martes, 7 de agosto de 2012

Mucha política




El efecto mediático de la etapa poselectoral, significado característicamente por la descalificación de la elección presidencial ante los medios por parte de la coalición de izquierda, no se le ve consistencia para echar abajo el resultado a favor de Enrique Peña Nieto. Lo que si logrará es desandar un camino que a lo largo de los años se ha venido construyendo: el de la confianza en los procedimientos electorales. Se han hecho imputaciones inverosímiles, como la supuesta llamada de Luis Videgaray para verificar estados de cuenta bancaria (Esa llamada se la encargas a algún colaborador cercano o se verifica la cuenta a través de internet)

 Pero la veracidad de los datos es lo de menos para quien difama desde las artes de la mala fe, la consecuencia inmediata es enlodar al ganador y dejar sembrada la duda en la conciencia de n ciudadanos. Para todo fin práctico, el gobierno entrante no sólo tendrá que enfrentar la herencia maldita de su antecesor –inseguridad y descomposición social- y refrendar, con el ejercicio de gobierno, la mayoría de votos que le dieron legitimidad y legalidad de inicio.

El ambiente también es la oportunidad para que partes interesadas se incorporen a la ola de la duda para instalar su propia agenda o coartada. Sacar raja, tomar ventaja, condicionar al nuevo gobierno. Allí están las declaraciones, el mensaje del Consejo Coordinador Empresarial a través del Lic. Gerardo Gutiérrez Candiani (http://www.cce.org.mx/sites/default/files/La_Voz_CCE/06-08-12/La%20Voz%20CCE%20-%20GGC018%20-%20Costo%20presupuestal.pdf ) “Sin reformas de fondo será imposible cumplir las importantes metas que el Lic. Enrique Peña Nieto ha ofrecido alcanzar, con el concurso de todos los mexicanos. Compromisos y propuestas como un sistema de seguridad social universal, con acceso a servicios de salud para todos, pensión alimentaria para adultos mayores, seguros de vida y de desempleo temporal; escuelas dignas y de tiempo completo, con computadoras e Internet, y aumentar la cobertura de educación superior ante el grave problema de los miles de jóvenes excluidos.”

Y si le agregamos las dificultades experimentadas desde 1997, año de la instauración del gobierno dividido, entonces caeremos en la cuenta de la presión que se perfila desde antes del inicio del próximo sexenio que presidirá Peña Nieto. O sea que la verificación de las elecciones no aclara las aguas, la turbiedad persiste. Mucha política para tejer la urdimbre sobre la que se conducirá el gobierno. Si los futuros coordinadores del PRI efectivamente ya están pactados y no estamos ante una filtración más, es buen indicio de que el futuro partido en el gobierno federal comienza los acuerdos dentro de su propia casa. El próximo paso, seguramente a partir de la declaratoria del presidente electo por parte del tribunal, será el de anunciar el equipo con el cual se gobernará y ya se verá cuanto jaloneo producen las designaciones de los encargos. Si hay consensos dentro del PRI, ésta fuerza política estará en mejores condiciones para pactar con otras fuerzas ¿Y si no es así?

Lo que se percibe es que la lucha por el poder que no quedó suficientemente acotada por las elecciones. Las ambiciones están desatadas.

Todo esto está sobre la mesa mientras el país vive su remanso olímpico, evadido por el momento de la terrible realidad que afronta.
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