viernes, 26 de febrero de 2016

El extraño caso Moreira

Recientemente afirme que el caso Moreira no estaba concluido (Esto no se acaba) El fundamento de la afirmación no lo centré en una espesa disquisición jurídica, simplemente se trata de un caso internacionalizado, fincado en Estados Unidos y España. En México, desde noviembre de 2012, días antes de que asumiera la presidencia de la república Enrique Peña Nieto, la Procuraduría General de la República había absuelto a Humberto Moreira. Pero eso es aquí, donde el exgobernador de Coahuila está protegido de causa alguna en su contra, pero en el extranjero su expediente respira.

El delito imputable no es el hecho en sí del endeudamiento del gobierno de Coahuila durante su gestión como gobernador, sino si hizo un uso indebido del erario para su enriquecimiento personal (curiosamente es lo mismo que se le achaca al actual gobernador de Veracruz, Javier Duarte).

Una primera parte de la biografía política de Humberto Moreira está ligada a su membrecía dentro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. La larga historia de contubernio entre el SNTE y los sucesivos gobiernos federales, maridaje que supuestamente ha liquidado la reforma educativa. Pero la figura del coahuilense a destacar desde 1999, cuando fungió como secretario de educación en el gobierno de Enrique Martínez y Martínez. Posteriormente ganó mediante elección la presidencia municipal de Saltillo, capital de Coahuila, en el 2002. Más adelante, ganó las elecciones para gobernador de su estado en 2005. En el 2006, Moreira ya formó parte del selecto grupo de gobernadores priístas que jugaron en contra de su candidato presidencial –Roberto Madrazo- y terminaron por favorecer a Felipe Calderón con la ayuda de Elba Esther Gordillo, hoy caída de la gracia del actual presidente y sujeta a proceso e impedida de su libertad.

Y qué sorpresas da la vida. Precisamente el gobierno de Calderón, a través de Ernesto Cordero, comenzó a investigar el ejercicio de Moreira como gobernador, detectando la falsificación de documentos. La presión obligó a la solicitud de licencia al cargo meses antes de expirar su mandato. La investigación seguía en curso y no fue obstáculo para que Moreira tomara las riendas del PRI nacional el 4 de marzo de 2011, gustó que le duró hasta el 2 de diciembre de ése año. Se reavivaron las presiones en su contra desde el gobierno panista y tuvo que renunciar a la dirigencia del PRI. Moreira ya se había convertido en un lastre para la campaña presidencial antes de que esta iniciara. Entonces Humberto decidió hacer estudios de posgrado en Barcelona, España. Pero la investigación continuaba fuera del país, en Texas fueron aprehendidos por separado dos excolaboradores: Jorge Juan Torres López y Rolando González Treviño

Independientemente del curso de la investigación judicial que se sigue en Estados Unidos y España, el extraño caso Moreira tiene una vertiente política inquietante. Es revelador de una constante en la mayoría de los gobiernos de los estados de la república a lo largo de cuatro lustros, cuyos gobernadores actúan casi sin contrapesos y son factor incisivo en el curso del retroceso democrático que vive el país. La pregunta del momento es ¿Qué hacemos con los gobernadores?


¿Cuáles son las opciones de Moreira desde la presunción de inocencia? Regresar a España a concluir sus estudios. También defenderse en la Corte de Texas de las incriminaciones surgidas de los procesos que se les siguen allá a Torres López y González Treviño. Mientras no lo haga, el rebote de su caso seguirá golpeando la gestión de Enrique Peña Nieto y de poco servirán los deslindes del secretario Miguel Ángel Osorio Chong.

martes, 23 de febrero de 2016

Las espinas que tocó el Pastor*

“En todo caso, sean ustedes, simplemente, muy escépticos o, mejor dicho, muy críticos.”

Edmund Husserl

Esta es la tercera vez, de manera consecutiva, que me ocupo de la visita del papa Francisco I a México. En la primera del emisor destacado –el papa- y de la ambigüedad implicada en el mensaje religioso (Sonriente y doliente); en la segunda me referí al contexto del suelo mexicano como factor distorsionante del mensaje papal (Triste y desarmado), reiterando la ambigüedad del mismo. 

