viernes, 2 de febrero de 2007

El IFE que viene

Con mucho gusto este sería un espacio para comentar la marcha del 31 de enero en contra de la carestía que se realizó en la capital de la república. Andrés Manuel López Obrador la echó a perder. La fuerza de la marcha se condensaba en la simiente de la unidad de acción. El Tabasqueño se encargó de dividir la concentración. El acuerdo fue sobre un solo orador (Sabina Berman) pero López Obrador quiso aprovechar el foro y al final fueron dos, la dramaturga al parecer se autoexcluyó y fue sustituida por una locutora.

La marcha pudo ser un mensaje sensacional: unidad opositora contra la derecha. Se frustró la oportunidad y el tiempo sigue a disposición para que la izquierda democrática se adelante ante este grupo en el poder de la ideología desideologizada. La causa está inscrita: el tema del país es la lucha contra la desigualdad y la pobreza.

Terminó el mes de enero con su error, sin que hasta el momento se puedan sacar cuentas de sus consecuencias. Enero dejó un debate: la renuncia de los consejeros del IFE como condición para desatar el proceso de reformas. Una proposición ad hominen parece desproporcionada, pero si le quitamos esa envoltura a la propuesta del coordinador parlamentario del PRI en el Senado, y se centra el debate en el nudo de la cuestión, se puede construir el espacio para que el país tenga un mejor presente y deje de comer futuro.

Qué es con precisión lo que hace ruido en la política nacional, sin considerar los elementos de la economía. El agotamiento de un Instituto Federal Electoral que en su diseño de 1996 tenía un propósito claro, garantizar la alternancia, lo que en efecto se verificó en el año dos mil. Lo que no se previó fue la intervención desmedida de los poderes fácticos (empresariales) en los procesos electorales y la reincidencia del gobierno como actor interesado en la competencia. En esa circunstancia el Consejo Electoral quedó rebasado, sin los instrumentos, ni la determinación legítimamente sustentada en el espíritu de la ley. El árbitro miró el juego ignorando el vandalismo de la tribuna.

No se trató de una omisión de ocasión, el anterior cuerpo de Consejeros había dejado el antecedente pues se sentía plenamente justificado en el propósito de la alternancia, pues no se entiende como tomó dos actitudes frente a presuntas flagrancias semejantes: con el Pemexgate, el IFE actuó con refinada perversidad si se toma en cuenta que los involucrados quedaron absueltos penalmente. En cambio, los Amigos de Fox fueron tratados con indulgente ingenuidad si se considera las declaraciones de su cerebro financiero Lino Korrodi. Se consiguió la alternancia, sí, pero al costo de generar nuevas dependencias. Se nulificó el dúo del gobierno y el PRI en simultaneidad con la pavimentación del camino a los poderes fácticos.

Es este error de diseño, cimentado en la fobia hacia el Partido Revolucionario Institucional. Error que ha metido al país en una pendiente de descalificaciones y falta de acuerdos en detrimento de la concordia democrática. El saldo negativo del 2006 en materia electoral fue la reinserción del gobierno federal en la disputa y la intervención inmoderada de los poderes fácticos. El árbitro no tuvo capacidad para contener y sancionar al entonces presidente Vicente Fox, ni a grupos empresariales que degradaron la elección en subasta.

El actual Consejo General del IFE se defiende con datos de la jornada comicial. Reconoce que ha perdido prestigio de acuerdo con una encuesta que ordenó a Parametría. Esgrime que ha hecho propuestas para mejorar las condiciones actuales de la competencia, sin que hasta ahora hayan hecho una campaña a fondo, apoltronados desde la comodidad que les reporta el desprestigio del Congreso. Los Consejeros, sin embargo, no han aceptado sus omisiones como árbitro. Sólo ofrecen informes burocráticos en los que nunca se encontrará un Mea culpa. Es difícil aceptar lo que no funcionó.

