miércoles, 1 de marzo de 2017

Entonces ¿Enemigos?

“La Tierra está determinada por la Creación a ser en todo tiempo cubierta de fronteras…La ausencia de fronteras, que constituye la meta última de la Tierra, es lo propio del mar desde el principio.”
Franz Rosenzweig

Cómo excusar la lentitud del promocionalmente llamado gobierno de la república. Hasta ahora, a los mexicanos no se nos ha informado con precisión el cómo enfrentar la
emergencia pugnaz de un vecino que nos ve como sus enemigos (Si es así entonces estamos en la lógica schmitteana de la guerra) Los apodos y las burlas no arredraran a Donald Trump, insiste en construir su infraestructura de guerra, el muro. Trump tiene una estrategia, la de agitar la banderita de la negociación Estado con Estado, para desarmar bloques, sean comerciales o militares. Porque si los Estados Unidos es primero la paridad es imposible. Mientras, él avanza por la vía de los hechos consumados o así está procediendo, hasta donde lo dejen. Enrique Peña Nieto y su canciller amanuense están atrapados en esa estrategia envolvente, ellos tienen los datos sensibles para sustentar la hipótesis de una guerra en ciernes ¿Nos los revelarán?

Desde que ganó Trump la elección presidencial estadounidense en noviembre pasado su juego ya estaba sobre la mesa. Por su parte, el gobierno de México apenas balbucea inaudible estrategia de posiciones, esto es, marcar conforme a nuestro propio orden constitucional y al derecho internacional, los límites a la beligerancia de quien despacha en la oficina oval de Washington. No se tiene estrategia porque se confía en la negociación y se prefiere administrar la emergencia antes que enfrentarla. Ahora es cuando promover la formación de una alianza global, ahora es cuando para solidarizarse con el frente interno opositor que Trump tiene en su propio país. Limitarse a la gestión consular en defensa de los connacionales no detendrá la embestida del gobernante del país más poderoso del planeta.

Tal vez, la falta de posiciones esclarecidas de una estrategia obedezca a la pérdida de liderazgo del presidente Peña, quien pasó de una política unitaria en favor de las reformas a una política de fragmentación en la liza de la sucesión presidencial programada para el próximo año. El liderazgo disminuido también cabría asociarlo al fracaso de la autoridad civil -en lo que va del siglo en curso- desde los distintos poderes constitucionalmente establecidos y los tres niveles de gobierno, para reducir la inseguridad pública y abatir la corrupción. Así es muy difícil que se forme una masa movilizada para enfrentar a Trump encabezada por el presidente Peña. Y eso que no agrego la polarización social del país, en el cual se sustituyó el pacto social por los pactos comerciales.


Grande es la dificultad para predicar en nuestros días el credo de la unidad nacional.
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