miércoles, 3 de agosto de 2011

¿Quién tiene el poder?



Continuación de la anterior entrega, me adentró con una pregunta que nos sitúe crudamente en la realidad del ejercicio del poder y su disfuncionalidad con la democracia. Planteado de otra manera ¿existen condiciones materiales para la democracia?


Estamos de acuerdo que el ejercicio del poder se da desde el dominio del capital financiero y el control de los consorcios privados de las telecomunicaciones. Los políticos han cedido gradualmente espacios de poder y hoy están en condición de servidumbre (gatos de angora si se quiere)  de los sistemas financiero y mediático. No veo político que se enfrente a los banqueros o a los dueños de las televisoras. Todos ellos bien portados, cuidadosos de no agraviarlos, los políticos tienen gran dificultad -algunos de plano no pueden, ni lo intentan- para situarse por encima de los intereses particulares y convertirse en gobernantes democráticos, que responden al Estado y a la sociedad, no a parcialidades.


El proceso de desmantelamiento del Estado del Bienestar es el proceso del fortalecimiento de la minoría selecta. Los representantes del gobierno, de los poderes formales, están ostensiblemente disminuidos, son fácilmente sujetos de chantaje o sencillamente pueden ser comprados por esa minoría. Como el poder del Estado ya no está dispuesto a ponerse por encima de la sociedad, entonces males crónicos como la pobreza, la corrupción o el crimen organizado se agravan sin que por ello se afecte la acumulación de la minoría selecta que, a fin de cuentas, es el principio inconmovible del actual régimen.


Lo dicho bien se podría aplicar al gobierno de Barack Obama y su fracaso para imponer sus propuestas originales. Pero estamos hablando de México, país que presenta una situación más complicada. Y que no digan que la desaceleración económica de Estado Unidos nada más nos va afectar tantito, como si se tratara de una nueva versión del catarrito de Agustín Carstens. Nos va afectar porque el principal mercado hacia el que se dirige el comercio exterior mexicano está en el norte, allende el Bravo.


Pero la circunstancia mexicana tiene un elemento adicional en lo político. El protagonismo que se les ha dado a los militares en la administración de Felipe Calderón, sacándolos a las calles para combatir al narcotráfico y dotándolos de más recursos presupuestales que alientan la corrupción, debilita aún más a las autoridades civiles. Estando así las cosas, en qué cabeza cabe dar aliento a Luisa María Calderón para ser candidata de Acción Nacional al gobierno de Michoacán. Es un estado bajo el control de la delincuencia organizada en el que quiere competir la hermana del presidente y se hace acompañar por la fuerza política de Elba Esther Gordillo. Esto es tener ganas de podrir la modernización política de México y reinventar el modelo premoderno de feudos y linajes. En esas estamos.


Sabemos quién tiene el poder. Las instituciones políticas y sus actores no tienen capacidad para imponerse. La ciudadanía está en vilo pues la ley es maleable y la ilegalidad se llega a ver como algo normal, un mal con el que hay que convivir. Si algo puede sacarse de esta terrible experiencia, para México y el mundo, es que el paradigma neoliberal es contraindicado al establecimiento de la democracia efectiva, no sólo de los derechos sociales, como ya se sabía.


lunes, 1 de agosto de 2011

Los intocables y los poderosos





Los escarceos exhibidos en las reuniones del Movimiento por la Paz con Dignidad y Justicia, incluido el del jueves 28 de julio en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, nos revelan que la clase política mexicana se ha desprendido de esa cualidad de intocable del que se invistió en el siglo pasado, esa clase política paternal y autoritaria al mismo tiempo, capaz de producir en el fuero interno de los ciudadanos temor y declinación. Esa clase política ya no puede manotear porque no es bien visto, aunque el extremo, la autoflagelación que vimos en algunos legisladores no sé si sea algo mejor. Entre abrazos y besos, Javier Sicilia nos ha enviado un mensaje: los políticos no son intocables, al menos en un sentido epidérmico. Es el saldo, a ojos vistas de los sucesivos encuentros con los familiares de las víctimas de la guerra de Calderón en contra del crimen organizado, con los representantes del Ejecutivo y del Legislativo.



Resarcir la dignidad de las víctimas, sean muertos o estén desaparecidos, es una obligación que como Estado y como sociedad se tiene que atender. No más muertos sin nombre, ni más nombres sin cuerpo. México tiene una serie de etapas o eventos con el trágico resultado de muertos sin nombre y de desaparecidos. Desde la guerra de independencia, la de reforma, la de revolución, la cristera, la sucia y la que en nuestros días se entabla en contra de la delincuencia organizada. Son tantas almas dejadas al olvido que el hecho parece recurrencia cíclica, funesto destino. Tenemos la oportunidad para que, de una vez por todas, en un solo acto se honre a los muertos sin nombre y a los desaparecidos de la historia nacional, catarsis que nos devuelva tranquilidad y dé auspicio para la reunión de la nación. Pero no es suficiente simbolizar, sería un garlito de engañabobos considerar solamente una unión mística.



Javier Sicilia podría ir más a fondo, no andar con escarceos, ser directo y denunciar los intereses de quienes mantienen y promueven la desigualdad divisora entre mexicanos. El Movimiento por la Paz se dirigió a los políticos, a quienes detentan los poderes formales, les exigió una reforma política que no supone un mundo mejor pues es posible que los beneficiarios de dicha reforma sean los poderes fácticos. Sicilia y sus dolientes no se dirigieron a los poderosos, a los que realmente lo son, pues hace mucho que los políticos sólo están al servicio de los poderosos de veras. Aquella minoría selecta que desde el poder económico tiene comiendo de su mano a los detentadores del poder político. También hay que demandar a quienes se han beneficiado abusivamente de la reprivatización de la banca haciendo de México un paraíso para el capital financiero. También hay que demandar a la industria de la radio y la televisión por mantener algunos contenidos que atentan en contra de la dignidad humana y por lucrar con el sistema electoral. Sólo entonces el país estará en condiciones de acotar al crimen organizado.


Bueno, tampoco se les puede exigir a ciudadanos que mucho hacen con cargar su dolor que se hagan cargo de los problemas del país. Si mi abuela tuviera ruedas.


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