En esta ocasión me referiré a las consecuencias deseadas, posteriores a la recepción del mensaje, más bien, si el discurso instruye una praxis a seguir considerando destinatarios, individuos concretos en calidad de receptores. Una praxis demostrativa de una comunicación consumada, eficaz. O, por el contrario, la ausencia de una praxis consecuente que en los hechos evade o hace a un lado el mensaje.

En Ecatepec, el papa Francisco I se refirió a las tentaciones que ponen a prueba diariamente a los cristianos y lanzó la pregunta desafiante: “¿Hasta dónde nos hemos habituado a un estilo de vida que piensa que en la riqueza, en la vanidad y en el orgullo está la fuente y la fuerza de la vida?” Considerando el hipotético destinatario, con plena aceptación del desafío. Hasta dónde, por ejemplo, Emilio Azcárraga Jean, junior de junior, estaría dispuesto a sustraerse a la tentación de la riqueza; hasta dónde Andrea Legarreta estaría en la actitud de suprimir la vanidad; hasta dónde Raúl Araiza junior adoptaría la humildad y vencería al orgullo. No es sátira, sólo para apreciar la efectividad del mensaje en su consecuencia.

En Palacio Nacional, el papa Francisco I dijo: “La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo.” Esa experiencia fatal, su denuncia, será capaz de modificar la actuación de Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego, Alberto Bailleres y sus demás pares.

En la catedral metropolitana de la Ciudad de México, el papa Francisco I se dirigió al episcopado mexicano congregado allí. El mensaje más teológico y el más exigente dirigido a destinatario alguno: “La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa” ¿Serán los obispos capaces de sustraerse a la mundanidad?

En San Cristóbal las Casas, el papa Francisco I pidió perdón a los indígenas. Se lamentó el jefe de la iglesia católica al señalar: “vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura, sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban.” Se trató de un reclamo a aquellas autoridades y segmentos de la sociedad que siguen estigmatizando a los pueblos indios como borrachos, flojos, fiesteros. A los que no entienden una forma diferente de vida en reciprocidad y aparente gratuidad, en el intercambio justo del dar y recibir, totalmente opuesto a la praxis dominante de quitar y acumular, ya sea por medio del robo descarado o fraudulento, la explotación del trabajo, el sobreprecio de las mercancías y del interés usurario. Dicho lo cual, la cuestión es si la solicitud de perdón a los indígenas tendrá en sus consecuencias un mejor aprecio y trato de parte de la sociedad para los pueblos indios.

En Ciudad Juárez, refiriéndose al Mundo del trabajo y empresas, el papa Francisco I deploró la situación reinante, lo dijo así: “Desgraciadamente, el tiempo que vivimos ha impuesto el paradigma de la utilidad económica como principio de las relaciones personales. La mentalidad reinante en todas partes propugna la mayor cantidad de ganancias posibles, a cualquier tipo de costo y de manera inmediata. No sólo provoca la pérdida de la dimensión ética de las empresas sino que olvida que la mejor inversión que se puede realizar es invertir en la gente, en las personas, en las familias.” Un mensaje que puesto ad hominen, tiene como destinatario a Germán Larrea y su empresa Grupo México, responsable, entre otras cosas, de la muerte hace diez años de 59 mineros en Pasta de Conchos, Coahuila, responsable también de la contaminación del Río Sonora hace casi dos años, como resultado del mal manejo de la extracción del cobre en Cananea, Sonora.

Jorge Mario Bergoglio no vino a ponerle nombre y apellido a nuestros males, pero sí a tocar las espinas que nos laceran como sociedad. Impotente para remediar la condición esquizoide de la grey católica y sus prelados, la bipolaridad de ser unos dentro del templo y transformarse inmediatamente al salir de él para entregarse a la seducción del mercado o someterse a sus amenazas. Por eso a fieles y pastores les afirmó: “El Protagonista de la historia de salvación es el mendigo.” Y nadie le creyó.


Por eso el reiterado destinatario, siempre presente, la juventud, implorando por devolverles la esperanza que les arrebata todos los días “hacerte creer que empiezas a ser valioso cuando te disfrazas de ropas, marcas, del último grito de la moda, o cuando te volvés prestigio, importante por tener dinero pero, en el fondo, tu corazón no cree que seas digno de cariño, digno de amor.” De ahí al sicariato sólo hay un paso.
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*Hay obras que sin ser citadas conforman un permanente aparato crítico del escribidor, entre ellas tengo presentes La estructura ausente y Lector in fabula de Umberto Eco, en paz descansa.
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