Aventurar conclusiones de un proyecto en marcha, más si se carece de las fichas que lo informen por completo, es expresión de la disputa política. Si son conclusiones catastróficas es natural que provengan de la oposición, pues desde el poder la observación suele ser distinta. Ahora sabemos que los pasos hacia la modernidad de los tecnócratas se hicieron con los pies chuecos y con muletas. Así llegó el día en que una mayoría ciudadana decidió desandar esos pasos después de treinta y seis años.
La transformación que se vive en
México, puesta en la consigna primero los pobres, ha dispuesto una política
sin intermediarios, ni organizaciones gremiales o civiles. Los recursos
públicos que son de todos llegan lo más directo posible a la gente. Leo que eso
es un error, según los especialistas. En 2024 veremos el tamaño del error o del
acierto.
Lo más desafiante y sin consigna
de por medio, es la apuesta por ejercer un poder visible. Todos los días nos
enteramos, por voz del presidente, de lo que hace el gobierno. Todos los días
los opositores (partidos, organizaciones, medios) con total libertad de
expresión, exponen sus cuestionamientos a lo que hace el gobierno, incluso con
noticias falsas. En este orden los espacios del poder oculto se reducen y se
hacen muy difíciles de maniobrar.
Estas son dos perspectivas para
observar del gobierno de López Obrador y su pedagogía democrática, más allá de
la administración y la contaduría electoral del INE. La disputa por la nación
está abierta de nuevo. De un lado el gobierno del pueblo, en frente, los que
reclaman un gobierno de los mejores (en qué y para qué, está por aclararse)
Y así muy animado, con el
propósito de ofrecer una imagen del enredo político, cuando tocan la puerta de
mi casa. Esos persistentes Testigos de Jehová. Pero no qué va, son feministas
que me piden incluya la perspectiva de género en lo que estoy escribiendo.
Derrapo pues no tengo a la mano una actualización de la teoría del patriarcado.
Lo que si abunda son recortes de periódico, de la nota roja. Mujeres golpeadas,
violentadas, asesinadas, descuartizadas. Qué no el patriarcado decía -en el
siglo pasado, antes del neoliberalismo- “a la mujer no se le toca ni con el
pétalo de una rosa”. Ajá, si digo machismo para mucha gente le será más claro
el mecanismo de la violencia en contra de las mujeres. Y si lo que se requiere
es un enfoque comprensivo, que nos dé cuenta de esta desgracia que lastima a
las mujeres, porqué no recurrir a la teoría de la cosificación, la cual nos
dice cómo cualquier persona es degradada a la condición de objeto por la
dinámica propia del capitalismo. Cosificación que incluye a las mujeres, quienes
rebajadas a la condición de objeto se hacen manipulables hasta su destrucción
física. No sé si este enfoque sea más certero, les comento, puede ser
complementario a la tesis del patriarcado. En este regodeo les sugiero a las
feministas: oigan, el feminismo también es anticapitalista.