“Es la hipocresía de nuestra
profesión, esta hipocresía desvergonzada, lo que me descompone: el deseo de
tener la mantequilla y el dinero de la mantequilla, de correr como lobos de lo
políticamente correcto para hacerse querer.”
George Steiner
Hace tres años casi, el amasijo
elitista de políticos y empresarios que se servían de la política y de los
recursos públicos con el único fin de enriquecerse fueron barridos por el voto
ciudadano. Este seis de junio hay que concluir la tarea y dejarlos a su mínima
expresión.
La oposición moralmente derrotada
ha echado mano de un tinglado de medios tradicionales y de redes sociales para
contender contra el proyecto popular de la cuarta transformación. Ruindades, parcialidades,
mentiras, montajes y estupideces han formado la masa de análisis e información
vertidos en los medios. Por eso, lo que perdieron en las urnas han querido
revertirlo con la dictadura mediática (etapa superior de la industria cultural)
Su problema es que el medio formal para modificar la actual correlación en la
Cámara de Diputados, la coalición Va por México, congrega a partidos
desprestigiados que han perdido apoyo popular. Están convencidos, en su fuero
interno, de que el gobierno se hace sin el pueblo pues es un estorbo. Su
democracia es de sofá, en un ambiente lounge.
En esta consideración de la
dictadura mediática han reclutado un ejército de intelectuales para combatir el
populismo. Un populismo atípico, cuidadoso de las variables macroeconómicas,
con un celo que no mostraron los tecnócratas al insistir en el endeudamiento
como la palanca maestra del desarrollo. Un populismo atípico, el cual no
amordaza a la prensa, ni la controla con el gasto de publicidad, la deja al
juego de la oferta y la demanda. Un populismo atípico, pues no se apoya en
organizaciones gremiales.
Ese ejército de intelectuales que
desgrana adjetivos derogatorios a montón para el presidente López Obrador. Ejército
que se cuece en una contradicción existencial, por un lado, reclaman la
meritocracia (modalidad actual de aristocracia, el gobierno de los mejores)
pero de dientes para afuera, ante las audiencias, se postulan demócratas.
Y esa dictadura escandalosamente mediática
se ha hecho charamusca a la hora de enfrentar la exhibición de políticos
asociados al narcotráfico, de empresarios consentidos por políticos. Dictadura
que se guarece en un laberinto jurídico del que la verdad nunca sale y no se
llega a la justicia.
Nada más de imaginar como les
cayó el desafuero del gobernador de Tamaulipas y la ulterior orden de
aprehensión a la que se hizo acreedor Francisco Javier Cabeza de Vaca. Felipe
Calderón y su banda tienen que rendir cuentas a la justicia.