martes, 4 de septiembre de 2018

Etérea irresolución

Definitivamente, el día del informe presidencial es un día de no fiesta desde que dejó de ser el día del presidente. El primero de septiembre, para los mexicanos, perdió el asueto obligatorio y perdió el ritual. Nada importante se espera del informe escrito, sucesión de afirmaciones que hacen las veces de justificación de la administración federal. Pese a la apertura de sesiones del Congreso y la publicidad del gobierno saliente, el informe se inscribe en el torrente de la banalidad. Ni el intercambio entre legisladores tuvieron la dignidad del festejo.

La nota principal de los últimos días ha sido el recorte de personal en diversas empresas periodísticas. Más que un acto de censura, de acallamiento de voces, lo que hay en la afectación de la economía de reconocidos medios es un daño colateral del primero de julio. La derrota de Peña Nieto, de su partido y su candidato trajo el estallido de la burbuja financiera en la que vivieron los medios durante el sexenio que ya fenece. Un corte de caja obligado sobre compromisos publicitarios que a la nueva administración le corresponderá rehacer con un diseño diferente, eso prometen.


El presidente electo se ha dedicado a tantear, sin trazar definiciones, observando como se alinean las fuerzas, incluida su propia organización política y las subespecies que ha agrupado. Se anuncian programas y proyectos. Se reúne con empresarios para convencerlos de que las cosas no pueden seguir a su modo, intercambia con la jerarquía militar pues ya no debe ser usado el ejército como represor, además, atiende audiencias públicas en el domicilio de la transición solicitadas por ciudadanos organizados. López Obrador le toma las medidas al tigre, se lo dejaron mal amarrado. Ah, el presidente electo ya cuenta con un núcleo de notables encargados de clarificar eso de la constitución moral.

Si bien no hay nada definitivo de un cambio a profundidad, la realidad no ha desaparecido, su presencia lacerante denunciada durante la campaña está ahí. Y sí, estamos ante una descomposición moral porque no se ha hecho la pregunta pertinente ¿Cómo llegamos a esta condición?

En primer lugar, como en otras sociedades modernas, hemos considerado a la ciencia, a la tecnología, al mercado, libres de toda deliberación moral, eso es para la religión y la filosofía. La ciencia tiene sus métodos autónomos de la moral. Accedemos a la tecnología sin pedir permiso a la moral. En el comercio, si acaso, hacen una investigación del historial crediticio, jamás una investigación de la moral que portamos. Sería una genialidad desarrollar una aplicación (App) llamada constitución moral.

En segundo lugar, y con efectos devastadores, el deterioro moral está ligado a la adopción del liberalismo económico extremo, con todo y sus himnos a la competitividad y la productividad, fuera de toda consideración moral, así lo manda la maximización de las ganancias. Se ha consentido en un discurso de conformidad con el libre comercio sin contemplar consecuencias sobre la precariedad social y la afectación del medio ambiente.

Es el paradigma económico en boga que postula aberraciones como afirmar que la sociedad no existe, para negar de raíz la posibilidad de cooperación, de solidaridad y de paso anular la empatía; otra aberración es abrir el abanico de expectativas en cada individuo al arbitrio -se supone- de su solitaria voluntad. Obvio, se generan individuos frustrados (desmoralización); si las expectativas, los medios y los resultados no se alinean astralmente, entonces estoy “libre” de realizar mis sueños sin tener referencias morales (amoralidad). Es bajo este sistema económico único, sin opciones, que se han creado las condiciones perfectas para el desarrollo de la corrupción, la estafa, el fraude, la criminalidad, la inseguridad, las distintas formas de acoso y violencia.


El primero de diciembre tendremos presidente constitucional de la república, no un teocrático sumo sacerdote. Si en el curso del sexenio se logra bajar el delito en todas sus denominaciones junto a la inseguridad que provocan, si priva el respeto sobre el abuso, entonces se podrá decir que tenemos constitución moral no escrita. Las bases para formar el ethos en el que la libertad no nos destruya.
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