martes, 17 de febrero de 2015

El regreso a Atlacomulco

“Pero una situación estable no tiene por sí misma que ser agradable, y ya antes de la guerra había capas para las que la situación estabilizada era la miseria estabilizada. La decadencia no es menos estable ni prodigiosa que el auge, y sólo un cálculo que admita ver en la decadencia la única ratio de la situación actual podrá salir del asombro enervador ante lo que se repite cada día y entenderá los fenómenos de decadencia como lo verdaderamente estable,”
Walter Benjamin

Siete días que cambiaron un sexenio, su mapa de ruta y destino, al menos, pues la estructura mental bajo la que se decide es de grupo (Atlacomulco) está inspirada en el evangelio: “Yo soy la Vid y ustedes las ramas. Si alguien permanece en mí, y yo en él, produce mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15:5) Es el código religioso de lealtad grupal, por eso no se aceptan renuncias, ni hay castigos ejemplares, ni cambios en el gabinete. Protección del grupo hasta la ignominia.

Todavía más, el jefe del grupo se caracteriza en su calidad de donador para obtener lealtad, intercambio de raíz primitiva adaptada a los impulsos de la real politik y a la frialdad del razonamiento tecnocrático (Nada más para recordar, el regalo de la mansión en la llamada colina del perro, que hizo Carlos Hank González a José López Portillo en los últimos días de su mandato presidencial)

Pero volvamos a los siete días:

21 de septiembre de 2014, en la ciudad de Nueva York, el presidente Enrique Peña Nieto recibe el reconocimiento de Ciudadano Global que anualmente el Consejo del Atlántico de ésa ciudad.

22 de septiembre, se propone en la Cámara de diputados constituir un grupo de trabajo que investigue el caso Tlatlaya, la masacre (30 de junio de 2014)

23 de septiembre, el presidente Peña es merecedor de otro reconocimiento, este como Estadista del Año, otorgado por la Appael of Conscience Foundation de Nueva York.

24 de septiembre, Luis Videgaray es agraciado con el reconocimiento como ministro de finanzas del año, por la revista Euromoney.

25 de septiembre, la justicia militar detiene a ocho militares implicados en el caso Tlatlaya, se presume que hubo ejecuciones.

26 y 27 de septiembre, la represión de Iguala y la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa.

En cuestión de días se pasó de estar o sentirse en la cima al descenso abrupto. Las protestas ciudadanas, la exhibición de las apetencias inmobiliarias, caída de los precios del petróleo, devaluación del peso. Todo se juntó.

Se puede acometer otra cima, en contra flujo respecto a la avalancha de incredulidad e indignación, para lo que resta de este sexenio sí y sólo sí: se alcanza el 7% de crecimiento del PIB anual, se es exitoso en el combate a la corrupción y se somete en toda la regla al crimen organizado.


Por lo pronto, el Estadista del año y ciudadano global, está reducido a jefe de grupo y ciudadano de Atlacomulco, en la tesitura de cuatro largos años para consumirse en la administración de la decadencia estabilizada. Precisamente en el punto que no quería estar.
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Calle de dirección única (1926) es un libro entre el aforismo y las consideraciones intempestivas de Walter Benjamin, el cual ofrece una miscelánea de la época (más o menos los cuadernos de la cárcel sin encarcelamiento), los años locos de los veintes. Qué provoca al autor: la situación caótica de Alemania, el amorío con Asja Lacis, el jachis, el mesianismo hebreo. En el camino, la conclusión es que la calle no tiene sentido único (Obras.ABADA editores, libro IV/vol1, 2010)


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