Hasta que concluya el proceso de
selección indicando las manos que tendrán la responsabilidad de conducir a la 4T,
la batidora morenista continuará con su batidillo. A Mario Delgado y Citlali
Hernández no se les pudo ocurrir un método más austero y transparente. Hay
derroche y se oculta de dónde vienen los recursos. Es un proceso corrosivo
antes que edificante. Por el bien de todos, la selección se pudo haber limitado
a un concurso de debates y la aplicación de la encuesta. Los participantes son
personajes públicos, no son unos desconocidos.
Bajo el reflector se puede
apreciar lo siguiente:
Claudia Sheinbaum, para bien o
para mal, está arropada por el aparato partidista y de distintos niveles de
gobierno. A pesar de esa ventaja generadora de un desnivel en la competencia,
el carácter de la aspirante no le ayuda mucho. Que se muestre cansada es
normal, pero que se enoje con facilidad. Pero lo más debilitante, mostrarse
adherida al personaje AMLO. Eso le impide despegar un perfil propio de acuerdo
con los retos por venir. Oscila entre los reflejos de una activista y las
instrucciones de su asesor de imagen. Ponen a Sheinbaum en una tensión
innecesaria.
Adán Augusto está jugando en
calidad de back up o respaldo, por si se cae el sistema. Esto es, la
eventualidad de un río fuera de cauce o desmadrado. Como tabasqueño sabe de
eso.
Marcelo Ebrard, con la adversidad
o la ventaja de no tener al aparato como sostén principal, desde ya lo coloca
como la opción no impuesta. El pueblo no es tonto, identifica la imposición y
la rechaza. Sin templete, ni vallas, fabrica entornos enfocados en la escucha
de la diversidad social y se da la oportunidad de captar propuestas para
consolidar y mejorar a la 4T. No la tiene fácil frente a las ingentes presiones
del aparato. La más visible proviene del periodismo subvencionado desde
oficinas públicas. Por lo mismo, de resultar vencedor en el sondeo de agosto
próximo, se haría de una legitimidad propia. Esto es algo que no tolera el
sistema político mexicano, que es vertical y presidencialista. De eso padeció
López Obrador, hasta que la fortuna le ofrendó una división entre el PRI y el
PAN en el 2018.
De los otros aspirantes a
conducir la 4T, lo único que se puede recuperar es lo versado en la ronda
infantil, “los de adelante corren mucho y los de atrás se quedarán.”
Por su parte, la oposición se
mueve al son que le marque el partido en el poder, también quiere su encuesta.
Para ello presenta un elenco sacado del almanaque, pues varios de los
mencionados representan a jefes de sexenios anteriores. A Luis Echeverría,
Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Vicente Fox, bueno, hasta Porfirio Díaz
tiene su emisario.