“Pero una situación estable no
tiene por sí misma que ser agradable, y ya antes de la guerra había capas para
las que la situación estabilizada era la miseria estabilizada. La decadencia no
es menos estable ni prodigiosa que el auge, y sólo un cálculo que admita ver en
la decadencia la única ratio de la
situación actual podrá salir del asombro enervador ante lo que se repite cada
día y entenderá los fenómenos de decadencia como lo verdaderamente estable,”
Walter Benjamin
Siete días que cambiaron un
sexenio, su mapa de ruta y destino, al menos, pues la estructura mental bajo la
que se decide es de grupo (Atlacomulco) está inspirada en el evangelio: “Yo soy
la Vid y ustedes las ramas. Si alguien permanece en mí, y yo en él, produce
mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15:5) Es el código religioso
de lealtad grupal, por eso no se aceptan renuncias, ni hay castigos ejemplares,
ni cambios en el gabinete. Protección del grupo hasta la ignominia.
Todavía más, el jefe del grupo se
caracteriza en su calidad de donador para obtener lealtad, intercambio de raíz
primitiva adaptada a los impulsos de la real
politik y a la frialdad del razonamiento tecnocrático (Nada más para
recordar, el regalo de la mansión en la llamada colina del perro, que hizo
Carlos Hank González a José López Portillo en los últimos días de su mandato
presidencial)
Pero volvamos a los siete días:
21 de septiembre de 2014, en la
ciudad de Nueva York, el presidente
Enrique Peña Nieto recibe el reconocimiento de Ciudadano Global que anualmente el
Consejo del Atlántico de ésa ciudad.
22 de septiembre, se propone en
la Cámara de diputados constituir un grupo de trabajo que investigue el caso
Tlatlaya, la masacre (30 de junio de 2014)
23 de septiembre, el presidente
Peña es merecedor de otro reconocimiento, este como Estadista del Año, otorgado
por la Appael of Conscience Foundation de Nueva York.
24 de septiembre, Luis Videgaray
es agraciado con el reconocimiento como ministro de finanzas del año, por la
revista Euromoney.
25 de septiembre, la justicia
militar detiene a ocho militares implicados en el caso Tlatlaya, se presume que
hubo ejecuciones.
26 y 27 de septiembre, la
represión de Iguala y la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa.
En cuestión de días se pasó de
estar o sentirse en la cima al descenso abrupto. Las protestas ciudadanas, la
exhibición de las apetencias inmobiliarias, caída de los precios del petróleo,
devaluación del peso. Todo se juntó.
Se puede acometer otra cima, en
contra flujo respecto a la avalancha de incredulidad e indignación, para lo que
resta de este sexenio sí y sólo sí: se alcanza el 7% de crecimiento del PIB
anual, se es exitoso en el combate a la corrupción y se somete en toda la regla
al crimen organizado.
Por lo pronto, el Estadista del
año y ciudadano global, está reducido a jefe de grupo y ciudadano de
Atlacomulco, en la tesitura de cuatro largos años para consumirse en la
administración de la decadencia estabilizada. Precisamente en el punto que no quería estar.
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Calle de dirección única (1926) es un libro entre el aforismo y las
consideraciones intempestivas de Walter Benjamin, el cual ofrece una miscelánea
de la época (más o menos los cuadernos de la cárcel sin encarcelamiento), los
años locos de los veintes. Qué provoca al autor: la situación caótica de
Alemania, el amorío con Asja Lacis, el jachis, el mesianismo hebreo. En el
camino, la conclusión es que la calle no tiene sentido único (Obras.ABADA editores, libro IV/vol1,
2010)