, se acuerdan del aumento del IVA y de la roqueseñal. También se le olvida al Presidente que los proyectos que no cuentan con la venia popular, no la mediática, terminan por abanderar a Andrés Manuel López Obrador.

A lo mejor estamos equivocados y las “reformas” están bien hechas y amarradas, tanto que al día siguiente de su promulgación se abarrotará el zócalo a favor de las mismas. Pero no demos lugar a las similitudes, Salinas sólo hay uno. No basta con ser chaparro y pelón, hay que ser muy inteligente.


martes, 29 de septiembre de 2009

Negar la realidad



Al parecer, el jefe de gobierno del Distrito Federal ha tenido a bien concluir el cuento de “Juanito”. Cuento que contó con muchas manos en su elaboración y por lo cual no se sabía de quien era autoría original, hasta el PAN se puso a arrastrar el lápiz a través de su dirigente local en la Ciudad de México. Por más de un mes los medios hicieron de la bobería noticia. Gracias Marcelo por poner el punto final, ojala que todos tu retos los resolvieras con la agilidad que mostraste en este caso.

No nos hagamos bolas, “Juanito” fue un cuento que inicio el PRD y a ese instituto le correspondió concluirlo. La distracción se acabó y es necesario voltear la vista hacia lo que el gobierno federal no quiere que veamos desde el cinco de julio pasado: la derrota electoral de su partido que es la derrota de Felipe Calderón.

Si en el año dosmilseis, la elección presidencial dejó un Ejecutivo sin una victoria contundente. Elección en la que, recordemos, el PAN obtuvo 15, 000, 284 votos, el PRD 14, 756, 350 y el PRI 9, 000, 301, en la que la diferencia entre el primero y el segundo fue del 0.58%, mientras que la suma de los votos del PRI y PRD fue de más de 23 millones con un claro No a Felipe Calderón. Elecciones presidenciales que finalmente fueron dirimidas en el Tribunal Electoral con un alto riesgo para la continuidad constitucional del traslado del Poder Ejecutivo a un nuevo presidente de la república. Aún así, Calderón y su grupo actuaron como si hubieran tenido un mandato arrollador.

Para el año dosmilnueve, el presidente Calderón quiso hacer de la elección federal para renovar la Cámara de Diputados una especie de plebiscito que confirmara su mando. Con ello se expuso a que el resultado pusiera en entredicho su mandato obtenido por la vía judicial. En efecto, su mandato fue cuestionado. El PRI sacó una ventaja contundente sobre el PAN que superó el 8 por ciento de diferencia. Esa es la realidad que niega Felipe Calderón, no acepta que su apuesta al plebiscito simulado ha terminado por disminuir aún más su mando. Realidad que ni con encuestas, ni con publicidad se puede ocultar. Tres años no sirvieron para fortalecer el mando.

Desde el mismo seis de julio el presidente Calderón debió dar un giro claro en la conducción del país, con un planteamiento acorde a la realidad política surgida de las elecciones, pasando desde ya la barredora sobre su gabinete, como muestra de que entendió, ahora sí, el mensaje de las urnas. Pero no es así, le da largas al asunto y desde el 2 de septiembre reinaugura el discurso del cambio para mantenerse en sus cuatro. Nada más que ahora pone el combate a la pobreza como su principal bandera y garlito de su paquete económico.

La verdad es que el primero que tiene que cambiar de esquema es el mismo Calderón, de su concepción de la acción del Estado. Lo que deja ver es que le resulta totalmente ajena una concepción del Estado como factor del crecimiento económico y promotor del desarrollo. Para él, el Estado se resume en recaudar impuestos y echar andar el aparato policíaco. La economía no le compete al Estado, aunque constitucionalmente se afirme lo contrario. Felipe Calderón está afectado de soberbia y en nada tiene que emular a sus pares, según él. No acepta que un verdadero Jefe de Estado tiene que afrontar decisiones por encima de sus creencias y, con mayor razón, de sus dogmas.

Se acabó el cuento de “Juanito” ¡Volvamos a la realidad!

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