Evita Andrés Manuel López Obrador
hacer viajes al extranjero, atendiendo su máxima de que la mejor política
exterior es la interior o algo así. Prefiere hacer giras con objetivos muy precisos
y sin desperdicio. La firma del tratado de libre comercio de América del Norte
en su nueva versión, lo llevó en 2019 a Washington, D.C. El segundo viaje lo
realizó también a los Estados Unidos, aprovechando la circunstancia de que
México preside el Consejo de seguridad de la ONU durante este mes de noviembre.
La visita se verificó los días 8 y 9 del mes mencionado en la ciudad de Nueva
York. La verdad que ese Consejo sólo cobra notoriedad cuando hay amenaza bélica
en algún lugar de planeta o está un curso un conflicto armado. Sin ocurrir esa
característica, la participación del presidente prescindió de la discusión
armamentística y le dio oportunidad para hablar del fortalecimiento de la paz
entre los países y los pueblos. Señalo la importancia de superar las
desigualdades para hacer un mundo mejor, en el que la migración en tanto
expresión de desigualdades sea atendida con políticas de desarrollo. Criticó
que durante las últimas décadas sólo se hayan promovido políticas comerciales
que, a fin de cuentas, profundizaron desigualdades. Ha sido un horror que
durante la pandemia por COVID-19 los mecanismos de cooperación hayan quedado
subordinados a las decisiones comerciales de las farmacéuticas.
Para quienes escuchamos con regularidad
al presidente no hubo sorpresas, la novedad, sí, fue el foro desde donde se
escucharon sus propuestas para fortalecer la paz y evitar la guerra o el
conflicto entre las naciones. Planteamiento que tiene contacto con los programas
sociales que impulsó Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos. O lo que
promovieron los laboristas británicos en la posguerra. Para no ir más lejos
está también el ejemplo inspirador del Gral. Lázaro Cárdenas. Hay en la
exposición ante el Consejo un eco del padre de la macroeconomía John M. Keynes,
del Estado como regulador de la economía y promotor del desarrollo. Keynes
comprendía las causas que movían las luchas sociales, por eso entendía de la
importancia de darles un encauzamiento pacífico. Toda una visión de efectos
prácticos desde la década de los años treinta del siglo pasado hasta 1975, la
cual fue empañada por el ascenso y la hegemonía del neoliberalismo.
La derecha prefiere ignorar todo
esto, su clasismo y racismo se lo impide, opta por el desprecio y la burla. Ni
se toma la molestia por comprender el viaje de AMLO porque sus prejuicios y,
sobre todo, su defensa de privilegios la confrontan en automático a toda
posibilidad de justicia social. Así son los conservadores, arrogantes,
soberbios. Aquí en México y en el mundo. Un modelo de conservador, sin duda,
fue Winston Churchill, un supremacista consumado con fama de demócrata. Lo uno
no va con lo otro. Su brutal desconsideración por los pueblos no blancos,
condenados a ser tutelados. Tristemente célebres sus opiniones sobre “Alma
Grande” Gandhi:
"Es alarmante y nauseabundo
ver al señor Gandhi, un abogado sedicioso, posando ahora como un faquir…dando
zancadas medio desnudo subiendo las escaleras de la casa del virrey", dijo
Churchill sobre su adversario anticolonialista en 1931.
"Gandhi no debería ser
liberado por la simple amenaza del ayuno", Churchill le dijo a su gabinete
en otra ocasión. "Nos desharíamos de un hombre malo y de un enemigo del
Imperio si muriera". https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/01/150124_reino_unido_cinco_principales_controversias_winston_churchill_lv
Así ha sido la derecha sin lugar
a sorpresas, ni modo que les agrade un provinciano en Nueva York.