jueves, 20 de mayo de 2021

La dictadura mediática

 


“Es la hipocresía de nuestra profesión, esta hipocresía desvergonzada, lo que me descompone: el deseo de tener la mantequilla y el dinero de la mantequilla, de correr como lobos de lo políticamente correcto para hacerse querer.”

George Steiner

Hace tres años casi, el amasijo elitista de políticos y empresarios que se servían de la política y de los recursos públicos con el único fin de enriquecerse fueron barridos por el voto ciudadano. Este seis de junio hay que concluir la tarea y dejarlos a su mínima expresión.

La oposición moralmente derrotada ha echado mano de un tinglado de medios tradicionales y de redes sociales para contender contra el proyecto popular de la cuarta transformación. Ruindades, parcialidades, mentiras, montajes y estupideces han formado la masa de análisis e información vertidos en los medios. Por eso, lo que perdieron en las urnas han querido revertirlo con la dictadura mediática (etapa superior de la industria cultural) Su problema es que el medio formal para modificar la actual correlación en la Cámara de Diputados, la coalición Va por México, congrega a partidos desprestigiados que han perdido apoyo popular. Están convencidos, en su fuero interno, de que el gobierno se hace sin el pueblo pues es un estorbo. Su democracia es de sofá, en un ambiente lounge.

En esta consideración de la dictadura mediática han reclutado un ejército de intelectuales para combatir el populismo. Un populismo atípico, cuidadoso de las variables macroeconómicas, con un celo que no mostraron los tecnócratas al insistir en el endeudamiento como la palanca maestra del desarrollo. Un populismo atípico, el cual no amordaza a la prensa, ni la controla con el gasto de publicidad, la deja al juego de la oferta y la demanda. Un populismo atípico, pues no se apoya en organizaciones gremiales.

Ese ejército de intelectuales que desgrana adjetivos derogatorios a montón para el presidente López Obrador. Ejército que se cuece en una contradicción existencial, por un lado, reclaman la meritocracia (modalidad actual de aristocracia, el gobierno de los mejores) pero de dientes para afuera, ante las audiencias, se postulan demócratas.

Y esa dictadura escandalosamente mediática se ha hecho charamusca a la hora de enfrentar la exhibición de políticos asociados al narcotráfico, de empresarios consentidos por políticos. Dictadura que se guarece en un laberinto jurídico del que la verdad nunca sale y no se llega a la justicia.

Nada más de imaginar como les cayó el desafuero del gobernador de Tamaulipas y la ulterior orden de aprehensión a la que se hizo acreedor Francisco Javier Cabeza de Vaca. Felipe Calderón y su banda tienen que rendir cuentas a la justicia.

 

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