martes, 16 de octubre de 2012

Pinky y Cerebro


 
Vámonos despacio, pues el obligado interregno mexicano ha sido fastidioso para una sociedad lacerada por la constancia de las políticas neoliberales. Y la mala noticia es que muy posiblemente se permanezca en esa ruta, generando desacuerdo o acuerdos inestables, como los que hoy se visualizan en el Congreso para sacar adelante la reforma laboral. Una alianza en la Cámara de Diputados llegó a un dictamen. La discusión de esa minuta en el Senado da forma a otra alianza. El monstruito va.

Desde hace rato Enrique Peña Nieto debería estar recorriendo el país exponiendo la visión que tiene de México y lo que piensa hacer. Está bien que salga al extranjero pero que no abandone la plaza. No hay una visibilidad del interés público, todo se va en pensar en negocios, cómo dar más facilidades a la empresa privada.

En el trascurso del tiempo, desde que fue reconocido por el Tribunal Electoral como presidente electo, Peña Nieto sólo ha dicho una verdad que nadie le ha cuestionado, una verdad irrebatible: no soy un hombre de discursos o yo no hago discursos embelesadores. Se agradece la sinceridad, efectivamente dar discursos no es lo suyo. Lo cual no lo exime de ofrecer certezas.

Desde que arribó a España el fin de semana pasado, Peña Nieto ha tomado de rebote temas que han estado en la opinión pública y los ha devuelto con la suficiente dosis de ambigüedad característica de la política. No se sabe qué quiere o los encargados de difundir sus expresiones no logran fijar ideas fuerza (Gramsci dixit) Se le ve levitando en su periplo europeo.

Me gustaría escucharlo con la firmeza, con cierto arrebato histriónico, de su compromiso con la legalidad y el mercado libre, sí pero con énfasis en el combate a la corrupción, el abatimiento de desigualdades sociales, el sometimiento de loa delincuencia y su violencia. Arreglar la casa y ver que tan libre quiere ser el mercado, pues créanme que no veo muy bien dispuesto al capital de gallego para confrontarse en una licitación por los llamados “floteles” que demanda Petróleos Mexicanos. Eso de que ya tiene la información de Pemex sobre los contratos que la misma paraestatal no ha trasparentado y no ha reconocido, de que se trata de una relación “ganar-ganar”. O eso de que Pemex se tiene que abrir a la inversión privada pero no se privatiza ¿En qué consisten los esquemas novedosos?

Igual se enreda con la reforma laboral o así lo pone La Crónica de Hoy en sus ocho columnas: EPN, por la democracia sindical pero “sin trastocar autonomía”.

Se entiende que Peña Nieto tiene un mandato que habrá de jurar el próximo primero de diciembre en las condiciones de una sociedad dividida en la distribución de la riqueza y lastimada por la violencia criminal. Él debe saber qué país le están dejando y de cuántos chantajes es objeto. Él es el representante de una generación pero su compromiso es multigeneracional, con todos los mexicanos. Lo que le resulta claro no se traduce en claridad hacia las audiencias.

El interregno es, literalmente, una interrogación. La derecha ha copado al presidente electo tras la derrota de la izquierda en tribunales. El efecto es una presidencia con margen de maniobra limitado.
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