jueves, 25 de julio de 2013

El desaire


La violencia desencadenada en el estado de Michoacán durante esta semana, por parte de grupos delincuenciales que atacaron a las fuerzas del orden, ha opacado la presentación del Programa de formalización del empleo 2013 que hizo recién el lunes en Palacio Nacional Enrique Peña Nieto. Buenas intenciones tocadas por el desaire cuando se trata de una prioridad: la creación de empleo con calidad dentro de la legalidad.

Por encima del dictado Constitucional (artículo 123) en México 28 millones de mexicanos trabajan en condiciones de informalidad. Con realismo brutal lo expuso EPN. Cierto, se trata de un discurso político con talante impresionista en busca de audiencia (“going public” le llama José Carreño Carlón) No se trata de un tratado acompañado con el auxilio puntual del aparato crítico.

Lo que no quedó expuesto son las causas que han llevado a esta imperfección del mercado laboral, como si se tratara de un maleficio sólo atendible por las artes del esoterismo. Me explico. Cómo es que millones de trabajadores aceptan y se conforman con un trabajo precario. Hasta dónde el fin de la inversión privada se orienta a crear empleos de manera creciente y de calidad o si el límite a obtener un margen de ganancia o lograr la rentabilidad no está en la lógica del empleo total de la fuerza de trabajo disponible.

Sacar a doscientos mil trabajadores del subempleo vía la formalización ya es algo. El gobierno debe tener el conocimiento (datos, información, experiencia, visión del mundo) En otras ocasiones, el actual gobierno ha dicho que no incurrirá en ocurrencias. Recordar la del primer empleo de Felipe Calderón o el vocho, changarro y TV de Vicente Fox. Esto es, disponer del conocimiento contundente que dé cuenta de las distorsiones del mercado laboral que inciden en la informalidad, comenzando por la incapacidad de las autoridades para que se cumpla la ley.

También se puede anotar a la inversión especulativa que no está orientada de manera primordial con la generación de empleo. El secretario de Hacienda nos podría ilustrar en el caso de la multimillonaria venta del Grupo Modelo al completar el traslado del dominio accionario a una firma belga ¿Cuántos empleos generó?

Mencionar la urbanización de terrenos ejidales, si generó empresarios, desempleados o delincuencia. Todo un estudio de caso para el gobernador de Morelos, Graco Ramírez.

La desviación del número de la población con trabajo respecto al número de plazas registradas por el efecto de la multichamba: cobra aquí, cobra allá, cobra acullá, típico del sector educación. Cuántos jóvenes preparados no acceden al empleo porque las plazas están ocupadas sin mayor beneficio para la educación y para el país.

La complejidad del trabajo informal está más allá del programa anunciado. Adicionalmente y no menos importante, el Presidente nos recordó el estado crítico de las pensiones. Éramos muchos y parió la abuela.

El asunto de las pensiones verá luz cuando se resuelva una verdadera reforma fiscal y la que está relacionada con el combate a la corrupción. Le sería muy útil al Presidente conocer de la experiencia de quienes han estado metidos en el tema desde tiempo atrás, me refiero a los legisladores Emilio Gamboa Patrón y Manlio Fabio Beltrones. Sería bienvenida su autocrítica.

El desaire no debió ocurrir.

martes, 23 de julio de 2013

Libre y asociado


Regresa uno de la paz de la provincia y los discursos políticos, la opinión en los medios al respecto, no toda, y dan ganas de regresarse. La tranquilidad del pueblo de pescadores ha quedado atrás. De nuevo la andanada de promesas sin advertir consecuencias. La falta de respeto a la inteligencia de los ciudadanos es total. Que ahora sí vamos a gozar. Ya lo dijo Tite Curet a través de Trina Medina, “cambian los gobiernos, cambian las modas y sigue la misma situación”. Esa tremendísima composición, El lamento de Concepción.

Es la misma pieza, la misma tonada de los últimos treinta años que Viviane Forrester llamó el horror económico (1996) No trae otra música el gobierno.

Desde la década de los 80’ del siglo pasado, las élites mexicanas han dado un giro de 180° en relación al nacionalismo heredado de la revolución mexicana de 1910. En tres décadas se ha transformada lo identidad de un país, su sentido de soberanía.

En materia económica ya no hay mayor interés por la autosuficiencia, por producir lo que la población necesita. En materia de seguridad ésta se encuentra cada día más subordinada a las directrices de seguridad emitidas por los Estados Unidos.

En la diacronía de entre siglos, del XX al XXI, el sector energético ha estado en la mira de la inversión privada, con los nuevos anuncios de reforma se espera desmontar el último bastión del nacionalismo económico mexicano: PEMEX. Y no es que esté bien la situación actual de esa empresa, pero no garantiza mejoría su reforma. Los ejemplos de otras reformas lo demuestran, las grandes desigualdades que marcan el rostro del país siguen ahí.

Hay prisa, se apuran las falacias del darwinismo económico imperante. La reflexión literalmente se ha vuelto utópica, es decir, no tiene lugar. El Partido Revolucionario Institucional se ha desprendido de su historia y acepta su derrota cultural ante el vecino del norte. Más mercado menos Estado, en los bueyes de mi compadre, claro está.

Por previsión, bien hará el gobierno por hacer una evaluación de la serie de reformas ocurridas en México: desde la reprivatización de la banca, sobre la tenencia de la tierra, las pensiones y así, hasta nuestros días. Hacer un acopio de la serie de indicadores que nos muestren la película, la fotografía de las encuestas ya dieron de sí. El comportamiento del PIB, el empleo, la desigualdad, la criminalidad y todos los datos pertinentes para apreciar con nitidez el antes y el después. Tener visualizados los errores cometidos y actuar en consecuencia, así se pondría como la madre de todas las reformas el combate a la corrupción.

Dejar los clichés de las reformas de gran “calado”, las que México “necesita” y en la dirección “correcta” (Vaya limitación en el uso del castellano) En una de esas y para la próxima década, nuestras élites perezosas y glamorosas optan por integrar a México como Estado Libre y Asociado de la Unión Americana. Qué tanto es tantito.

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