La serie audiencias convocadas por el Senado de la República, con el propósito de entender la real situación económica del país y posteriormente proponer la orientación a seguir en materia de política económica, significó para el secretario de Hacienda Agustín Carstens, la oportunidad para sacudirse el optimismo que le impone su jefe Felipe Calderón y declararse del lado de los catastrofistas, destacadamente los señores Carlos Slim y Guillermo Ortiz.
El martes 11 de agosto por la mañana, sin ambages, Carstens declaró el shock de las finanzas del país. Sea por la crisis mundial, por la disminución de los ingresos derivados del petróleo o de la recaudación fiscal, por la caída de las remesas que envían nuestros paisanos desde los Estados Unidos o la disminución del arribo de turistas extranjeros, por la epidemia de influenza o por la merma a la actividad del narcotráfico, la recuperación económica no se dará el próximo año.
El hecho es que se desplomaron los ingresos públicos y se cayó la producción económica. Esto significa que no se ha tocado fondo, ni se ha espantado el fantasma del desempleo como lo pregonan el Presidente y sus amigos íntimos de fe y complicidad, Ernesto Cordero y Gerardo Ruiz Mateos, que ahora se curan en salud afirmando que si no fuera por ellos al país le hubiera ido peor. Sí, como no.
Entre los economistas, independientemente de la escuela a la que se adscriban, se comparten datos duros que no dan lugar a confundir el diagnóstico aunque pueda diferir la receta. Felipe Calderón no puede seguir minimizando la emergencia económica haciéndose eco de las ensoñaciones de sus pupilos y más le vale que escuche al Congreso, lo reconozca como un asesor calificado, y reoriente el rumbo económico fortaleciendo el mercado interno y diversificando el mercado externo. Al mismo tiempo el Gobierno Federal –como goza llamarse a sí mismo- tiene que construir una interlocución efectiva con los pobres de este país, a los que ha ignorado increíblemente extendiendo, incluso, el negro manto de la pobreza hacia los asalariados y la clase media.
No sólo hay que reorientar la política económica, también hay que darle un giro a la política social para que no se extravíe en procedimientos que terminan por crear botín de vivales o en subejercicio. Lo económico y lo social armonizados para generar bienestar, articular ambas políticas como lo sugiere el rector de la UNAM, José Narro Robles. Porque si estamos mal eso no excluye que podamos estar peor. Nada más para considerar que si con los datos del INEGI al 2008, antes de la crisis, la pobreza se incrementó según el CONEVAL, qué se podrá esperar cuando se utilicen los datos producto de la crisis. El escenario es francamente desolador.
Volvamos al Gordazo de reconocidos laureles, que en su vocación de bardo para informar sobre la economía del país a través de metáforas, ya no habló de catarrito, ni de tsunami, recurrió a un anglicismo que si no se encuentra en el diccionario académico de la lengua española, es posible dar con el en una enciclopedia médica (MedlinePlus)
Shock: “Es una afección potencialmente mortal que se presenta cuando el cuerpo no está recibiendo un flujo de sangre suficiente, lo cual puede causar daño en múltiples órganos. Requiere tratamiento médico INMEDIATO y puede empeorar muy rápidamente.”
Y el Presidente, de viaje en viaje.