Si las reformas que propone el Ejecutivo no se han dado, o si las reformas alcanzadas no han colmado los propósitos del Ejecutivo ¿Para qué volver a hacer anuncios de lo que no ha concluido como propuesta, ni mucho menos ha tenido un proceso visible, público, de formación de consensos? Es el caso de las “reformas” necesarias para detonar la construcción de infraestructura que insinúa Felipe Calderón, que sin ser muy claras ya toman el camino de la insuficiencia. Tropezarse de nuevo con la misma piedra. Como no puede Calderón sacar adelante su paquete económico porque él mismo, su gente, negó un Plan B, ahora resulta que la nueva ocurrencia puede resultar en Plan B.
El asunto que se propone es utilizar el ahorro para el retiro de los trabajadores y ponerlo a disposición de los empresarios a través de la Bolsa Mexicana de Valores. En ese idilio, promover un nuevo esquema de conjunción entre inversión pública y privada teniendo como soporte el ahorro de los asalariados que están dentro de la economía formal. Si se quiere eso por qué no de una vez se presenta el proyecto completo y se abre un debate que tome el parecer de los ahorradores de manera principal. Son las formas calderenionas las que caen en el hígado, esas maneras de ser tan obsecuente con la iniciativa privada que a los mexicanos que no somos empresarios nos hace sentir no personas.
Es de imaginarse la tenebra y al tenebroso Es de imaginarse que ante los apuros para sacar el paquetazo bien librado del Congreso, se dieron a urdir el negado Plan B. Imagino el cerebro de Luis Téllez, el mismo que no pudo sacar el programa de infraestructura cuando fue secretario de comunicaciones y transportes, la misma persona que aseguró que la reforma al 27 constitucional traería carretadas de inversiones al campo y las famosas asociaciones en participación, el mismo personaje que ha trabajado en el sector público y que con información privilegiada ha beneficiado empresarios, broker que pone recursos públicos en manos privadas. La propuesta tiene el sello del itamita que hoy, casualmente, está al frente de la BMV.
Se trata de una propuesta cocinada al vapor de la insensibilidad. A penas el 14 de agosto, de gira por Uruguay, el presidente Calderón opinaba respecto al uso bursátil del ahorro para el retiro y hoy lo recuerda Milenio Diario: “Para poder mantener la salud de las finanzas públicas y no poner en riesgo la estabilidad económica, los fondos que tenemos reservados para pensiones tienen que ser utilizados para pensiones. Es su derecho y sería impensable quitarle el dinero a los trabajadores en retiro para dárselo al gasta del gobierno federal o de las entidades”. En menos de dos meses el Ejecutivo ha modificado su opinión: que sea la iniciativa privada, las constructoras, las que dispongan del dinero ahorrado por lo trabajadores.
A Felipe Calderón se le olvida el pasado reciente, que no cuenta con una mayoría en el Congreso, pero tampoco puede formar una mayoría social, esa que no aparece en las encuestas, que se exprese en movilizaciones a favor de su propuesta. Que sus deseos por hacer más ricos a los ricos pasan por el apoyo de los legisladores priístas que evaluaran el costo y no se ve qué beneficio, como instituto político, puedan obtener, su memoria no es tan precaria, se acuerdan del aumento del IVA y de la roqueseñal. También se le olvida al Presidente que los proyectos que no cuentan con la venia popular, no la mediática, terminan por abanderar a Andrés Manuel López Obrador.
A lo mejor estamos equivocados y las “reformas” están bien hechas y amarradas, tanto que al día siguiente de su promulgación se abarrotará el zócalo a favor de las mismas. Pero no demos lugar a las similitudes, Salinas sólo hay uno. No basta con ser chaparro y pelón, hay que ser muy inteligente.