Los 4 acuerdos de AMLO que el
partido oficial de izquierda evita conversar, menos presumir. Acuerdos fundados
en el pragmatismo para encauzar los años de gestión obradorista, más allá de
los programas sociales y de los proyectos de infraestructura. Acuerdos sin
recurrir a la consulta al pueblo, pues el mandato de las urnas los soportó.
El acuerdo con el Grupo
Atlacomulco, grupo político sostén del PRI de manera esmerada durante este
siglo XXI, cuando el viejo partido marginó a sus corporaciones gremiales
virando hacia una supuesta ciudadanización, acorde con los vientos del libre
comercio. Un acuerdo para llevar la fiesta en paz y darle suave aterrizaje a la
toma de posesión de López Obrador como presidente de la república. Acuerdo
refrendado recientemente con el reconocimiento público a Enrique Peña Nieto
como gran demócrata. Tan fuerte ese acuerdo, alcanzó para facilitar otra
transmisión de poder, de carácter local, en el Estado de México. De Alfredo del
Mazo, gobernador saliente, a Delfina Gómez. Después de décadas, el poderoso
grupo de Isidro Fabela, Gustavo Baz, Carlos Hank González hasta la generación
de los llamados Golden Boys, dejó de jugar a favor del PRI para consumar la orfandad
absoluta del partido de la revolución.
El acuerdo con los militares,
quienes técnicamente están obligados a obedecer al presidente en turno son, no
obstante, un poder fáctico. Este acuerdo ha sido útil para apuntalar la actual
administración frente a la indolencia, incompetencia e improvisación de la
burocracia. Cumpliendo la orden de no reprimir como no se le ordenó en el
pasado, pero sin lograr la reducción esperada de las actividades de las bandas
criminales. Eso sí, el acuerdo dejó para mejor ocasión la justicia para las
víctimas civiles de la guerra contra el narcotráfico, así como para la guerra sucia
que le antecedió y de la lamentable desaparición de los 43 estudiantes de
normalistas de Ayotzinapa.
El acuerdo con el gobierno de los
Estados Unidos en sus dos versiones, la republicana y la demócrata
sucesivamente -Trump y Biden- con su formalización más acabada con la firma del
nuevo tratado de libre comercio que incluye a Canadá, el TECMEC. Además de la
interlocución constante para evitar confrontación irreconciliable en los temas
económicos, migratorios y de delincuencia organizada. De los tres temas el de
la economía salió mejor librado.
El acuerdo inexplicado con el
sionismo, explícito en la negativa del gobierno mexicano a condenar el
bombardeo del Estado de Israel sobre la población palestina. Agresión
indiscriminada, sin distinción entre civiles y “terroristas”. López Obrador
calla como momia ¿Por qué? Y no vengan a hablar de antijudaísmo porque la judía
es una religión establecida a la que no se le niega su derecho. Derecho que la
inquisición española, con Torquemada y los Reyes Católicos, sí les negó. Ni
tampoco vengan a hablar de antisemitismo porque las razas no existen. Lo de la
raza caucásica, sus variantes aria y semita fue una invención dieciochesca, horriblemente
manipulada por los nazis.
Estos 4 acuerdos, vistos desde la
perspectiva de la izquierda histórica a la que no perteneció AMLO, no se
inscriben dentro de los cien compromisos enlistados el día de la toma de
posesión. Fueron acuerdos que marcaron al gobierno de MORENA como su
acotamiento por la derecha. Y no me refiero a la derecha opositora, civil y
partidista.