jueves, 14 de mayo de 2009

El ocaso de los neoliberales


Por más que se le dé de vueltas a las declaraciones explosivas de Miguel De la Madrid en contra de su sucesor en la presidencia de la república, no hay contundencia de efecto legal. Tan no la hay, que las autoridades panistas no han movido un dedo para actuar por oficio dado el calibre de los implicados y las imputaciones. La discusión se ha centrado en la corrupción y en la maldad, a lo bestia, que se le atribuye a Carlos Salinas.

Resulta que De la Madrid, el promotor de la renovación moral de la sociedad, no se percató de la moralidad de Salinas de Gortari. El creador de la Contraloría General de la Federación, no construyó la institución apropiada para combatir la corrupción. ¿Qué pasó? Nada, que el presidente que inició el giro hacia el neoliberalismo hecho “gobierno” y que sigue “conduciendo” al país no entendió nada de las decisiones que hizo, ni cómo las tomó. No se dio cuenta que si logró llegar a la presidencia fue debido a un artífice que le allanó el camino: Carlos Salinas, él sí, “maldad” aparte, poseedor de una inteligencia política fuera de serie.

Si los neoliberales contaron con un político ése fue Salinas, sin él se perdieron hasta la debacle en la que se encuentran después de los sexenios de Fox y Calderón. Sin el político los neoliberales se dieron a confundir a la ciudadanía con los empresarios, a despreciar al pueblo por considerarlo populacho.

En el cambio de siglo, los neoliberales trascendieron a los institutos políticos, los descentraron en su identidad, no se supo que partido representaba qué. Los neoliberales pusieron el servicio público al dictado de los grandes empresarios, prometiendo inédita prosperidad. Hoy tenemos un país empobrecido, donde la ilegalidad en sus distintas presentaciones es una opción para muchas familias.

Lo más relevante de las declaraciones de De la Madrid no es la publicitada corrupción de Salinas, o la fabulada partida secreta. La corrupción hoy como ayer tiene otros vericuetos legales y sigue tan campante. No, lo verdaderamente maravilloso de los dichos sustanciados a Carmen Aristegui es el inadvertido anuncio del ocaso de los neoliberales. En estos años de los Aspe, Gil Díaz, Carstens y todos los de su especie, han demostrado su incapacidad para conducir políticamente al país a otro destino que no sea el despeñadero. Los técnicos no sirven para gobernar.

Llegó la hora de que los partidos se sacudan el yugo de los neoliberales y de los poderes fácticos para arribar a un estadio superior de vida democrática ¿Lo entenderán así? Se ve difícil, pero es deseable que los partidos se animen a hacerlo para realizar reformas que le den un ánimo diferente a la convivencia social.

No es acaso contradictorio que con todo su antipriísmo el PAN no encontró más secretarios de Hacienda que los que les proporcionó el antiguo régimen, para así reproducir el ciclo que enseña a los poderosos: donde hay negocio hay corrupción y vicerversa.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Xenofobia


La derecha mexicana en el poder, acorralada por sus delirios católico integracionistas, no encuentra salida a su despropósito. La adversidad que le plantea la caída de la economía, la violencia sin control del crimen organizado y la contingencia sanitaria que decretó la influenza la sacan de sus casillas, pues la superioridad que se atribuye no le es correspondida por la realidad. De ahí que se pierdan las maneras diplomáticas y se adopten tonos agresivos cuando en el exterior no valoran el papel de salvador de la humanidad que se auto asignó Felipe Calderón.

Es esta derecha, sin adjetivo liberal, que se pone a disparatar cuando no se siente comprendida por otros gobiernos, como si hubiera una urgencia de reconocimiento unánime. Irreflexivamente descalifica la precavida reacción de algunos gobiernos ante la situación por la que pasa la salubridad en México por causa del brote epidémico. Si las autoridades mexicanas reconocen el riesgo en el que se encuentra la población porqué reaccionar con molestia ante decisiones de otros gobiernos que quieren evitar la propagación del contagio. En ese punto los gobiernos de todo el mundo están en alerta. El enojo presidencial como exabrupto no es nacionalismo y mal puede ser asimilado por algunos ciudadanos, al transformar el enojo en xenofobia.

La plaga de la xenofobia tiene su vitrina en la sección de comentarios que está abierta por los diarios en su versión online. Lo que se dice, como se dice, son verbalización de un México bronco que no es producto de la pobreza material, sino de la ignorancia y frustración de una clase media resentida por la pérdida de oportunidades que la hacen sentirse insuficientemente reconocida y valorada de acuerdo con lo que es la regla: el acceso al consumo.

Las actuales condiciones de crispación son propicias para darle rienda suelta a la xenofobia. Y si alguna responsabilidad pública está obligada al domino y control sobre el enojo, esa es la responsabilidad de la presidencia de la república. Un presidente enojado se descalifica para conducir un trabajo de conjunto con sus colaboradores directos, con los otros niveles de gobierno y con los otros poderes establecidos. Un presidente enojado no es factor de unión para la nación.

El enojo es imán de males. Y como dice el dicho, el que se enoja pierde.

Sereno Moreno, apenas vamos llegando a la mitad del sexenio.

Es verdad que al tema de la xenofobia se le mira de soslayo, no es noticia, pero más vale advertirlo.

En los últimos días la influenza ha quedado eclipsada por el lodo característico de las campañas, la ruta dictada por Germán Martínez, proseguida por Carlos Ahumada y reforzada por un ex presidente. El México bronco que también se expresa en los choques que se dan dentro de la clase política y del cual la audiencia nacional es testigo a través de los medios. La última confrontación verificada el día de hoy por la mañana entre dos ex presidentes de la república, Miguel de la Madrid (1982-1988) y Carlos salinas de Gortari (1988-1994), expuesta ante el matutino MVS Noticias a cargo de Carmen Aristegui. ¿Algún día sabremos las motivaciones del presidente gris en contra del villano favorito? Una entrevista en artículo mortis. Qué valioso hubieran sido estas declaraciones en 1995, mejor aun si el declarante levantara denuncia hacia la autoridad correspondiente. Pero eso no va suceder. Enfermo y senil, De la Madrid se metió a la guerra sucia con un balbuceo incoherente y con un sentido que no sin trabajo aprovechó el señor de los lodos: enjuiciar al PRI.

Es el camino que el PAN ha elegido para llegar el 5 julio. Que nadie se sorprenda si el abstencionismo se aposenta de las urnas, ni se espante si se le señala al PAN como el partido que promueve la polarización de la sociedad.
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