viernes, 6 de abril de 2007

Aviso

Son cuatro los meses de confrontación al crimen organizado. La decisión de la actual administración federal de poner a raya a la delincuencia organizada. Una guerra bajo el entendido de un alto costo de vidas que se está cumpliendo con crudeza. El brío mediático que cargaban los primeros operativos ha decaído. Los reportes oficiales si existen, no tienen difusión profusa. La tarea informativa ha recaído en el esfuerzo periodístico por pergeñar unas estadísticas relativas al número de ejecuciones, número que se acumula en el día tras día. 677 ejecuciones es la cifra que presentó Milenio Diario el martes 3 de abril, como la suma de los tres primeros meses del año. Esa cifra ya quedó rebasada y no hay contador oficial que de manera pública actualice la cifra. Una guerra donde los héroes (militares) y las víctimas (notoriamente policías) van construyendo relatos alternos que revelan las desviaciones que puede traer una guerra como la que se ha planteado desde el gobierno.

No se sabe hasta qué punto los militares estén preparados para recibir el peso de los reflectores, ni si se tienen los correctivos, las prevenciones para que las instituciones armadas no caigan en una espiral de degradación como la que ocurre al interior de los cuerpos policíacos. Aguascalientes ya se sumó a la lista de policías bajo sospecha.

No se trata de una conjetura enfebrecida. Tiene un asidero en los sucesos que ocurrieron el martes por la tarde en las inmediaciones del Campo Militar número 1. La policía municipal de Naucalpan detuvo un vehículo particular que tenía vedada la circulación ese día por las restricciones del Programa Hoy No Circula. Para sorpresa de los policías, los ocupantes del auto se resistieron a atender el señalamiento de los patrulleros. No sólo eso, dispararon contra ellos, matando a un policía e hiriendo a otro. De inmediato comenzó la persecución que concluyó hasta el territorio del Distrito Federal, en el cruce de Legaria y Río San Joaquín. Asistidos por policías judiciales capitalinos, los mexiquenses capturaron a los agresores. Para su sorpresa, la identidad de los asesinos los señalaba como miembros del Ejército Mexicano.

La noticia tal vez no merecerá el seguimiento obsesivo, ni generará polémica en los diarios como el caso de la anciana Ernestina Ascencio. Socialmente la vida de los policías no es valorada, son carne de cañón y punto. Pero el hecho no debe pasar desapercibido para las autoridades y dejarlo pasar como una lamentable estupidez beoda. El Gral. Guillermo Galván Galván, su jefe también, deben tener a la orden la serie de actividades orientadas a evitar el desacatamiento de la ley por parte de los militares. Desacatamiento estimulado por la sensación de poder que produce el papel de héroes que se les ha asignado. De un poder mal entendido que no es tal, sino simple y llana prepotencia, alevosía. Abuso y brutalidad.

La guerra contra el narcotráfico será larga y no exenta de traiciones. Una guerra expuesta a generar desviaciones, que al flagelo de la narcodelincuencia se agregue el atropello militar sobre los civiles. ¿Está preparado el gobierno de Calderón? Después de todo aquí también está de por medio el derecho a la vida de sujetos completos, no simples embriones. El oficial de policía Óscar Ávila, acribillado, es hoy pena que enlutece a una familia y nadie se desagarra las vestiduras aunque se trate de una expresión más del México fracturado. Del México que desde las élites se insiste abismar.

martes, 3 de abril de 2007

Es la derecha

El páramo informativo de estos días, abre espacio para abordar cuestiones que no están en el debate de un interés amplio. Es el caso de la supuesta disputa entre la dirección del Partido Acción Nacional y el presidente Calderón. Unos acusan al Ejecutivo de interferir en la vida interna del PAN de cara al proceso interno de elección de consejeros nacionales de ese partido. Los defensores de Calderón afirman: no hemos metido las manos, bueno, pero nada más tantito, al fin que lo mismo hacía Vicente Fox.

Se deslizan en un diálogo bizantino pues en el fondo no quieren llegar a mayor confrontación, por el contrario, es un recurso para que salga a la luz la opinión que conmine al Presidente a tomar cartas en el asunto, para que demuestre quien manda en el PAN y se legitime como jefe nato independientemente de los estatutos. Es una confrontación artificial, que no desvirtúa la integridad de derecha de ese partido y que ultimadamente sólo les corresponde airear a los de esa casa blanquiazul.

Lo que vale la pena recordar, por si se había olvidado, es la ruta que ha llevado al PAN de la doctrina al pragmatismo. Desde su fundación el PAN fue una organización orgullosa de sus principios social cristianos, perfectamente compatibles con el Estado laico, democrático y de derecho, de plena satisfacción de asumirse como oposición leal. Pero en la década de los ochentas del siglo pasado, el PAN inició un camino en busca de victorias. La derrota ya no le satisfacía. La resistencia civil se convirtió en una arma para acceder a espacios de poder que la configuración de un partido hegemónico (PRI) le negaba.

Desde entonces, el PAN comenzó a actuar de manera abierta con un brazo corporativo, el de la Coparmex, que le añadía una estructura y recursos complementarios de los que le dispensaba el Estado y la rifa de automóviles. En los noventas, con el reconocimiento de las iglesias por parte del Estado, el PAN también comenzó a recibir el apoyo, velado si se quiere, de la Iglesia católica. Al finalizar esa década los grupúsculos de ultraderecha se sumaron al PAN. Se constituyó el neopanismo como fuerza hegemónica, quedando totalmente eclipsados sus componentes doctrinarios. Se ganó el poder, se perdió el partido original. El PAN descubrió su vocación de poder, los místicos del voto pasaron al olvido.

La división de los panistas entre laicos y cruzados queda sublimada por los contenidos clericales y proempresariales que comparten. Prueba de que no existe una confrontación de fondo es la despreocupación por llamar a cuentas al ex presidente Fox, pese a la serie de irregularidades administrativas-contables que la Auditoría Superior de la Federación ha registrado, no sólo las del 2005; en igual sentido aporta la identificación en contra la despenalización del aborto, asumiendo el riesgo de que se involucre el Ejército en ceremonias “cívicas” que son a todas luces político militantes.

Es la derecha la que se apresta a celebrar en el 2010 el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución. Desde la derecha Felipe Calderón tiene tres años para preparar unos festejos aterciopelados. Es una incógnita si se realizarán como fiesta popular o rigurosamente vigilados. Si los militares participarán en calidad de Ejército Mexicano o lo harán con el apellido Federal.
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