Vámonos despacio, pues el
obligado interregno mexicano ha sido fastidioso para una sociedad lacerada por
la constancia de las políticas neoliberales. Y la mala noticia es que muy
posiblemente se permanezca en esa ruta, generando desacuerdo o acuerdos
inestables, como los que hoy se visualizan en el Congreso para sacar adelante
la reforma laboral. Una alianza en la Cámara de Diputados llegó a un dictamen.
La discusión de esa minuta en el Senado da forma a otra alianza. El monstruito
va.
Desde hace rato Enrique Peña
Nieto debería estar recorriendo el país exponiendo la visión que tiene de
México y lo que piensa hacer. Está bien que salga al extranjero pero que no
abandone la plaza. No hay una visibilidad del interés público, todo se va en
pensar en negocios, cómo dar más facilidades a la empresa privada.
En el trascurso del tiempo, desde
que fue reconocido por el Tribunal Electoral como presidente electo, Peña Nieto
sólo ha dicho una verdad que nadie le ha cuestionado, una verdad irrebatible:
no soy un hombre de discursos o yo no hago discursos embelesadores. Se agradece
la sinceridad, efectivamente dar discursos no es lo suyo. Lo cual no lo exime
de ofrecer certezas.
Desde que arribó a España el fin
de semana pasado, Peña Nieto ha tomado de rebote temas que han estado en la
opinión pública y los ha devuelto con la suficiente dosis de ambigüedad
característica de la política. No se sabe qué quiere o los encargados de
difundir sus expresiones no logran fijar ideas fuerza (Gramsci dixit) Se le ve
levitando en su periplo europeo.
Me gustaría escucharlo con la
firmeza, con cierto arrebato histriónico, de su compromiso con la legalidad y
el mercado libre, sí pero con énfasis en el combate a la corrupción, el
abatimiento de desigualdades sociales, el sometimiento de loa delincuencia y su
violencia. Arreglar la casa y ver que tan libre quiere ser el mercado, pues
créanme que no veo muy bien dispuesto al capital de gallego para confrontarse
en una licitación por los llamados “floteles” que demanda Petróleos Mexicanos.
Eso de que ya tiene la información de Pemex sobre los contratos que la misma
paraestatal no ha trasparentado y no ha reconocido, de que se trata de una
relación “ganar-ganar”. O eso de que Pemex se tiene que abrir a la inversión
privada pero no se privatiza ¿En qué consisten los esquemas novedosos?
Igual se enreda con la reforma
laboral o así lo pone La Crónica de Hoy
en sus ocho columnas: EPN, por la
democracia sindical pero “sin trastocar autonomía”.
Se entiende que Peña Nieto tiene
un mandato que habrá de jurar el próximo primero de diciembre en las
condiciones de una sociedad dividida en la distribución de la riqueza y
lastimada por la violencia criminal. Él debe saber qué país le están dejando y
de cuántos chantajes es objeto. Él es el representante de una generación pero
su compromiso es multigeneracional, con todos los mexicanos. Lo que le resulta
claro no se traduce en claridad hacia las audiencias.
El interregno es, literalmente,
una interrogación. La derecha ha copado al presidente electo tras la derrota de
la izquierda en tribunales. El efecto es una presidencia con margen de maniobra
limitado.