miércoles, 8 de diciembre de 2010

El cinismo tiene permiso





No se puede dejar el affaire WikiLeaks, capítulo México, como un tema de chismorreo y en la conformidad socarrona de “así es la diplomacia”. No hay teorización, explicación que valga para desechar la vergüenza que produce el entreguismo de la autoridad en turno. Esa autoridad que, por cierto, no está conectada con el calendario cívico de los mexicanos.



Negar lo evidente. No refutar enérgicamente lo que todos, al menos la masa minoritaria que todavía somos adictos a la prensa escrita, vemos como la clara intervención del gobierno de los Estados Unidos en las decisiones soberanas de nuestro país. Es vergonzoso que detrás de toda la propaganda y justificación discursiva y presupuestal del combate al crimen organizado, se confirme que el guión de esta “guerra” se haga desde los órganos de inteligencia de nuestro vecino fronterizo que linda con el Río Bravo. El desparpajo con el cual el embajador Pascual, que como cirio encendido ilumina a la cruzada gubernamental de Felipe Calderón en contra de la delincuencia organizada, informa del trabajo sucio que se hace para sostener lo que no se supo impulsar desde los propios recursos como nación.



Se equivocan quienes piensan que este escándalo se aplaca con el paso implacable del tiempo. No, el efecto inmediato e irreversible de los cables difundidos por WikiLeaks, guste o no a la contra propaganda oficiosa, fue poner en una vitrina una autoridad desautorizada, adjetivo derivado del verbo desautorizar: “Quitar a alguien o algo autoridad, poder, crédito o estimación.” Peor imposible.



Lo que se ve como repuesta de los medios que apoyan al régimen es una minimización del impacto sobreestimando informativamente lo que no tiene la misma dimensión. Reflejo de esa desviación informativa es la cobertura de un acontecimiento sin mayor nuez como el de la sucesión en la dirigencia nacional del partido gobernante. Un proceso intrínsicamente intrascendente, sin una propuesta seria a considerar, reducido a la cercanía de los candidatos con Felipe Calderón como asunto de alta política, dándole el carácter de intriga inteligente a puros chismes que concluyen en ensoñaciones de candidaturas presidenciales y de lavadero. Columnas que adoptaron el esquema del boletín.



En ningún punto de la contienda hechiza se abundó sobre el significado que tendría para el país la deliberación panista porque nada se tenía que ofrecer. Elucubraciones sobre la democracia del PAN, cuando está documentado científicamente que lo que menos acompaña a la existencia de los partidos es la democracia. La neta, es que cuando el PAN fue oposición al menos tenía una pátina ciudadana. Ahora que supuestamente es gobierno no es más que un aparato al servicio de ciertos poderes fácticos y extranacionales.



Por parte del gobierno no hay ánimo de responder con firmeza a los hallazgos de WikiLeaks, ni de simular indignación. El cinismo tiene permiso.


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