martes, 20 de enero de 2015

El color de la noche

Vaya pues, estamos en pleno año electoral, en la búsqueda de cargos para no hacerse cargo y que no les hagan cargos. De soslayo y con desdén, pasan días y noches, no obstante, el país no se desprende del color de la noche de Iguala (26-09-2014)

El actual gobierno quiso escribir –persiste en ello- una historia sin relatos de crímenes perpetrados por la delincuencia organizada. Por eso, al conjuro del Pacto por México, decidió escribir la épica rosa –recordemos que para hacer comedia hace falta histrión. Una guerra de incruentas batallas reformadoras para mover a México, una vez más, hacia la prosperidad, cambiando paradigmas y destruyendo mitos. Todavía el primero de septiembre próximo pasado el ejercicio gubernamental se condensaba en un enunciado: poner las reformas en acción. Pero el destino quiso que los relatos sangrientos también vinieran desde la autoridad municipal, sin olvidar que antes, Tlatlaya, donde se ajusticiaron supuestos delincuentes por parte de una patrulla militar, había pasado como si nada.

En el camino, sin querer admitir lo evidente y profuso, el drama siciliano se interpuso. El color de la noche de Iguala se pintó con una familia ávida de dinero sucio, dispuesta al asesinato, sin hacerle remilgos a la corrupción, confiada en la impunidad otorgada por una red de complicidades.


Del drama siciliano se ha colgado la épica roja de la coordinadora estatal de trabajadores de la educación de Guerrero, en una pretendida carambola por echar abajo la épica rosa de las reformas de Peña Nieto.

El gobierno, en su papel de encomiar los logros reformadores, los mantiene como principal tema de comunicación, sin comprender que esos logros supuestos están en peligro sino se desmonta la puesta en escena del drama siciliano que no se limita a la representación de Iguala. Éste se escenifica en Michoacán, Jalisco y Colima; Baja California y Sinaloa; Chihuahua, Coahuila y Nuevo León; Tamaulipas y Veracruz. ¡Uff!

Desmontar el drama en cuestión significa reducir los asesinatos dolosos, la corrupción, la impunidad, las complicidades. Una tarea que no se puede circunscribir a la responsabilidad del Presidente y su gabinete de seguridad, exige la colaboración de toda la administración pública federal, a través de sus delegaciones y similares, distribuidas a lo largo y ancho de la república.

Desmontar el drama siciliano no se restringe a una competencia federal, compromete a gobernadores y presidentes municipales, pues es en su territorio donde se actúa infausta representación ¿Qué están haciendo con efectividad? Conocen o no conocen la densidad del crimen organizado en sus respectivas jurisdicciones, o se hacen patos. Quieren que haya elecciones sin excepción, quieren que crezca la economía, pues tienen que contribuir decididamente a despintar con enjundia el color de la noche de Iguala más allá de ése municipio.

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La ilustración inserta no está mecánicamente relacionada con el contenido de este artículo. Petro Márkaris y la saga de Kostas Jaritos. Muerte en Estambul, Tusquets, 2014.  
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