Antes de renunciar, los Consejeros del IFE tienen que lavarse la cara impulsando una reforma electoral centrada en la actuación de los partidos y de los ciudadanos, poniendo a raya a los poderes formales y fácticos. No se puede alimentar la infancia eterna de la ciudadanía. Pero estamos tan acostumbrados. Recientemente el PAN eligió a su dirigente en el Distrito Federal, lo destacable fue el parentesco de la ganadora con la familia presidencial y la intervención del inefable Lorenzo Servitje a su favor. Por esos pasos anda el PRI para elegir a su dirigencia nacional. Todo mundo sabe, aceptando versiones periodísticas, que a Enrique Jackson lo apoya la profesora Gordillo Morales, que detrás de doña Beatriz está Carlos Salinas de Gortari. La inteligencia y la dignidad de los consejeros que elegirán una nueva dirigencia sale sobrando, no es materia de noticia.

martes, 30 de enero de 2007

De boca en Davos

Concluyó el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza. Como se ha hecho costumbre, para los gobernantes mexicanos, que en este caso es el Jefe de Estado en funciones, se participa en el foro que se encarga de promover la escala de valores de capitalismo. Es un foro netamente ideológico, y ahí fue el presidente Calderón, emulando a sus antecesores como el vendedor más grande de México, para convencer a los inversionistas y situarse en la agenda mediática. Ser visto por los inversores y los medios.

No se sabe que tan eficaz sea este encuentro para atraer inversiones, pues no se reportan contratos surgidos del Foro por la sencilla razón de que ahí se va a debatir, los negocios se cierran después. Las inversiones se allanan entre gobiernos a través de tratados. México está entre los países líderes en cuanto convenios comerciales firmados. El asunto es que ni el peregrinaje al santuario de Davos, ni los tratados comerciales, han logrado atraer la inversión que expanda el crecimiento económico que el país necesita.

Algo pasa. Será que no se trata sólo de ofrecer mano de obra barata, sino también seguridad y bajos impuestos. También puede ser que no les creen a los gobernantes mexicanos que se pavonean por aquellos lares. Con esa manía de presentarse ante el mundo como alumnos adelantados del libre mercado, al tiempo que se quiere dar lecciones doctorales. Algo notan en los presidentes de México.

Poniendo al margen el barullo proporcionado por las diferencias entre el presidente Calderón y otros gobernantes latinoamericanos, destaca la forma tan bizarra de asumir una ideología sin reconocerlo. Alan Arias Marín en Milenio comento esa fallida dualidad entre el ideólogo y el político, que sólo la preparación y la experiencia pueden hacer conjugar de manera exitosa. Para colmo, la gira presidencial en su conjunto, que incluyó Alemania, Gran Bretaña y España, se colmó de entrevistas exclusivas que redundaban en un mismo mensaje: Felipe Calderón ideólogo del mercado.

Pero ese es el incordio, no reconocer la ideología o darle una connotación negativa, mejor pasteurizarla con declaraciones que no ven desafío entre optar por gobiernos de izquierda o de derecha que recuerda al populista Luis Echeverría. O con una versión maniquea entre el pasado y el futuro, en el que hablando de América Latina describe su pasado en términos de la realidad soviética que sólo se implantó de manera más aproximada en Cuba. Mucho menos se puede afirmar que ese pasado descrito corresponda al de México, porque la economía no estuvo totalmente cerrada y centralmente planificada, ni en sentido estricto se vivió bajo una dictadura. Qué sentido tiene exagerar si no es para argumentar falazmente que México se inventó a partir del 2 de julio.

En Davos Calderón Hinojosa condenó las expropiaciones. Replicó su condena al diario La Vanguardia de España con un color más encendido, al declarar que México “es un seguro contra populismos” que “lo ocurrido en Venezuela, Bolivia y otros países, donde ha habido expropiaciones que los inversionistas consideran atentan contra su patrimonio, no debe ser percepción que englobe a toda la región”.

Por momentos Calderón se vio afoxado en su gira, con ese ánimo de necesitado ante el mercader, dispuesto a poner a cambio una libra de su propia carne. Confundiendo el teatro de la política con la farándula de los deportes y el entretenimiento. Convertido en paladín adverso de expropiaciones y nacionalizaciones. En serio descuido se le olvido decir a los inversionistas, ante los cuales compareció, que constitucionalmente en México las expropiaciones son válidas, que todavía existe un artículo 27 que las considera en el caso de utilidad pública. No dijo que el populismo tiene una base constitucional y por eso no puede vender todo lo que ofrece. Pero por eso luego no creen los inversionistas.
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