viernes, 25 de julio de 2014

La omisión del reformador

“Cuando el edificio de un mundo se desmorona los pensamientos que lo idearon, que lo entretejieron, se convierten también en ruinas, quedan sepultados, bajo los escombros”
Franz Rosenzweig.

El ciclo de reformas inaugurado por la actual administración está por concluir su desahogo procedimental, sólo eso. En especial las reformas que tocan de manera explícita apetitos de enriquecimiento privado, adoptan ideas ya establecidas, reformas que se adaptan a los requerimientos de la economía global establecida. Se trata de adopción y adaptación, poco significativas como creación autóctona.

La omisión entendida como “abstención de hacer o decir” (Martín Alonso). Reformador significado como la unión, feliz o fatal, que se ha dado entre el Ejecutivo y el Legislativo para integrar al sujeto que hace las reformas.

Reformas animadoras del interés de los inversionistas, conferidos supuestamente con el don de hacer crecer la economía, me refiero a los grandes inversionistas. También apelan al interés del consumidor. El productor fabril, agropecuario, el trabajador, generadores de la riqueza material adquieren significancia menor. Se parte de una sociedad y una re-ligere ya no visualizada en el pacto corporativo y el mundo pretérito de la Revolución Mexicana. El nuevo orden religioso tiene en el  inversionista a su oficiante máximo, al consumidor como fiel creyente. Falta que el Partido Revolucionario Institucional cambie de nombre para ser congruente con las reformas a las que se ha comprometido.

El reformador no menciona su principal fuente icónica de inspiración: Ronald Reagan y Margaret Tatcher. Habría que hacerlo; tampoco abunda en la exposición de motivos  sobre las ideas seminales de la reforma: Max Stirner, Herbert Spencer, por qué no, el Marqués de Sade y algo de los anarquistas rusos Bakunin y Kropotkin. También se ahorraron la disertación del nuevo arreglo entre libre comercio y comunidad (Estado, pueblo, público).




Los desafíos abiertos por tales omisiones se irán capoteando sobre la marcha, serán heredados a las generaciones futuras. El reformador ha omitido, como acción previa, un combate sin cuartel a la corrupción, cuando es sabido cómo los grandes propósitos nacionales han sucumbido ante el uso patrimonial de los recursos públicos, incluida la información reservada al Estado usada sin escrúpulos por ex funcionarios en su incorporación al sector privado.

El reformador no ha reparado en la calidad de la ciudadanía existente que sirve de base o soporte a las reformas. La cantidad de anomía contenida en un orden social capaz de distorsionar la libertad de un derecho individual fácilmente transformable en permisividad, Michoacán es el ejemplo a considerar.

Otro desafío abierto por las reformas es su sostenibilidad respecto al medio ambiente –el límite en el aprovechamiento de los recursos naturales- frente a dispositivos abiertos creados por la ciencia y la tecnología o la emisión de moneda como signo de riqueza que desborda a la misma naturaleza. Hasta dónde la producción material tiene una relación simbiótica antes que devastadora frente a la riqueza representada en dinero. Aunque, con o sin reformas, este desafío ya estaba y sigue estando.


Quedan una serie de inquietudes a desarrollar, en su oportunidad las abordaré. 

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