jueves, 14 de agosto de 2014

El bien de bienes

La riqueza es una noción subjetiva, nada más comparar entre la riqueza del neolítico hace 10 000 años y la de nuestros días. Medida en capital natural, la comparación resulta empobrecedora de la actualidad con la pérdida de biodiversidad y suelos, la contaminación de agua y aire. Pero si comparamos en términos de objetos manufacturados y tecnología, sin duda la humanidad dispone de mayor riqueza.

En los recientes artículos de este blog he plasmado una serie de inquietudes en torno a la decantación o resolución ‘inoperosa’ de las reformas derivadas del Pacto por México, en contraste a la utópica versión oficial del México reformado en las últimas décadas.

De manera breve, he señalado al mercado pretendidamente autorregulado como un virus precursor en la corrupción de las instituciones públicas –extorsión en trámites y servicios, licitaciones amañadas- que produce anomia social –indisposición a la solidaridad, violencia intrafamiliar- y catalizador de la delincuencia –secuestro, crimen organizado. Los vicios ocultos de la panacea ultraliberal.

Para que las promesas oficiales que se resumen en un “México justo”, libre de obstáculos tozudamente dispuestos por otras administraciones supuestamente imbuidas de una acción revolucionaria y justiciera, ahora claudicantes ante el programa histórico de Acción Nacional. Falta por definir a los operadores confiables del nuevo México instalados dentro del servicio público. De los cuales Benito Neme Sastré no es el mejor ejemplo o ya nos llevó el CAFUPE ¿Dónde están los servidores concentrados en la realización de un mejor servicio público? Para eso se necesita la aceptación, sin beneficio personal, de altos servidores comprometidos a la oblación de sus intereses pecuniarios.

Otro de los efectos corrosivos que genera el mercado se encuentra el deterioro ambiental. A escala global, el bien de bienes, la naturaleza, sufrió y sufre su degradación acelerada desde la Revolución Industrial. Ya llovió y llueve sobre mojado. Dos estudios de historia económica pusieron la señal de alarma hace tiempo. En 1944, Karl Polanyi denunció la consecuencia devastadora sobre los recursos naturales que promueve un mercado menos regulado (La Gran Transformación, FCE, 1992) Años antes, en 1930, Lewis Mumford exhibió los efectos negativos sobre los recursos naturales de la técnica instrumentada para su aprovechamiento (Técnica y Civilización, Alianza Editorial, 2006).




En la actual administración es evidente la inhibición para extender el territorio de las áreas naturales protegidas, hay disposición para desincorporar territorio en el peor de los casos o modificar programas de manejo. Hay una conciencia –nefasta- por revertir la condición desmercantilizada inherente a las áreas protegidas. El patrimonio natural también es negocio. 

Ahora que se declaró a la Reserva de la Biosfera de Calakmul, en el estado de Campeche, patrimonio mixto de la humanidad por parte de la Unesco. La voz presidencial atisbó una gran oportunidad para la industria del turismo sin especificar los términos. Calakmul, antes que nada, es un macizo forestal que fue asiento para la construcción de edificaciones mayas y la selva terminó por imponerse. Un territorio no masivamente perturbado, que si acaso permitía la explotación del árbol proveedor de la industria del chicle. Muchos años después, el territorio de Calakmul fue objeto del reparto agrario en una especie de colonización y así llegó la explotación extensiva del recurso forestal, la ganaderización y la agricultura en una tierra no apta para estas dos actividades. Pero la población llegó allí, ha hecho su vida pese a la escasez de agua potable ¿Cómo entonces pensar el desarrollo turístico sin convocar la devastación?

La vez que Calakmul se apareció ante mis ojos fue en un sobrevuelo, toda una planicie cubierta de  brócolis gigantes, así me parecía. En ese entonces, la agroforestería se veía como una opción adaptativa de la gestión económica de la selva. Poco o nada se ha avanzado al respecto, no más que el conjunto dorado de la zona arqueológica de Becam hace cientos de años; en mi segunda visita, ya en el conjunto más imponente de edificaciones prehispánicas de Calakmul, me adentré en el silencio que durante el día nublado daba forma a una noche verde, interrumpido por las explosiones sonoras de los monos aulladores. Y regresé después para presenciar el absurdo de una autopista prescindible para efectos del intercambio entre Escárcega y Chetumal. Por eso vale preguntar ¿Qué industria turística es sustentable en Calakmul?

La reforma energética ha dado a luz a una nueva isla dentro del archipiélago caótico de las instituciones gubernamentales del medio ambiente: la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Medio Ambiente del Sector de los Hidrocarburos, órgano desconcentrado de la Semarnat. Acaso no puede la Procuraduría Federal de Protección de Medio Ambiente encargarse, mediante la ampliación de sus atribuciones y recursos, del tema energético. Qué relación establecerá la nueva agencia con la Conagua, Conafor, Conanp y los elefantes blancos llamados Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático y la Comisión Nacional para el Estudio de la Biodiversidad. Sin ser adivino, es previsible que la agencia recién creada se rebele a su cabeza de sector y se constituya en abyecto instrumento de la voluntad presidencial.


El proceso reformador deja una gran incógnita respecto a su disposición de proteger, conservar, y restaurarr los recursos naturales.

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